La humildad del barro nutre la memoria de la Creación. Sobre él se han tatuado los alfabetos; con él se ha moldeado la civilización… ¿Para qué los lujos que el hombre no necesita?
El barro horneado atravesó mares y desiertos. También los símbolos que atañen a los seguidores de Amado galileo, los primeros y los de ahora. El humilde barro tiene una fuerza de primera magnitud cuando resiste a las generaciones…
El pasado sábado 26 de octubre, por la mañana y nada más entrar a la sala de exposiciones del Centro de Estudios Brasileños de la Universidad de Salamanca (Cebusal), lo primero que pensé, tras hacer un rápido recorrido ante las sesenta obras allí instaladas, fue lo siguiente: “Magníficas reproducciones de los principales símbolos de la cristiandad. Ana Jiménez dignifica al maestro alfarero y ofrece el evangelio de su fe”. Así lo pensé y así lo comenté a la prensa escrita, con relación a la
exposición titulada Barro de las primicias. Recreando las huellas de la simbología cristiana, de la ceramista salmantina Ana Jiménez.
Claro que conocía varias de esas piezas, pero sólo por fotografías. Y me había agradado la propuesta que, globalmente, se intuía. La noche anterior, de madrugada, había vuelto a Salamanca, tras ofrecer una conferencia en Segovia. Pero mi cansancio tuvo su bálsamo al contemplar la hermosa disposición de las piezas expuestas y, sobre todo, al escuchar las valiosas y fundamentadas explicaciones que hizo la autora de dichas reproducciones, logradas luego de un arduo trabajo de campo, colaborando con arqueólogos en algún yacimiento ibero o buscando los originales en museos y demás. Y así, hasta conformar
una colección didáctica que ilustra y enseña lo más selecto de la simbología paleocristiana: El Pez, el Buen Pastor, la Paloma, el ancla, el olivo, la Orante, el Crismón, la cruz latina, el faro…
Esta creyente, esposa del pastor de la Iglesia de Guadix, es una artista en plena madurez de su don. Conviene que la excelencia se muestre dentro y fuera de las iglesias. Conviene que nos esforcemos y ofrezcamos calidad, especialmente cuando salimos a los ámbitos ciudadanos, ajenos a la fe. Pues ella, al margen de las hermosas reproducciones expuestas, trajo a Salamanca dos piezas de cerámica de arte genuino, propia creación suya, hechas en gres y cocidas a alta temperatura: el resultado ha sido digno de elogio y ha servido para que impulsemos su trabajo.
Destacar, resaltar los dones de los hermanos que hacen arte, no debería ser algo extraño ni aleatorio. Si supieran los numerosos reportajes de prensa que ha suscitado esta muestra, llegarían a comprender que el arte y la literatura, posiblemente más que la música denominada cristiana, abre puertas aparentemente cerradas a los evangélicos.
Estando próxima la Navidad, convenía redescubrir los elementos simbólicos que han conformado el sustrato de gran parte de nuestra cultura occidental. Europa debe mucho de sus logros al Cristianismo. Esta muestra, que fue organizada por la Asociación Cultural Evangélica Jorge Borrow, también sirvió para celebrar el ochenta aniversario de la fundación de la Iglesia Cristiana Evangélica de Salamanca.
En Salamanca estuvo Ana Jiménez exponiendo su mosaico de simbología cristiana y donando a la Universidad de Salamanca dos magníficas creaciones suyas dedicadas a Miguel de Unamuno, en el “Año Unamuno” designado por el Ayuntamiento de su ciudad de nacimiento.
Con ancestros alfareros en el pueblo salmantino de Cespedosa de Tormes, Ana Jiménez es una artista que merece ver reconocido su valioso trabajo, el cual no queda en el aspecto simbólico, sino que también nos enseña el significado, muchas veces olvidado o distorsionado de los símbolos cristianos.
En el Palacio de Maldonado estuvo Ana Jiménez hasta el día 12 de noviembre, con su conferencia de clausura. Bellísimo enclave de la monumental Salamanca es, sin excedernos en el elogio, la plaza de San Benito: pareciera el escenario de un museo al aire libre, solo comparable a otros pocos así de señoriales en esta capital del Tormes.
Allí, en lo que antaño fue el Palacio de Maldonado, está ubicada la sede del Cebusal, un pequeño pero inmenso motor de actividades culturales en medio del actual alicaído panorama de propuestas que completan y/o vivifican el espíritu.
La humildad del Barro… La segura humildad de Ana, pero también su excelencia como ceramista. En Salamanca, celebrando los LXXX años de la Iglesia de Paseo de la Estación. El barro de las primicias, las horas de guardia dando explicaciones de los numerosos visitantes: el Evangelio de ayer y de todo tiempo por venir.
Prefiero la huella del barro a la del oro de innúmeras contiendas.
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