Frank Estévez, Dios y el Amor

Entre la exigua nómina de buenos, de excelentes poetas que hoy transitan por esta España, quiero destacar la voz profundamente tallada del creyente evangélico Frank Estévez Guerra (Gáldar, Gran Canaria, 1963).

Él dice, por ejemplo:

Callan los pájaros
porque los pájaros no hablan.

No hablan los pájaros, callan.
Eso sí, cantan.

Qué gran silencio en los álamos
entre el rumor de las ramas.

Cómo en los cáñamos
rozan las aves sus alas,
presas del miedo que aguarda.

Sólo en el canto se amparan.

Su poesía, con anclajes bíblicos no sólo por la temática religiosa que tan alto valor ha agregado a la lírica en lengua española, desde San Juan de la Cruz a este poeta que aprecio mucho como persona y admiro más, si cabe, como poeta, también contiene eslabones o esencias de esos versos que cantan al amor carnal, como el más grande libro que sobre ello se ha escrito, El Cantar de los Cantares.

En esta vertiente, Estévez tiene un poema que estimo antológico, titulado “Por la razón cabalgo hacia tu lecho…”. Pero es algo extenso para esta columna que es de homenaje.

Dejemos, no obstante, se puede aportar algún atisbo, como “Necesito”, precioso soneto:

“Necesito tus manos para amarte,/ saber que ellas están en esta ausencia/ ocupando el lugar de mi presencia/ y sufriendo estas ganas de tocarte.// Necesito tus labios para hablarte,/ dejar en las vocales la prudencia/ que nos grita en la voz de la inocencia/ cuando clama el silencio hasta acallarte.// Necesito tus ojos para verte,/ mirar en lo profundo al sentimiento/ que intenta despertar para quererte.// Necesito tu vida porque intento/ no morir más allá de aquella muerte/ que me causa la falta de tu aliento”.

No duden en buscar la obra poética de este licenciado en filología hispánica, de este pastor evangélico que sabe preguntarse: “¿Quién habló de Dios sin duda?/ ¿Quién no dudó por un día?/ ¿Quién, cuando el dolor le ardía,/ no soplaba con voz muda/ y a la vez pedía ayuda?”.

Frank Estévez está combatiendo una grave enfermedad y yo siento su dolor, pero también vuelo sin alas, como él, y silabeo su conmovedor poema:

¿Es Dios acaso una idea
o una sonora campana
que prorrumpe en la mañana
y nuestro oído recrea?
¿No será lucha o pelea
esta erosión de la roca
cuando en el alma nos toca
la única verdad, la vida,
la que nos abre la herida
y al fin nos cierra la boca?

Lo suyo no es balbuceo en la dormida iglesia. Su poesía es vida íntima adelantando la oración por la Esperanza que no se desmorona.

Creyente y poeta, Frank Estévez limita con otros mares, con otros acentos del castellano. Y blande su palabra contra la rígida inercia, siguiendo la estela de los Profetas.

A veces, no lo duden, puede haber más teología en un poema que en extensas e ininteligibles exégesis etiquetadas como teológicas.

Y más mensurables palpitaciones del corazón, órbita donde se gesta la resurrección.