Querido y admirado D. José María:
Permítame dirigirme públicamente a usted en esta carta abierta que sin duda le hará llegar su hijo Pablo, quien le representa en esta mañana. No puedo ocultar mi emoción por el privilegio de presentarle como uno de los galardonados en esta edición del Premio Jorge Borrow de Difusión Bíblica. Emoción y satisfacción. Me consta que no se ha olvidado usted de la ocasión en que pude conocerle, recuerdo que es sin duda, una demostración más de sus cualidades como pastor atento y maestro ejemplar. Fue hace casi 30 años, cuando pude compartir con usted una intensa semana de formación en Villar de Silleda, aldea remota de la Galicia interior en donde florece arraigada una comunidad evangélica que ha atendido a cientos, si no miles, de jóvenes y no tan jóvenes.
Hasta allí se desplazó usted para colaborar en la aventura formativa organizada por la Unión Bíblica de Galicia, una de las muchas entidades que usted ha impulsado durante años, y que por entonces estaba dirigida por Timoteo Glasscock, aquí presente, y Daniel Valuja. En esa ocasión nos anticipó usted la inminente publicación del libro que ampliaba las clases de Hermenéutica que allí nos impartía, junto con las de Homilética, con no pocas tareas vespertinas que, dicho sea de paso, corregía usted con exhaustividad estimulante. Pero aunque el libro aún no estaba disponible, no quería yo perder la ocasión de contar con la dedicatoria autógrafa, así que en un folio en blanco, dedicó usted un libro aún no publicado a un joven que en realidad no sabía si podría comprarlo. Y aquí la tengo, bien pegada eso sí, en mi querido ejemplar de su monumental
Hermenéutica Bíblica.
Desde ese lejano año he ido descubriendo cada vez más el extraordinario valor de su magisterio y su vida. Yo soy solo uno más de los muchos que hemos podido edi-ficar nuestra fe y cimentar con sólidos principios de respeto a la Palabra de Dios nuestro estudio, exposición y vivencia del Evangelio. Y por eso me siento profunda-mente honrado de poder dirigirle estas palabras en este día tan especial para nosotros. Desde nuestra asociación Jorge Borrow hemos querido reconocer a aquellos hombres y mujeres que, como nuestro visitante inglés y muchos otros después, han dedicado sus energías a difundir la Palabra de Dios como instrumento no solo de salvación futura de las almas sino de transformación actual de las vidas. Este premio sólo es un reconocimiento sencillo pero afectuoso de esa pasión.
Sería tarea ardua y extensa enumerar todas las contribuciones que usted ha realizado en la extensión del evangelio en nuestro país. Pero de lo que no cabe duda, es que Dios le ha permitido ser un “instrumento escogido” en momentos vitales de la historia de España. Más de un siglo después de las andanzas de Borrow ha sido usted protagonista de nuestra historia, junto con muchos otros entre los que se incluyen los hoy reconocidos también con este premio “trinitario”, con curiosas coincidencias borrowianas. Usted bien podría haber sido el jefe de Don Jorgito si hubiera presidido la Sociedad Bíblica 130 años antes; D. José Grau hubiera podido editar clandestinamente el NT para la distribución de Borrow, ya que sabía bien de seudónimos y de cómo burlar la censura; y sin duda dos ingleses enamorados de la Palabra y la Península como Wickham y Borrow habrían llegado juntos con el Evangelio en la mano hasta los últimos rincones de nuestra España. Usted, D. José María ha enseñado, formado, dirigido, impulsado, animado, cuidado y delegado. Ha sido maestro, pastor, teólogo, administrador, escritor, periodista, predicador, evangelista, esposo, padre…
Pensamiento y acción han ido de la mano en su tarea vital. Su obra impresa es hoy imprescindible en la biblioteca de cualquier estudioso de la Palabra y compañera de camino de todo el que se quiera tomar la fe cristiana en serio. De hecho sigue sorprendiendo su habilidad para presentar las verdades básicas para iniciar
Tu vida cristiana, libro en constante reedición; profundizar en las implicaciones que van más allá de una mera
Introducción a la Espiritualidad Cristiana; guiarnos en oración ante nuestro
Abba Padre, o razonar consecuentemente cuando alguien pueda preguntarnos
Por qué aún soy cristiano.
No sería prudente quien desee dedicarse al trabajo pastoral sin buscar su consejo para ser eficaces
Ministros de Jesucristo, o quien quiera cimentar sus convicciones con una doctrina bíblica sólida, equilibrada, definitoriamente evangélica, sin prestar lectura atenta a sus
Fundamentos Teológicos de la Fe cristiana. Quizás algunos prefieran lecturas más breves, y podrán encontrarlas en constante actualización navegando por las páginas de
pensamientocristiano.com. ¿Y cómo reconocer nuestra propia identidad o descubrir esa historia de España que tantos ignoran sin vernos reflejados en
La España Evangélica ayer y hoy?
Y sé que me dejo atrás los muchos comentarios bíblicos, meditaciones en las notas diarias de la Unión Bíblica y tantas otras obras, que en un sentido emanan y en otro se condensan en el ya citado manual de
Hermenéutica bíblica. Y siempre, en cada lectura, una invitación a vivir
Contemplando la gloria de Cristo. Todos ellos escritos con una extraordinaria calidad literaria y un español ejemplar que alguno de sus biógrafos achaca a su estancia juvenil en tierras castellanoleonesas, y no seré yo quien niegue esa posibilidad estando hoy en una de las cunas de nuestra común lengua. Como escribió nuestro primer premiado, D. Juan Antonio Monroy, no sin cierto deje de ironía,
“José María Martínez es un teólogo de altura. De haber militado en la Iglesia Católica estaría en los altares donde la tradición venera a sus grandes pensadores”.
Querido D. José María, hoy sería difícil comprender la realidad del pueblo evangélico y su presencia social sin tener en cuenta su dedicación en tantos y tan diversos quehaceres. Entidades, organismos, editoriales, iglesias, que son hoy el fruto directo del trabajo de usted y sus coetáneos. Desde la reorganización de la Alianza Evangélica al impulso de la Comisión de Defensa Evangélica, germen de la actual FEREDE. De la fraternidad cristiana de iglesias de la FIEIDE, al Centro Evangélico de Estudios Bíblicos. La promoción de la lectura sistemática de la Palabra a través de la Unión Bíblica o la presidencia de la Sociedad Bíblica en tiempos de la Transición, más de un siglo después de que Borrow difundiera la Biblia precisamente como agente de dicha Sociedad, son solo menciones de un trabajo ejemplar.
Querido D. José María, espero que no le incomode si le digo que estoy convencido de que la reconstrucción del cristianismo evangélico no podría ser lo que hoy es sin discernir en él ese legado que hombres como usted tejieron con tesón desde mediados del siglo pasado, una generación heroica en circunstancias que, para las nuevas generaciones, casi no forman parte ya ni de su memoria histórica. Pero ustedes lo hicieron, por la gracia de Dios. Y este país nuestro tiene una deuda de gratitud hacia los que, movidos por convicciones de orden superior, defendieron la existencia de una sociedad abierta, democrática y engarzada a las tradiciones de libertad forjadas en las sociedades de influencia protestante.
El hecho de estar hoy aquí, entre los muros de esta Universidad, realizando este homenaje es de por sí expresión elocuente de los cambios que ha experimentado nuestra sociedad y el lugar que en ella ocupa el cristianismo evangélico. Pero esto no es porque nosotros seamos mejores, es tan solo que caminamos a hombros de gigantes.
Muchas gracias, querido D. José María Martínez.
Con afecto sincero, Rubén Lugilde Yepes.
(*) Palabras de Rubén Lugilde, Presidente de la Asociación Cultural Jorge Borrow, presentando la obra de José María Martínez, leídas durante la ceremonia de entrega del Premio Jorge Borrow de Difusión Bíblica 2013, celebrado en el Colegio Mayor Fonseca de la Universidad de Salamanca, el pasado 14 de septiembre. El premio lo recibió Pablo Martínez, hijo del premiado.
(EPÍLOGO) PABLO MARTÍNEZ: “Mi padre ha sido ante todo pastor”.
Entrevista de Jacqueline Alencar aparecida en P+D.
José María Martínez nació en Castejón, Navarra, en 1924. Durante seis lustros fue pastor de la iglesia Evangélica Bautista en calle Verdi de Barcelona y ha presidido relevantes instituciones evangélicas como la Alianza Evangélica Española, la Unión Bíblica o la Sociedad Bíblica, entre otras. Además ha sido profesor y presidente del Centro Evangélico de Estudios Bíblicos (CEEB) de Barcelona y presidente de la Federación de Iglesias Evangélicas Independientes (FIEIDE). Con un amplio bagaje bíblico-teológico ha realizado una profunda labor literaria. Entre sus libros citamos:Hermenéutica Bíblica,Por qué aún soy cristiano,Ministros de Jesucristo(2 volúmenes, Homilética y Pastoral),Job, la fe en conflicto,Fundamentos Teológicos de la Fe Cristiana, Contemplando la Gloria de Cristo,Salmos escogidos,La España evangélica ayer y hoy…
Pregunta.- ¿Cómo podría aproximarnos la figura de su padre?
Respuesta.-Es difícil ser objetivo al hablar del padre, pero una perspectiva global de su dilatado ministerio nos permite destacar cuatro facetas que, a mi juicio, han sido las más fructíferas: pastor, maestro, escritor y teólogo. De todas ellas, si tuviera que destacar una, yo lo definiría ante todo como un pastor. Su corazón pastoral ha caracterizado toda su vida tanto pública como familiar y ha moldeado las diversas ramas de su ministerio (docente, literario, teológico). Su preocupación por apacentar adecuadamente el rebaño de Dios fue siempre el centro de sus anhelos. En este sentido, ha sido notoria su influencia como predicador; sus predicaciones destacaban tanto por una elegante oratoria como por una homilética sumamente cuidada.
Un aspecto poco conocido de mi padre es su insaciable curiosidad intelectual y sus intereses universales, desde la música -tocaba el violín- ¡hasta las plantas silvestres del campo! Ya en su infancia fue un devorador de libros sembrando así las semillas que le permitieron luego la siega de un apreciado ministerio literario.
P.- Junto con D. Ernesto Trenchard, él participó en la reactivación de la Alianza Evangélica Española en la época franquista. Además, ha ocupado cargos en instituciones evangélicas representativas. ¿Por qué piensa tuvo que adoptar este activismo? ¿Fue una necesidad?
R.-No creo que fuera activismo (él era muy consciente de este peligro), sino sentido de la responsabilidad, por un lado, y una adecuada administración de los dones que Dios le había concedido. Mi padre era un líder natural. Tenía el don de “presidir” y ello fue bien apreciado por su generación que le confió numerosas responsabilidades tanto en su propia denominación (fue cofundador de la FIEIDE) como en el ámbito interdenominacional (Alianza Evangélica, Unión Bíblica, Sociedades Bíblicas, Asociación de Ministros, etc.). También a nivel internacional fue apreciado su don de liderazgo llegando a ser el presidente de la Federación Internacional de Iglesias Libres (1974-1978). De hecho, esta faceta él la entendía también como una forma de pastoreo: el pastor va delante, dirige.
P.- ¿Cuáles los libros suyos que han tenido más reediciones, y cuáles de ellos destacaría?
R.-En cuanto a reediciones, es decir, por el número de copias vendidas, destacaríaTu Vida Cristiana(su primer libro, un clásico en la formación de catecúmenos sumamente apreciado en las iglesias locales),“Hermenéutica Bíblica”(libro de texto en muchos seminarios de habla hispana y, en mi opinión, su obra de madurez desde el punto de vista teológico), así como“Ministros de Jesucristo”los dos tomos dePastoral y Homiléticaque son un legado valioso para la formación de pastores.
Personalmente también destacaríaJob, la fe en conflicto(uno de los que ha generado más testimonios personales de gratitud),Fundamentos Teológicos de la Fe CristianaySalmos Escogidos.En cualquier caso, lo más importante es que él entendió la tarea de escribir como un “glorioso ministerio” (palabras textuales), una forma de servicio al pueblo de Dios y para gloria de Cristo.
P.- ¿Qué evolución en materia religiosa y en las relaciones Iglesia-Estado ha vivido su padre en esta España contemporánea?
R.-Ha tenido el privilegio, como otros líderes evangélicos de su generación, de pasar de la oscura noche de la intolerancia religiosa a una libertad insólita en la historia de España. La generación de mi padre fue una generación truncada en lo humano por la Guerra Civil y la dura posguerra (imposibilidad de acceder a la Universidad, severas penurias económicas, etc.), pero al mismo tiempo su valentía y su visión permitieron que la llama del Evangelio siguiera viva. De ellos podemos decir con gratitud:“Los que sembraron con lágrimas con regocijo segarán”(Salmo 126:5-6).
P.- ¿Cuál su pensamiento acerca de la dimensión social de la Misión de la Iglesia?
R.-A mediados de los años 60 –aun en plena dictadura – escribió, juntamente con D. José Grau, un libro,“Iglesia, sociedad y ética cristiana”donde ambos exponen de forma casi pionera en España la responsabilidad social del creyente. El mérito y la singularidad de esta obra es que reflexiona sobre el tema bastante antes de que el Congreso Mundial de Lausana (1974) proclamara con vigor la necesidad de recuperar la dimensión social del Evangelio. Esta preocupación social no le aparta de su visión cristocéntrica y de la centralidad de la cruz: Cristo no vino en primer lugar para transformar la sociedad, hacer de este mundo un lugar más habitable, sino para transformar el corazón humano mediante la fe. Mejorar la sociedad no es la meta del mensaje cristiano sino la consecuencia natural de vidas cambiadas, que anhelan ser sal y luz en medio de una sociedad a oscuras y corrompida por el pecado.
P.- ¿Y de las relaciones entre la fe y la cultura?
R.-Aquí de nuevo me gustaría referirme a una de sus obras–Introducción a la Espiritualidad Cristiana-donde expone con claridad la importancia de que el creyente participe e influya en la cultura de su tiempo. Uno de los argumentos centrales de este libro es que la espiritualidad cristiana ha sido -y debe seguir siendo- una poderosa fuerza moldeadora en la cultura y la sociedad.
P.- ¿Cuál su mayor aporte al pensamiento evangélico español?
R.-Yo diría que su aportación más valiosa ha sido la de su testimonio personal. Ha sido un modelo para muchos en su generación -en especial para los más jóvenes. Su vida, y no sólo su pensamiento, ha dejado un sello indeleble sobre todo en el ámbito de la pastoral. Su obraMinistros de Jesucristoes un compendio de pensamiento, pero también de reflexiones nacidas de su propia vida pastoral. También ha hecho una aportación notable en el campo de la Hermenéutica y la Homilética.
P.- ¿Qué ha significado para usted trabajar al lado de su padre especialmente en el aspecto literario?
R.-Mi mayor satisfacción fue escribir conjuntamente“Abba, Padre: Teología y Psicología de la oración”,obra de enorme aceptación(actualmente traducida a 13 idiomas) y que fue mi primer libro. Puedo decir que escribir juntos este libro ha sido una de las experiencias más emotivas de la relación con mi padre. Por lo demás, he tenido el privilegio de revisar y comentar con él muchos de sus manuscritos antes de la publicación, lo cual era una fuente de diálogos fecundos y muy enriquecedores. En la Revista Aletheia (nº 39), dedicado a su vida y ministerio, describo con mucho más detalle lo que puedo resumir en una frase: ha sido para mí padre, pastor, maestro y amigo a la vez.
Gracias, hermano Pablo, por acercarnos a la vida y pensamiento de José M. Martínez, su padre.
Si quieres comentar o