Una vez más el papa Francisco no deja de sorprendernos, en un nuevo alarde de populismo religioso y a la vez de seudo progresía, con sus controvertidas declaraciones acerca de la gente gay. Esto es lo que dijo "Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo?".
Si analizamos sus palabras nos damos cuenta que están cargadas de
una impresionante ambigüedad y de un gran relativismo moral que contradice, no solo la moral católica, sino la moral cristiana y la verdad bíblica en su pura esencia.
Por supuesto que
no debemos juzgar a las personas de orientación homosexual peor que a un heterosexual que practica cualquier otro tipo de pecado en su vida cotidiana, como pudiera ser: la mentira, la promiscuidad sexual, la violencia y un sinfín de pecados que también destruyen la dignidad humana. Todos los seres humanos tenemos, de alguna manera, la marca de Caín en nuestras almas es decir, la semilla de la maldad más que de la bondad. Esto podemos ponerlo a prueba cualquiera de nosotros, observando y analizando nuestros instintos y conflictos internos, y
fácilmente concluiremos que no somos buenos por naturaleza. Por supuesto que nuestra gran esperanza es que, mediante el arrepentimiento sincero y la fe en Jesucristo, cada uno de nosotros podemos ser redimidos de todos nuestros pecados y liberados del poder opresivo de Satanás.
Se supone que el líder supremo de la Iglesia Católica, cuanto menos debe de tener un conocimiento intelectual de las Sagradas Escrituras y no pasar por alto textos como este, del apóstol Pablo:
“¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis, ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús y por el Espíritu de nuestro Dios” 1ª Corintios 6:9-11.
Y el mismo apóstol sigue argumentando sobre este tema en la carta a los cristianos de la Roma imperial, bajo la inspiración divina:
“…Así que Dios los ha dejado a merced de pasiones vergonzosas. Sus mujeres invierten el uso natural del sexo y se entregan a prácticas antinaturales. Y lo mismo los hombres: dejan las relaciones naturales con la mujer y se abrasan en deseos de los unos por los otros. Hombres con hombres cometen acciones infamantes…Y como no tienen interés en conocer a Dios, es Dios mismo quien los deja a merced de una mente pervertida que los empuja a hacer lo que no deben” Romanos 1: 26-28.
Estas Escrituras, entre otras, a la vez que una llamada de atención, ponen claramente de manifiesto la desviación moral y antropológica del diseño divino sobre nuestra verdadera identidad sexual.
Retomando las palabras del papa Francisco: “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad…”. Lo primero que hará tal persona, que busca al Señor de todo corazón, es arrepentirse de su pecado personal e inmediatamente comenzará a vivir una auténtica transformación de sus hábitos pecaminosos.
Es perceptible que el Papa ha querido con sus declaraciones congraciarse y contemporizar con diversos sectores habitualmente hostiles hacia la Iglesia Católica. Por lo cual podemos inferir que el Papa o miente o ha expresado un manifiesto acto de cobardía pública, por no decir la Verdad, toda la verdad y nada más que la verdad sobre una cuestión que degrada y pervierte la verdadera imagen de Dios en el ser humano. No es imaginable ni creíble atribuirle ignorancia al jefe de la Iglesia Católica y mucho menos en una cuestión como esta.
No estamos en contra de nadie y sí a favor de todas las personas por el mero hecho de ser objetos privilegiados del amor de Dioshacia sus criaturas; pero no es un acto de amor falsear la verdad de las cosas y magnificar la mentira elevándola a categoría de importante
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