Una carta reciente a Carolyn Hax columnista del Washington Post, parecía bastante clara. “Soy una madre de cuatro hijos y ama de casa que ha tratado de criar a su familia en las mismos valores cristianos fuertes con los que crecí,” dice la mujer. “Por eso me sorprendí cuando mi hija mayor, ‘Emily,’ anunció de pronto que había ‘dejado de creer en Dios’ y decidió ‘destaparse’ como una atea.”
La idea de un hijo ateo de 16 años que vive en casa sería suficiente para alarmar a cualquier padre cristiano, y con razón. Y que una columnista secular en
The Washington Post pueda ser la solución parece muy extraña, pero seguramente la desesperación puede llevar a los padres a buscar ayuda en casi cualquier lugar.
Generalmente, usted consigue lo que se puede esperar de una columna de consejos como ésta, un punto de vista terapéutico, que se basa en una visión secular del mundo y una defensa de la autonomía personal.
Carolyn Hax responde a esta madre con una advertencia de respetar la postura de su hija de no-creer. Y ella añade:
“Los padres pueden y deben enseñar sus creencias y valores, pero cuando el discípulo deja de creer, no es una ‘decisión’ o ‘elección’ que haga para ‘rechazar’ la iglesia o la familia o la tradición o la virtud o cualquier otra cosa que se haya unido a su viaje cultural con la fe.”
Eso es una tontería patente, por supuesto. Las declaraciones de incredulidad adolescente a menudo son exactamente lo que Hax sostiene que no son: un rechazo a “la Iglesia o la familia o la tradición o la virtud”. Hax ofrece algunas ideas legítimas, cuando sugiere que la honestidad es preferible a la falta de honradez, y que las declaraciones adolescentes son a menudo una señal de una fase de cuestionamiento intelectual, o simplemente estar tratando de hallar su propia personalidad.
Hax le dice entonces a esta madre angustiada que ella
“no arrojó lo que mi niñez, incluyendo mi iglesia, me enseñaron; puedo aplicar lo que creo que es válido para una vida secular.” En otras palabras, Hax afirma que ella mantiene muchos de los valores que aprendió de niña en la iglesia, y se limita a aplicar estos valores ahora a una vida secular.
“¿Cómo puedo ayudar a mi hija a que vea que está cometiendo un grave error con su vida si opta por rechazar a su Dios y su fe?”,Se pregunta la madre. Hax le dice a la madre que acepte el ateísmo de la hija y supere su “decepción de que ella no está siendo quien ella imaginaba.”
¿Qué más se puede esperar que diga una columnista secular que parte de una cosmovisión secular?
El verdadero problema no radica en la respuesta de Carolyn Hax, sino con la pregunta de la madre. El problema aparece al inicio, cuando la madre afirma que ha
“intentado criar a mi familia en las mismas valores cristianos fuertes que yo crecí.”
Los valores cristianos son el problema. El infierno estará lleno de personas que se habían comprometido seriamente con los valores cristianos. Los valores cristianos no pueden salvar a nadie y nunca lo harán. El evangelio de Jesucristo no es un valor cristiano, y la comodidad con los valores cristianos puede cegar a los pecadores de su necesidad por el evangelio.
Esta simple frase no puede comunicar con precisión la comprensión de esta madre, pero parece que es perfectamente coherente con el contexto más amplio de la cuestión y la fuente de los consejos que buscaba.
Los padres que crían a sus hijos sin nada más que valores cristianos no deben sorprenderse cuando sus hijos abandonan esos valores. Si el niño o joven no tiene un firme compromiso con Cristo y con la verdad de la fe cristiana,
los valores no tendrán carácter vinculante, y no debemos esperar que lo tengan. La mayoría de nuestros vecinos tienen un compromiso con los valores cristianos, pero lo que necesitan desesperadamente es la salvación de sus pecados. Esto no se consigue en los valores cristianos, no importa cuán fervientemente se sostengan.
La salvación viene sólo por el evangelio de Jesucristo.
Los seres humanos son moralistas naturales de nacimiento, y
el moralismo es el más potente de todos los falsos evangelios. El lenguaje de los “valores” es el lenguaje del moralismo y el protestantismo cultural –lo que los alemanes llaman
Kulturprotestantismus- es la religión que produce cristianos culturales; y el cristianismo cultural pronto se disipa en el ateísmo, el agnosticismo y otras formas de incredulidad.
El Cristianismo Cultural es la gran denominación del moralismo, y demasiadas personas de la iglesia deberían reconocer que su religión es sólo cristianismo cultural, y no fe cristiana genuina.
El lenguaje de los valores es lo que queda cuando la sustancia de la fe desaparece. Trágicamente, muchas iglesias parecen perpetuar su existencia por valores, mucho tiempo después de abandonar la fe.
No debemos orar para que desaparezca la moralidad cristiana o para que los valores cristianos se evaporen. No debemos orar para vivir en Sodoma o en la revista Vanity Fair. Pero
incluso una cultura marcada por los valores cristianos está en desesperada necesidad de evangelización, y esa evangelización requiere el conocimiento de que los valores cristianos y el evangelio de Jesucristo no son la misma cosa.
Oro para que esta joven y su madre encuentren esperanza y confianza en la salvación que viene sólo a través de Cristo — no por los valores cristianos. De lo contrario, estamos frente a algo más que a una mujer joven “cometiendo un grave error con su vida.” Estamos hablando de lo que es importante para la eternidad.
Los valores cristianos no pueden salvar a nadie.
Traducción: Tan Molina
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