Una noticia parece haber pasado desapercibida a muchos españoles. El gobierno va a poner en marcha una norma que excluirá de la sanidad pública a los inmigrantes irregulares.
Con este gesto se pone fin a la sanidad gratuita y de calidad que había hecho de España uno de los países más solidarios del mundo.
No me gusta hablar de política, pero la vida se convierte en política todos los días. Hace dos semanas el gobierno de España terminaba con la sanidad gratuita y universal. Seguían dándose algunos servicios mínimos a embarazadas, enfermos crónicos y casos de emergencia, pero los inmigrantes irregulares perderían el derecho a acudir a su médico de cabecera o a un especialista.
A muchos prudentes y venerables cristianos esta medida les puede parecer buena e incluso razonable. Los inmigrantes ilegales son invitados no deseados y como a tales debe tratárseles, se piensa en círculos religiosos. La Iglesia Católica no se ha manifestado tampoco en este sentido. Aunque sea la mayor beneficiaria de las subvenciones del estado y esté exenta de casi todos los impuestos.
¿Por qué los protestantes españoles no han puesto el grito en el cielo? Muy sencillo, porque el cielo puede esperar. No importa lo que digan las leyes levíticas sobre el trato al extranjero.
Después de explotar a los inmigrantes, darles un salario de miseria y hacerles vivir en condiciones infrahumanas, no hay nada más que ir al campo español para ver esta realidad, ahora simplemente estorba. Han llegado las vacas flacas y no hay sanidad ni educación para todos.
Queridos hermanos, doctos en la ley, se nos ve el plumero. ¿Somos cristianos o burgueses privilegiados; vivimos conforme a nuestra fe o conforme a los pensamientos de este mundo?Nuestros hechos hablan más fuertemente que nuestras palabras.
Ayudar a los necesitados y al extranjero no es de derechas ni de izquierdas, es de justicia. Me temo que algunos al único consejo de Jesús que obedecen es al de “los pobres siempre estarán con vosotros”.
Cuando los derechos se recortan los cristianos debemos protestar, pero cuando además es un derecho fundamental, debemos hacerlo contundentemente.
Esta plaga racista se extiende por toda Europa y está inspirada en el Lepenismo: “los franceses primero”. Aunque lo que realmente quiere decir es únicamente los franceses.
Lo malo es cuando el presidente de la República Francesa lo dice en un debate televisado. Él, que es hijo de judíos húngaros. ¿Qué hubiera hecho su padre si le hubieran aplicado a su familia el mismo trato que el da a los inmigrantes franceses? Pero los Sarkozy provienen de una familia noble y eso les convirtió en residentes extranjeros no inmigrantes ilegales.
Soy ilegal, porque como dijo Jesús: Mi reino no es de este mundo. Somos extranjeros y advenedizos. Para el que no conozca el significado de la palabra advenedizo, significa exactamente que somos intrusos en este mundo con sus valores y principios egoistas.
La próxima vez, cuando mires al hermano de tu iglesia o al vecino a alguien que conozcas ilegal, dile a la cara que piensas que sobra, que molesta y nos está gastando los recursos. Pero ten cuidado, no sea que te pase como Elías y a la viuda de Sarepta, y que termines tú mendigando el pan del que hoy llamas extranjero.
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