Su concepción sobrenatural puso a Jesús en una clase única, porque es el único que ha existido como Dios y hombre a la vez.
Según el texto del Credo, la concepción de Cristo fue milagrosa, sobrenatural, como consta en la Biblia. En su capítulo de fe sobre la Persona de Cristo, los autores del Credo apostólico añaden éste: Que Cristo "fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo...".
Los antiguos teólogos decían que la encarnación es un "revestimiento". El Padre y el Espíritu Santo ayudaron al Hijo a revestirse temporalmente de una naturaleza humana. Lo hizo sin perder por ello su esencia divina.
Mateo y Lucas son los narradores del misterio. En la versión de Mateo se afirma que lo engendrado en el vientre de María, "del Espíritu Santo es" (Mateo 1:20). La de María fue una concepción puramente espiritual. Así lo cuenta Mateo: "El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo" (Mateo 1:18). El texto de Lucas tiene mayor fuerza teológica. Dice: "Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios" (Lucas 1:35).
Aquí se unen dos de las tres Personas de la Trinidad, "el Altísimo" y "el Espíritu Santo" para llevar a cabo ese revestimiento al que me referí anteriormente.
El comentario que hacen, en su versión de la Biblia, los profesores de Salamanca, da esta explicación al texto de Lucas 1:35: "¿Qué significa aquí la expresión "cubrir con su sombra"? Los diversos significados con que aparece usada -oscurecer, cubrir de tinieblas, cubrir, velar, proteger, defender- no convienen a este propósito, pues aquí no se trata de "proteger" ni de "velar" o "cubrir", sino fecundar. Sólo cabría pensar que el autor le daba un significado nuevo. Pero éste, si no se lo explica, ¿cómo saberlo? Máxime en un vocabulario que tiene sus "alusiones" constantes al Antiguo Testamento y con cuyas citas o alusiones están elaborados estos dos primeros capítulos de Lucas.
En efecto, en el Viejo Testamento se lee que en el tabernáculo se hacía sensible la presencia de Dios en forma de nube. Y Lucas mismo dice, en el pasaje de la transfiguración, que "mientras estaban hablando (se refiere a los apóstoles) apareció una nube, y los cubría con su sombra, y quedaron atemorizados al entrar en la nube", porque era símbolo de la presencia de Dios. Además hay que notar que la "virtud del Altísimo" significa Dios. En Lucas, en el proceso del Sanedrín, dice que Cristo se sentará a la derecha "del poder de Dios". "Poder de Dios" es sinónimo de Dios.
Por tanto, esta frase del ángel significa que el Espíritu Santo -la acción divina- fecundará sobrenaturalmente a María; que por esa fecundación la "virtud del Altísimo" -Dios- "bajará" a ella, "estará" en ella, como en el tabernáculo. Pero el presentar así a María como templo, es decirle que el que en ella va a morar es Dios; que su Hijo, por el que ella va a ser tabernáculo y templo, es el Hijo de Dios.
"Por eso, lo nacido santo será llamado Hijo de Dios".
En su "Cristo de Velázquez", monumento poético a la figura del Salvador, Miguel de Unamuno dedica unos cálidos versos al misterio de la concepción sobrenatural de Cristo. Dice Unamuno:
"Te envuelve Dios, tinieblas de que brota
la luz que nos rechazas; escondida
sin tu pecho, su espejo. Tú le sacas
a la noche cerrada el entresijo
de la Divinidad, su blanca sangre,
luz derretida; porque Tú, el Hombre,
cuerpo tomaste donde la incorpórea
luz, que es tinieblas para el ojo humano
corporal, en amor se incorpora.
Tú hiciste a Dios, Señor, para nosotros.
Tú has mejido tu sangre, tuya y nuestra,
tributo humano, con la luz que surge
de la eterna infinita noche oscura,
con el jugo divino. Y es herida
que abrió el fulgor rasgando las tinieblas
de Dios, tu Padre, el sol que ardiendo alumbra
por tu pecho, de hirviente amor llagado".
"Como la leche de María, blanco,
nata de la Humanidad, puro aliento
que al cuerpo le da paz. Porque es la leche
cándida flor de amor de las entrañas
de la madre, de amor que se da en pábulo.
Dios te engendró de la Sabiduría,
que es humana y es virgen, en el vientre,
y con su leche te nutrió, y creciste
en fortaleza y en saber y en gracia,
morando en los desiertos hasta el día
cuando, a la obra maduro ya, surgiste
de las aguas corrientes del Jordán".
Porque fue engendrado del Espíritu Santo, porque nació de María virgen, porque vino al mundo sin huella del pecado original, Cristo nos pudo reconciliar con el Padre, siendo nuestro camino, y puente, y puerta a la eternidad del paraíso.
Alguien preguntará: si Cristo existía desde la eternidad y era uno con el Padre, ¿por qué hubo de hacerse carne y sangre? La respuesta la tenemos en la epístola a los Hebreos, donde leemos: "Porque ciertamente no tomó a los ángeles, sino a la simiente de Abraham tomó. Por lo cual, debía ser en todo semejante a los hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel pontífice en lo que es para con Dios, para expiar los pecados del pueblo. Porque cuanto El mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados" (Hebreos 2:16-18).
En este pasaje tenemos cuatro razones específicas por las cuales Cristo hubo de hacerse hombre: primero, para poder ser como el resto de sus hermanos, la humanidad; segundo, para poder llevar a cabo la reconciliación y expiación de los pecados del pueblo; tercero, para poder destruir al que tenía el imperio de la muerte, es a saber, el Diablo; y cuarto, para llegar a ser misericordioso y fiel pontífice en lo que es para con Dios. Jesús fue como los demás hombres en aquellos aspectos de nuestra naturaleza humana. Y esto hizo posible su identificación con los problemas humanos.
Su concepción sobrenatural puso a Jesús en una clase única, porque es el único que ha existido como Dios y hombre a la vez. Cristo es el único ser que ha vivido una vida perfecta, sin pecado: pero no porque no fuese tentado, como se podría pensar. El autor de la epístola a los Hebreos nos dice que Cristo fue "tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado" (Hebreos 4:15). Los enemigos contemporáneos de Jesús le vigilaban día y noche para poder hallarlo en falta y acusarle. Y aun cuando buscaron testigos falsos contra El, hasta el mismo Judas hubo de reconocer que había consentido en entregar a un inocente (Mateo 27:4).
Tal como escribió el apóstol Pedro, "no hizo pecado; ni fue hallado engaño en su boca" (1ª de Pedro 2:22).
El apóstol Pablo nos dice que Dios "quiere que todos los hombres sean salvos, y que vengan al conocimiento de la verdad... Porque hay un Dios, asimismo un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1ª Timoteo 2:4-5). Entre Dios y el hombre no puede haber mejor intermediario que el propio Hijo de Dios. Es el perfecto reconciliador, porque Su obra alcanza el cielo y la tierra. Cristo es nuestro Salvador, nuestro representante ante Dios. Es también nuestro Sumo Sacerdote, el único camino que nos lleva a Dios. El mismo dijo: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" (Juan 14:6). Nosotros sólo podemos llegar hasta Dios por medio de Cristo. Y Dios puede acercarse a nosotros por el mismo medio, por el único puente existente entre Él y Sus criaturas.
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