El cántico de María nos interpela para que nos acordemos de los pobres y de los hambrientos, mientras que clama contra los ricos acumuladores.
¡Cántico de Adviento! El Cántico de María. Este Canto refleja de alguna manera el contenido del Evangelio del Jesús que venía, que se acercaba, que iba a nacer. ¡Qué importante es este Cántico de Adviento para la vida cristiana en relación con el prójimo, con las prioridades de Jesús y su Evangelio!
Sí. Son fechas de Adviento. Nos acercamos a la Navidad. No está mal recordar en esta época a Elisabet y a María. Vemos a María corriendo hacia la montaña a una ciudad de Judá para ir a casa de Zacarías y saludar a Elisabet. Se nos cuenta como la criatura que ésta llevaba en su vientre, saltó. Fue el salto de alegría que inspiró a Elisabet a lanzar la expresión dirigida a María: “Bienaventurada”. Creíste y se cumplirá lo que dijo el Señor. Entonces fue cuando María se sintió inspirada para comenzar a recitar su cántico reflejo del Evangelio de Jesús.
¡Bello Cántico de Adviento! Es un Cantar tremendamente comprometido, pero ¿es que acaso el Evangelio no está en compromiso con nuestra historia, con nuestra sociedad? ¡Recitemos el Cántico de María! ¡Qué poco cantamos o recitamos los cristianos este cántico! No sé la causa de que no lo cantemos al menos en fragmentos. Quizás sea porque nos interpela para que nos acordemos de los pobres y de los hambrientos, mientras que clama contra los ricos acumuladores. Para el Cántico de María, el vivir sin acordarse de los pobres y de los empobrecedores, es dar la espalda al Evangelio. Es por eso que es un cántico comprometido que nos avergüenza un poco.
¡Alabemos en estos días de Adviento con el Cántico de María! Su contenido nos llena de estupor y está en contracultura con los valores que reinan hoy en el mundo. Escuchad: “Quitó De los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos”. Es lo que dice el Cántico proclamando el Evangelio.
Es un Cántico que, siguiendo las líneas de lo que después será el Evangelio de Jesús, proclama a un Dios, unas Buenas Nuevas contrarias al proceder de los ricos acumuladores de este mundo. Si estos valores asustan a nuestras congregaciones, no deberían celebrar el Adviento, se deberían parar y reflexionar sobre el contenido de las palabras de Jesús. Quizás entonces comenzarían a entender el Cántico.
¡Anímate a celebrar el Adviento con el Cántico de María! En un mundo como el de hoy en el que la riqueza se considera un prestigio para los que la han acumulado, es difícil celebrar bien el tiempo de Adviento en sus auténticas líneas comprometidas. La celebración auténtica del tiempo de Adviento presupone la denuncia contra los desequilibrios económicos, la condena de las acumulaciones de riquezas y la solidaridad con los pobres.
La humildad del cántico nos llama a la reflexión. El Cántico de María nos presenta a la madre de Jesús hombre como lo contrario a la soberbia y el orgullo de los poderosos: “Mi espíritu se regocija en Dios mi salvador, porque ha mirado la bajeza de su sierva”. Así, el espíritu del Adviento es el humillarnos ante el Dios poderoso y gozarnos en el Señor pueda mirar la bajeza de sus siervos. Por eso este Cántico insiste: “Esparció a los soberbios”.
¡Canto de María, Cántico evangélico! Yo creo, sinceramente, que el Cántico de María está en total consonancia con los valores del Evangelio, con las prioridades de Jesús. Es por eso que, ni el Adviento ni la Navidad, deberían ser fiestas tan consumistas. Esta época nos debería lanzar a la vivencia de la humildad cristiana, del desprendimiento, del compartir, de la denuncia a los que se han enriquecido poniendo sobre sus mesas la escasez de los pobres como nos dice la Biblia hablando de los acumuladores de este mundo.
¡Que no te asuste este Canto de Adviento! ¿Acaso nos da miedo el enfrentarnos al Cántico de María y aceptarlo poniéndolo en práctica contra los opresores, enriquecidos y acumuladores y estamos más tranquilos admirando a los enriquecidos y dándoles un prestigio que no merecen?
El Cántico de María nos lanza al mundo injusto: Hay que colmar de bienes a los hambrientos y hacer que los ricos noten su vaciedad. La verdad es que es duro, pero es un mensaje bíblico. Es un mensaje de María mientras que su espíritu se regocijaba en Dios su Salvador: “Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador”, dice un párrafo del este Cántico. En esa conexión con Dios recita su Cantico de Adviento.
Cántico necesario para la posibilidad de vivir un Evangelio integral, para conseguir la auténtica vivencia de le espiritualidad cristiana. ¡Cantad la integralidad del Evangelio aunque esto nos pueda causar problemas ante los valores antibíblicos del mundo! No tengáis miedo, vosotros los cristianos, de posicionaros contra la acumulación de los ricos que desequilibran la balanza del reparto de los bienes del mundo. Si lo dice la Biblia, María, Jesús, ¿por qué hemos de callarnos nosotros?
Quizás los cristianos hoy deberían rescatar del olvido bíblico el concepto de bajeza en el que se ve María y el concepto de sierva, de siervo. Vivimos, a veces, un cristianismo demasiado cómodo y poco comprometido con los pobres de la tierra. Eso es, simplemente, contracultura bíblica. Quizás, en este Adviento, en la Navidad o siempre mientras vivamos siguiendo al Maestro, debemos posicionarnos en este parámetro: “La bajeza del siervo”. Gracias, Señor, por inspirar a María para dejarnos este ejemplo, esta línea a seguir.
Dios, tú miraste la bajeza de tu sierva María. Contempla también la nuestra y que no te defraude nuestra soberbia, nuestro egoísmo, nuestro deseo de riquezas, de gloria humana. Si te defraudamos, ¿para qué nos esforzamos en la celebración del Adviento, en la celebración, un poco después, de la Navidad? ¿Lo vamos a celebrar desde los parámetros de la sociedad de consumo?
Quizás la bajeza de María, la sierva, sea la mayor altura espiritual, la mayor grandeza espiritual, la mayor riqueza ante el Señor. María pone este valor, la bajeza, como el fundamento de su regocijo en el Señor. “Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque ha mirado la bajeza de su sierva”. Desde ahí es desde donde María pudo componer su Cántico de apoyo a los pobres y hambrientos y de rechazo y envío en vaciedad a los ricos de este mundo que, lógicamente, también podrán salvarse si se arrepienten y comparten.
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