Tras semanas de campañas políticas de todo tipo llegan, por fin, las elecciones municipales y autonómicas. ¿Para qué sirven? ¿Qué nos jugamos? ¿Qué valor tiene votar? ¿Y cómo comportarnos a partir del lunes, cuando ya hayamos votado? Preguntamos a Manuel Suárez, Vicepresidente de la Alianza Evangélica Española y del Grupo de Participación Pública sobre algunas de estas cuestiones.
Pregunta.- Llegan las elecciones locales y autonómicas. Sobre todo las locales, son elecciones de cercanía, en el sentido de que podemos analizar de cerca a los candidatos. Teniendo esto en cuenta, ¿en qué aspectos deberíamos fijarnos, a la hora de decidir nuestro voto?
Respuesta.-Se trata de unas elecciones en las que no se dilucidan cuestiones de política general, sino municipal; sin duda nos fijaremos más en las cualidades de la persona, porque buena parte de la política municipal no obedece a criterios ideológicos, sino de gestión. Así, invito a preguntarnos sobre cada candidato:
¿Es cercano a la ciudadanía? ¿O sólo lo vemos de cerca en la campaña electoral?
¿Ofrece razones para confiar en él? ¿Dice la verdad? ¿Reconoce abiertamente y sin disculpas sus errores? ¿Tenemos evidencias de que acepta o exige “mordidas” a las empresas que contratan con el ayuntamiento? ¿Son públicos e igualitarios los concursos de contratación?
¿Rinde cuentas por iniciativa propia? ¿Cómo es su relación con la oposición? ¿Aplica el rodillo cuando puede, o pacta? ¿Cuál es su grado de libertad e independencia de su partido? ¿Obedece a órdenes de partido o está dispuesto a plantarse en defensa de nuestra ciudad? ¿Es populista o es responsable?
Si ha sido ya alcalde, ¿hasta dónde ha dejado que llegue el déficit presupuestario? ¿Y cuánto ha gastado en medidas puramente propagandísticas y de imagen? ¿Cuánto ha (mal)gastado en las fiestas locales?
¿Cuál es su modelo de ciudad? ¿Qué tipo de ordenación urbanística propugna? ¿Favorece la creación de espacios de convivencia y humanización de la ciudad? ¿O promueve la especulación? ¿Qué hace para defender el comercio local?
¿Cuál es su modelo de integración de la ciudad en la ordenación territorial de la autonomía? ¿Me convencen sus políticas sectoriales en tráfico, seguridad, cultura, educación, comercio, juventud, etc.? ¿A dónde conducen sus propuestas? ¿Son realistas?
¿De qué personas se acompaña?
Pregunta.- Los barómetros indican que en España nos preocupa la corrupción, especialmente en los ámbitos locales y autonómicos. A la vez, nadie parece tener idea de qué es lo que puede hacer un ciudadano de a pie para ayudar a frenarla. ¿Qué crees que podemos hacer para confrontar a las personas gestionan mal el poder?
Respuesta.-Como ciudadanos en general, echarlos, no permitir que vuelvan a presentarse a unas elecciones y en su caso entregarlos a la justicia.
Los evangélicos, como grupo social minoritario, ¿qué podemos hacer? En primer lugar, informarnos e informar a los demás de las situaciones de corrupción. Los corruptos se hacen vulnerables cuando sus acciones son sacadas a la luz.
En segundo lugar, exigir responsabilidades políticas, que tienen fronteras más estrictas que las judiciales. En un reciente artículo decía que las escuchas del caso Gürtel pueden haber sido ilegales, lo que puede anular las pruebas inculpatorias, pero lo que allí se escucha no lo inventó Garzón, y así los imputados pueden salir absueltos legalmente, pero deben rendir responsabilidades políticas.
En tercer lugar, los evangélicos podemos reclamar una regeneración moral de la sociedad, ofreciendo nuestro modelo ético como referencia; por ejemplo: la mentira, aunque dé satisfacciones transitorias a algunos, degrada la democracia y tiene resultados económicamente medibles, como prueba la crisis desencadenada por las hipotecas-basura. Lo peor de la corrupción en España no es su extensión, sino la tolerancia de la sociedad civil hacia ella; nos escandalizamos de la corrupción de altos vuelos, pero es también corrupción la economía sumergida, y la ética social mayoritaria la asume bien, con ejemplos que van desde las facturas sin IVA hasta los empleos no declarados. La sociedad debe escuchar nuestra voz y conocer nuestro modelo ético.
Pregunta.- La semana pasada se dio la manifestación de evangélicos en Madrid, contra el cierre indiscriminado de templos. También la reunión con Ana Botella. ¿Tiene un impacto, este tipo de “involucración política” de los creyentes?
Respuesta.-Pregúntaselo a Ana Botella. Las manifestaciones son muy eficaces como un instrumento insertado en una estrategia de presión política; la presión política (no la manipulación ni el chantaje) es legítima y necesaria. No hay que pedir disculpas para salir y expresar ante la ciudadanía nuestras reclamaciones; no hay que pedir disculpas para reclamar; recordemos a Pablo reclamando que no podía ser azotado porque era un ciudadano romano. Los protestantes hemos ayudado a construir la sociedad civil democrática y el involucramiento político de los evangélicos en acciones como la que citas forma parte de nuestra responsabilidad cívica ante el Señor, ante los demás hermanos y ante la sociedad.
Una manifestación tiene que a) formar parte de una estrategia más amplia para conseguir un fin definido; así, debe haber medidas previas y prever actuaciones posteriores de continuidad b) tener un mensaje único y claro c) asegurar la presencia de todos los colectivos comprometidos, que todos se sientan protagonistas d) ser preparada de forma que se asegure un éxito razonable; esto incluye el diseño, la convocatoria, el sitio y la hora, la coordinación y las medidas para asegurar la presencia de los medios de comunicación. Felicito a los hermanos organizadores de la manifestación de la que hablamos, porque creo que ha cumplido con estos criterios.
Pregunta.- ¿Qué importancia tiene que las comunidades cristianas de una ciudad busquen un contacto regular con los regidores y el alcalde durante la legislatura? ¿Cómo deberíamos introducirnos ante los cargos electos? Y, ¿qué puede ofrecer una iglesia local a su ciudad?
Respuesta.-Creo que tenemos una imagen pobre de nuestro lugar ante los cargos electos; tenemos que cambiar nuestra actitud. Hay que saber ocupar nuestro lugar; así, no hay que pensar de entrada en que eres tú quien tiene que dar explicaciones, sino es la autoridad elegida por todos nosotros quien tiene que dar explicaciones. Por otra parte, cuando vas a visitar a alguna autoridad, es frecuente verle ponerse a la defensiva y en sus ojos ves la pregunta “¿qué me vienen a pedir estos?”. Cuando le dices que no vienes a pedir, sino a ofrecer, le desconcierta y se hace más sensible a tus propuestas.
Los evangélicos somos un instrumento de transformación social, de humanización de la ciudad. Si usamos la imaginación, surgirán posibilidades de colaboración con las autoridades; sobran experiencias de esto en muchos lugares.
Debemos introducirnos ante ellos sin complejo de minoría, sin buscar las migajas del “favorcito”, con la convicción de que tenemos propuestas realistas y eficaces. Debemos renunciar a circunloquios, ir al grano, y para eso hay que llevar un plan concreto, con objetivos a conseguir y programas claros a presentar.
También debemos dejar claro que no nos casamos con nadie, que somos leales, y esa lealtad incluye reclamar rendición de cuentas de las autoridades. A los alcaldes les encanta mostrar lo que están haciendo, pero hay que comparárselo con lo que ofrecieron en su programa electoral.
Una última recomendación: en pre-campaña no vayas a pedir nada, porque te encontrarás con que a cambio te pedirán el voto, te venderán la luna, te ofrecerán lo que pidas y se olvidarán el 23 de mayo. El 23 de mayo es cuando hay que ir a hablar con ellos.
PARTICIPAR MÁS ALLÁ DEL 22-A
Pregunta.- Cuando se habla de la necesidad de involucrarse en política, muchos lo descartan porque sólo piensan en la posibilidad de hacerse militante de un partido político. ¿De qué otras formas crees que los cristianos deberían involucrarse en el “decision-making” (sin presentarse en alguna lista política)?
Respuesta.-Justamente la vida municipal es un claro ejemplo de que la política trasciende la actividad partidaria. La acción municipal, interactuando directamente con el ayuntamiento, o a través del movimiento ciudadano (asociaciones de vecinos y demás) no requiere la militancia en un partido.
Las iniciativas a-partidarias como la que vemos en estos días reclamando más “Democracia Real” pueden llegar muy lejos. Las campañas cívicas de grupos sociales como los que defienden la vida tienen eficacia.
Los grupos que hacen análisis de la realidad social y presentan en público sus conclusiones mostrando el grado de cumplimiento de los programas electorales, fomentan la responsabilidad cívica, tienen eco en los diferentes grupos políticos y son un reto para los gobernantes. Nuestra experiencia en la Alianza Evangélica con el OCI (Observatorio Cívico Independiente) así lo demuestra.
Peguntas.- Dices en tu artículo “Cristianismo e identidad nacional” (en el Básico Andamio Responsabilidad Social y Política del Cristiano, 2011) que los cristianos tienen la responsabilidad de orar por sus ciudades (Ez. 22:30). ¿Crees que entendemos esto en toda la profundidad y seriedad que tiene?
Respuesta.-Los cristianos no siempre somos conscientes de la influencia que tiene nuestra presencia en medio de nuestra sociedad; debemos volver a descubrir en la Biblia esta realidad. Nuestra presencia es un elemento de regeneración, de impregnación de los beneficios del Reino de los cielos en nuestro entorno.
Orar por nuestras ciudades y naciones no es orar debajo de la calabacera de Jonás, sino es orar como Nehemías, desde dentro de las murallas caídas de Jerusalén, comprometidos con nuestra ciudad, en tantos sentidos con sus murallas también derruidas. Y orar como Nehemías es acompañar la oración de acción, de reconstrucción, analizando la realidad y poniendo las manos a la obra.
UN VISIÓN EQUILIBRADA
Pregunta.- “Conoce a tu pueblo, conoce su alma, sumérgete en ella, aprende de ella, mira el mundo desde ella, y pon en ella la luz de la Verdad”, comentas en el artículo. Tendemos a pensar que no debemos involucrarnos demasiado con el mundo, ¿por qué tu insistencia en identificarnos con las raíces de la cultura en la que vivimos?
Respuesta.-Porque Dios nos puso en ella. La cultura no es un invento del diablo, sino de Dios. La Palabra de Dios debe ser comunicada y una de las más grandes cosas que podemos hacer es comunicarla en su integridad, asegurándonos de que es entendida. Jesús la transmitió en arameo, no en un idioma transcultural, no en latín ni en griego, sino en arameo, insertado en la cultura popular de su entorno; de igual manera Dios espera que nos empapemos de la cultura de nuestro pueblo, que conozcamos en profundidad sus códigos para comunicar la Palabra a nuestro pueblo desde dentro, no desde la empobrecedora renuncia a la identidad cultural propia. Uno de los mayores problemas de comunicación de los evangélicos ha sido nuestro lenguaje ininteligible, propio para iniciados, un muro para la evangelización.
Pregunta.- ¿Cómo combinar el hecho que “nuestra ciudadanía está en los cielos” con el hecho de “buscar el bien de nuestra ciudad”? ¿Cómo encontramos un buen equilibrio entre estos dos mandatos?
Respuesta.-Es malo vivir como si fuésemos del mundo. Es malo vivir como si no estuviésemos en el mundo. No somos del mundo, y por eso percibimos la hostilidad del mundo hacia nosotros y nuestros valores. Estamos en el mundo y por eso amamos a quienes nos rodean y buscamos ser bendición para ellos. Somos hijos de Dios, quien extiende Su gracia común sobre todos, haciendo llover sobre buenos y malos. Mientras pisemos la tierra, tenemos la misión de trabajar por el bien de esta tierra, y su humanización. No podemos vivir pasando de puntillas sobre ella.
A LA HORA DE DEPOSITAR LA PAPELETA
Pregunta.- Por último, ¿qué idea es útil que se tenga en mente el domingo, cuando vayamos a votar?
Respuesta.-Votar es algo realmente serio, supone una importante responsabilidad, es delegar poder en alguien, pero no para olvidarse después, sino para exigir cuentas. Votar en las próximas elecciones locales es comprometerte con tus vecinos, con tu ciudad, forma parte de tu sometimiento a la soberanía de Dios, quien estableció la autoridad civil como un instrumento de modulación del poder. Por eso antes de salir a votar debes orar, analizar, elegir desde un criterio informado, y después seguir ejerciendo tu responsabilidad cívica, reclamando explicaciones a aquellos en quienes delegaste poder y colaborando activamente en la humanización de tu ciudad.
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