El primer documento colectivo en pro de los derechos de la mujer liderado por mujeres evangélicas e inspirado en los principios bíblicos: la denominada Declaración de Seneca Falls
La historia protestante en general y el movimiento de la Reforma en particular también tienen nombre de mujer. Durante toda la historia de la humanidad, la participación de las mujeres ha sido invisible y olvidada y en los mejores casos interpretada por varones. Pero las mujeres protestantes tenemos historia, hubo mujeres que contribuyeron a la Reforma Protestante. Mujeres claves apenas conocidas que influenciaron de una manera contundente: Margarita de Navarra, Juana de Albret- reinas españolas- Argula von Grumbach, Catalina Von Bora y tantas otras.
A lo largo de la historia, la condición de las mujeres ha sido de sumisión, desigualdad y opresión. El siglo XVI no fue la excepción, continúa la historia de sumisión a valores y normas masculinas. Pero la Reforma trajo el primer rayo de luz que produjo ciertos cambios en esta situación: el sacerdocio universal (hombres y mujeres), la lectura individual de la Biblia (por lo tanto la alfabetización de las mujeres también) la igualdad y dignidad de todo ser humano ante Dios, la libre interpretación y libre conciencia etc. Esto se tradujo en un mayor valor de las mujeres: la revalorización de la mujer casada, como compañera, la visión de la sexualidad como buena en el matrimonio, y mayor libertad para las mujeres cultas, como el caso de grandes escritoras, reformadoras religiosas y reinas. Pero fue prácticamente nulo el cambio real en cuanto a los derechos de las mismas. Tenemos que esperar hasta el siglo XIX y la llamada 2ª Reforma para empezar a ver los movimientos en pro de los derechos de la mujer y los primeros cambios.
El renacimiento norteamericano protestante fue decisivo en el impulso de estos movimientos a favor de la mujer, y Nueva Inglaterra fue su cuna. Los movimientos europeos de la Reforma más radical que fueron perseguidos en Europa tuvieron que huir y llegaron a las costas de América, y su fe y sus principios reformadores y democráticos se propagaron rápidamente. Promovían la formación profesional y académica de las mujeres sobre la base de profundos principios cristianos.
Las mujeres de los pastores protestantes se van encontrando asociadas al ministerio de sus maridos desarrollando tareas docentes y sanitarias en su comunidad así como de cierta dirección espiritual. Lideran y apoyan movimientos abolicionistas y movimientos antirracistas, con las hermanas Grimké a la cabeza. En 1834 se fundó la Sociedad Reformista Femenina Neoyorquina, presidida por Lydia Finney, que trabajó para mantener a mujeres fuera de la prostitución. Otras líderes, como Dorothea Dix, enfocaron sus energías en la reforma de la prisión en la década de 1830. Finalmente, el movimiento abolicionista unió de nuevo a las mujeres.
En 1837 se celebró en Nueva York el Primer Congreso Antiesclavista Femenino, organizado por tres sociedades antiesclavistas femeninas. Y el Congreso Antiesclavista Mundial se celebró en Londres en 1840. De la delegación norteamericana en Londres formaban parte cuatro mujeres que, sin embargo, no fueron bien recibidas en Inglaterra, todo lo contrario. El Congreso, escandalizado por su presencia, no las reconoció como delegadas e impidió que participaran. Las cuatro mujeres tuvieron que seguir las sesiones tras unas cortinas.
Ante esta discriminación decidieron convocar otra convención para defender los derechos de las mujeres. Se celebró en la capilla wesleyana del barrio textil de Seneca Falls, los días 19 y 20 de julio de 1848 con el objetivo de discutir "la condición social, civil y religiosa de la mujer" y se convirtió en el primer foro público y colectivo de mujeres. La convocatoria fue fue impulsada por Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott. Participaron hombres y mujeres y de aquí surge el primer documento colectivo en pro de los derechos de la mujer liderado por mujeres evangélicas e inspirado en los principios bíblicos: la denominada Declaración de Seneca Falls, aprobada el 19 de julio de 1848
En este contexto surge también el movimiento a favor de la educación superior de la mujer que dio lugar a la fundación una serie de Colleges para cursar estudios superiores a las mujeres. Entre las que se formaron aquí está A.Gordon Gulik, fundadora en España del Instituto Internacional de señoritas. Esta última llega a España con su esposo en 1871 y fue la impulsora de la educación y formación de las mujeres. El Instituto de los Gulick (el Instituto Internacional para mujeres) es de prestigio nacional, los intelectuales de la época lo conocen, y los Gulick conectan con figuras intelectuales de la talla de los Fliedner, Giner de los Ríos, Usoz Ríos, y Salmerón…ligados a la Institución Libre de Enseñanza, por donde pasarían los grandes escritores del 98 y del 27.
Alice preparó a las tres primeras mujeres licenciadas por libre (porque estaba prohibido que las mujeres asistieran a la universidad), tres mujeres evangélicas: Ester Alonso, Juliana Campo, Marina Rodríguez. Las dos primeras se licenciaron en Filosofía y Letras en 1897. La tercera se licenció en Farmacia en 1900
Como todas ellas, firmes creyentes, queremos seguir en este espíritu. En estas fechas, conmemorando los 500 años de la Reforma, las 95 tesis que Martín Lutero clavó en Wittemberg, y el DIA INTERNACIONAL CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO, queremos denunciar la desigualdad e injusticia que sigue sufriendo la mujer en pleno siglo XXI, clavando nuestras tesis en este medio digital de amplia difusión.
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