Mucho se ha avanzado, pero queda terreno por conquistar.
Hace un tiempo escuché una conferencia interesantísima a cargo de Lidia Martín. Si no la conocéis os la recomiendo. Profesional de la psicología, seria y comprometida cristiana, conferenciante, escritora…esposa y madre, Lidia nos expuso el tema
“Hombres y mujeres: dos perspectivas ante los cambios de la vida”.
No, no atacó a los hombres para decir lo superiores que somos las mujeres (mentira) ni atacó a las mujeres para decir que somos estupendas, pero sólo para la cocina, los niños y la Escuela Dominical. El enfoque fue bastante distinto y más profundo. Comenzó partiendo de la base de que las distinciones tienen un origen cerebral,
biológico y hormonal y como consecuencia psicológico.
Como ella exponía, el cerebro de las mujeres y hombres difiere y éste establece, en buena medida, las destrezas, capacidades y los comportamientos. Si los cerebros del hombre y la mujer son y funcionan de forma desigual, las aptitudes y maneras de ser, también lo serán. El doctor Francisco J. Rubia, catedrático de Medicina de la Universidad Complutense, en su libro
¿Qué sabes de tú cerebro?, indica que cada hemisferio del cerebro tiene funciones específicas. Así por ejemplo, el hemisferio izquierdo se ocupa de lo vinculado al lenguaje, y el derecho de las destrezas visuales y espaciales. En las niñas se desarrolla más el hemisferio izquierdo, mientras que los niños más el hemisferio derecho. Por ello, los niños preferirían actividades como manejar una bicicleta, en tanto que las niñas tienden a ser mejores en el lenguaje. Y por eso los varones se orientan y ubican muy bien, y las mujeres nos perdemos entre dos calles. Pero por eso también podemos las mujeres hacer dos o tres cosas a la vez, y los hombres se agobian.
El núcleo que controla la
actividad sexual crece más en los varones. Otras zonas que manejan la actividad emocional son superiores en las mujeres. Y qué decir de las dichosas hormonas, que nos trastornan completamente, y por lo tanto volvemos locos a nuestros pobres hombres. En la
comunicación también hay variantes fundamentales. En el amor y las relaciones en general, el hombre es de pocas palabras. Su esquema mental le dice que el ya le explicó un día todo lo que la ama y tenderá a no volver a hablar del tema si no cambia su status, es decir mientras la ame. La mujer, por el contrario al ser más emocional requiere expresar y compartir su emoción y sus pensamientos tanto como sea posible para saber cuál es el estado del amor. La mujer requiere sentirse querida, amada, protegida. El hombre admirado y atendido.
La mujer es artista para las relaciones humanas y son para ella una necesidad. El hombre apenas necesita estas relaciones.
No cabe duda que alguien tuvo esta genial idea de crearnos hombres y mujeres. Hay un diseño inteligente, inteligentísimo. Tenemos un Dios con las mejores ideas, ideas perfectas, que lleva a cabo de una manera perfecta
:” Y Dios a su imagen los creó, varón y mujer los creó” El problema es que como seres humanos, imperfectos, limitados y torpes, es decir, corrompidos por el pecado, (aunque podamos ser superinteligentes) estropeamos los diseños y proyectos de Dios. Nada más echemos un vistazo a la Naturaleza, a la familia, a las relaciones de pareja…Ya lo
predijo Dios en Génesis, que
no lo prescribió.
NUESTRAS PREOCUPACIONES
¿Por qué esta introducción? Porque quiero partir de esta base, para deducir que las preocupaciones de hombres y mujeres no son las mismas.Esta es también mi experiencia pastoral. La mayoría de los conflictos de novios y matrimonios empiezan por estas causas,
porque no sabemos entender que somos diferentes, que razonamos de diferente manera, que sentimos diferente… y en nuestras relaciones tenemos que saber llegar al punto de encuentro.
Esto no justifica la opresión y marginación que ha sufrido la mujer a lo largo de siglos. Me declaro defensora de los derechos de la mujer, en igualdad de oportunidades que el hombre y como iguales ante Dios.
La lucha de la mujer por recuperar el lugar que Dios nos dio desde el principio es legítima, cuando se hace en el fundamento del amor.
Queridos varones, estas son algunas de las preocupaciones que muchas veces nos tienen ensimismadas, absorbidas, malhumoradas…y con dolor de cabeza(que no siempre es una excusa):
1.- Madre (preocupada) no hay una sola. Los hijos… el gran tema de la mujer. La naturaleza delega en las mujeres varios de los procesos vinculados a los hijos, como el de la gestación, el parto y el amamantar. La mujer, la gestante, se convierte en la responsable inobjetable de la reproducción de las especies. Y eso está genéticamente grabado. Por supuesto que los varones se preocupan por los hijos. Pero las mujeres más. Es mucho más frecuente que padres abandonen a sus hijos, que lo que lo hacen las mujeres.
A las mujeres nos preocupa la maternidad en todas sus dimensiones. Empezando por las dudas acerca de si podrán o no quedar embarazadas, el pensar si la criatura de su vientre nacerá bien, el dolor por el parto, el temor de si podrán hacer bien sus tareas de mamá. Y luego tememos por los mocos y la fiebre del recién nacido, la socialización del pequeño, los llantos sin razón, que la criatura sea aceptada, su educación, sus amores, sus desamores, sus éxitos, sus fracasos …y por supuesto su vida espiritual.
Madres para siempre… las mujeres tienen en sus hijos la mayor concentración de su energía, de su felicidad, y también, de sus preocupaciones (aviso, luego vienen los nietos…)
2.- Las relaciones en general, pero ante todo con nuestra pareja. Las relaciones están basadas en la comunicación, Sabemos que cuando la comunicación empieza a fallar las relaciones se deterioran. A las mujeres, fundamentalmente comunicativas, nos preocupa tremendamente cómo va nuestra relación; cuando hay un conflicto solemos ser las que damos el primer paso, para restablecer la comunicación, para llegar a una solución. Más que la relación sexual, que para los hombres es vital (no sólo como apetito sexual sino como canal afectivo para ellos) para nosotros es más importante y nos preocupa la relación emocional y afectiva.
3.- Por eso nos preocupa la relación con nuestros hijos y
la relación que nuestros maridos tengan con sus hijos: “no habla con su hijo, no se preocupa de él/ella, no se comunica con su hijo…” todas estas son frases que salen de nuestra boca muy a menudo.
Nos preocupa que nuestros maridos no sean buenos padres.
4.- Nos preocupa porque nos afecta mucho, resolver los conflictos que hay en la familia.Solemos ser las mediadoras para llegar a resoluciones de problemas entre nuestros maridos y nuestros hijos.
5.-Nos preocupa y esto nos estresa y mucho,
el poder llegar a todo, en las tareas de la casa, comidas, preparar el estudio bíblico, visitar al hermano tal y cual, llevar el grupo de intercesión, llamar a fulanito que me ha llamado dos veces…atender todo decentemente. Lo ideal es que este estrés desaparezca poco a poco, si el varón va asumiendo (como ya lo hace) su parte.
6.- Nos preocupan nuestras iglesias, cómo marchan, su buen funcionamiento. Si somos responsables de algún área, nos preocupa el hacerlo lo mejor posible, nos entregamos con responsabilidad y amor. En general en las iglesias es mayor el número de mujeres que colaboran activamente que el de hombres. Y si además eres pastora, imagínate lo que se junta en tu cabeza y corazón. Vivimos con intensidad cada persona, cada familia, nos fijamos en todos los detalles…lo cual a veces genera en nosotras un gran desgaste mental y emocional.
7.- Nos preocupa que se nos siga discriminando en la sociedad, pero más aún en nuestras familias o en nuestras iglesias.No quiero entrar en teología, ni en hermenéutica. Podríamos dejarlo para otro artículo. Pero partiendo del respeto mutuo, quiero decir que me preocupa las pocas mujeres
que aún ocupan cargos de responsabilidad en las iglesias y entidades evangélicas. Y más me duele y me preocupa cuando veo y observo que
“todos admiten que la mujeres valen también para ejercer ciertos ministerios”,
pero en la práctica está muy lejos de ser real.
En los retiros o conferencias, casi siempre son los hombres los conferenciantes principales, no se propone a mujeres. Tampoco para seminarios, talleres Se lucha poco, hay escasas voces que intenten buscar una mujer capaz. Yo creo que las hay. Es cuestión de indagar un poquito…. Entiendo que hay cuantitativamente menos mujeres preparadas para ello, pero es que, como quien dice, acabamos de nacer como seres útiles y capaces. Los hombres deberían ver a las mujeres también como modelos a seguir igual que para nosotros los son ellos en muchos aspectos.
No es afán de protagonismo, ni deseos de poder (que puede darse, pero, por otro lado, el varón tampoco está exento de esta tentación), no, de verdad; es deseo de servir a nuestro Señor, de trabajar para su Reino, con todos aquellos dones y talentos que Él nos ha dado.Recordemos, “ministerio” es “servicio”, si bien el servicio en amor y el trabajo arduo te va confirmando en autoridad. Primero lavar los pies, después todo lo demás, pero os aseguro que las mujeres llevamos lavando los pies muchos años, y seguiremos haciéndolo, porque en el momento que se deja de servir en amor, el “ministerio”, la tarea, pierde su fundamento.
8.- Me preocupan los chistes que se siguen haciendo sobre el tema, las bromas, los ejemplos que se ponen desde los púlpitos, que siempre provocan risa floja y resultan jocosas, como cuando dicen que somos más listas y casi perfectas…me preocupa y me duele. Por favor, que eso es hacernos más tontas. Sé que es producto de la educación y la cultura, pero, dice la Palabra en Romanos 12,
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos según la renovación de vuestro entendimiento….”
CONCLUSIONES
Por todo esto, debemos retomary reafirmar nuestro papel de madres (que dicho sea de paso también se ha abandonado de alguna manera), en un mundo decadente, que cada vez más necesita auténticas madres pero también necesitamos
que los hombresnos abran las puertas, tomen su papel de padres, que trasmitan valores éticos y profundos a nuestros hijos, que ocupen su lugar, que se incorporen al mundo del hogar en profundidad, que se impliquen en la educación, que seamos realmente compañeros en la gran tarea que Dios nos ha encomendado, en el hogar y también fuera del hogar, en el mundo secular y en la iglesia.
Propongo cursos, discipulados, conferencias, seminarios para impartir a los hombres y a las mujeres,
juntos (casi siempre se imparten sólo a mujeres) sobre educación y formación, para ayudarnos a conocer y entender estas diferencias y aprender a manejarlas.
Las mujeres y los hombres estamos en relación, así lo diseñó el Señor, y nos queremos. Debemos buscar el punto de encuentro para comprendernos, respetarnos, entender las preocupaciones de ambos, “c
ambiar juntos, buscar juntos nuestro sitio, trabajar como compañeros, codo con codo. Sin “hembrismos” ni “machismos”, sino volviendo a los principios bíblicos”.
Y en definitiva amarnos porque en el amor garantizo que siempre encontraremos respuestas. Mi experiencia personal, después de 31 años felizmente casada, en Dios y en el amor siempre he encontrado respuestas. Aunque a veces la respuesta
sea “sigue amando, como yo os he amado, hasta el final”.
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