Liam Hemsworth es el protagonista de la película “El poder del dinero”; en ella asume el papel de un joven que quiere ganarlo todo en el menor tiempo posible, con lo que comienza a tomar decisiones equivocadas que comprometen por completo su futuro.
Admira a los líderes de las dos empresas más grandes de su sector, así que comienza a comportarse como ellos, olvidando los consejos que le da su padre, un trabajador retirado que pasó toda su vida trabajando honradamente en una fábrica… pero en el momento en el que su vida comienza a tambalearse, decide hacer lo correcto aunque le cueste todo lo que tiene y le dice a la mujer a la que ama (protagonizada por Amber Heard):
“Una manera de no olvidar quién eres es recordar quienes son tus héroes”
Acaba de darse cuenta de que el mayor héroe en su vida es su propio padre: su honestidad y el querer hacer las cosas bien son lo que realmente merece la pena en la vida… aunque no tenga casi nada materialmente hablando.
Muchas personas se preguntan las razones por las que tenemos tantos problemas hoy en los negocios y en la política, en la sociedad y las relaciones, ¡incluso en las creencias y el mundo espiritual!
¿Por qué una mayoría de personas asumen métodos poco éticos y muchas veces ilegales, para alcanzar sus fines, sean cuales sean?
Creo que estamos viviendo en
un mundo de héroes equivocados: una sociedad que adora a los “triunfadores” sean quienes sean y hayan hecho lo que hayan hecho para llegar a dónde están. Pensamos que vamos a ser más felices cuando estemos en la “cumbre” de lo que sea, y no nos importan los medios para alcanzarla: engaños, mentiras, fraudes, decisiones que hieren a otros, arrogancia, robos… cualquier método es asumido como étictamente correcto por nuestra conciencia si al final salimos bien parados y conseguimos aquello que deseamos. Lo triste es que ya es difícil encontrar diferencias entre creyentes y no creyentes, porque al final, el dios del “éxito” está consumiendo a todos.
Necesitamos parar y pensar quienes son nuestros héroes para poder reconocernos a nosotros mismos. ¿A quienes admiramos? ¿Cómo quién nos gustaría ser? ¿Quién es el espejo de nuestros sueños?
Quiero escribir de una manera personal, pero
no para decir que mi vida es perfecta, sino simplemente para intentar poner en orden parte de nuestro mundo. Si mi “pensar en alto” te ayuda a hacer lo mismo, será genial…
Mis héroes son mis padres: Los he visto trabjar de una manera honesta y sencilla durante toda su vida, y no dudar en perder parte de sus derechos con tal de hacer bien a los demás; no están en ninguna lista conocida en cuanto a “éxito” o ganancias materiales, pero sí ocupan el primer lugar en mi corazón como personas honradas y que aman a Dios. ¡Me gustaría que mis hijas me recordaran a mi de la misma manera!
Porque
mis héroes también son mi mujer y mis hijas (¡heroínas en este caso!) Cada día que paso con ellas es un regalo de Dios, porque quién te ama de verdad lo hace por lo que eres y no por lo que tienes o lo que vales. Por eso héroes son también mis familiares y mis amigos, porque al verlos a todos y al conversar con ellos me encuentro a mí mismo. Sé el valor que tengo para todos, y el que ellos tienen para mí, y no necesito aparentar nada. Héroes son los cientos de personas que encuentro cada día y que se despiertan cada mañana con el deseo de hacer su trabajo bien, a pesar de la rutina, las frustraciones y las injusticias a las que muchas veces se ven sometidos.
Héroes son los que tienen poco pero lo dan todo. Héreos son los que ayudan, los que sirven, los que sonríen aún con lágrimas en el corazón, los que siguen comportándose de una manera justa en un mundo lleno de engaños. Héroes son los que muchas veces reciben burlas de los “listillos” que creen que el mundo les pertenecen.
¡Esas son las personas que admiro! Porque además, sé que no tengo que escalar la montaña del éxito para que me acepten. No tengo que engañar a nadie para que me quieran y yo los quiera a ellos: El verdadaero amor y la verdadera amistad están muy por encima de la arrogancia, el orgullo o la mentira. Todo el que necesita adoradores para que su vida tenga sentido es porque ha desnudado su corazón en el espejo de su peor enemigo: el maligno. Por eso mis héroes son personas normales y corrientes, que se comportan exactamente igual cuando tienen poco o cuando tienen mucho y que viven de la misma manera sean quienes sean los que les rodean; que intentan hacerlo todo de una manera honrada y limpia, aunque se equivoquen a veces como todos lo hacemos.
De verdad, los que engañan y manejan las layes, las circunstancias y las personas a su antojo para lograr todo lo que desean, no me preocupan. No pierdo ni un solo minuto de tiempo en conocer sus nombres ni sus “hazañas”; ni quiero dedicarles más allá de tres o cuatro palabras… porque el problema es que cada uno termina pareciéndose a aquellos héroes a los que admira.
No sé si estás de acuerdo conmigo o no, ni tampoco sé quienes son tus héroes, pero
me gustaría terminar diciendo que todo lo que he escrito tiene sentido sólo cuando miro al “héroe” por excelencia: al que nos creó a ti y a mi y nos conoce por dentro y por fuera; al único a quien jamás podemos engañar pero por esa misma razón, el único que nos acepta incondicionalmente y ante el cual no necesitamos fingir. Si, te estoy hablando del Señor Jesús, de nuestro Creador. Sus cualidades como “Héroe” con mayúscula son infinitas, y toda la bondad que existe surge naturalmente cuando nuestro espejo es Él. Alguien dijo una vez que todos las palabras y los libros del mundo no serían suficientes para definirle, y no exageraba en absoluto: para nombrar las cualidades de un Héroe Infinito necesitamos toda la eternidad…
Pero para volver al principio, dijimos que n
uestros héroes nos recuerdan quienes somos. Cada vez que miramos a Jesús nos encontramos a nosotros mismos, sabemos que somos amados de una manera incondicional, nos sentimos abrazados y descubrimos el sentido de nuestra existencia.
Disfrutando de ese proceso, que dura toda la vida, llegamos a parecernos a Él.
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