A partir de 1868 sería la afluencia de misioneros extranjeros la que impulsó e hizo arraigar el protestantismo en España.
La Comunidad Canaria está bien estudiada respecto a la presencia e introducción de la Reforma (i) en estas islas. Una visión de las Canarias la muestra el anglicano Tomas Debary en Notas de una residencia en Canarias (Notes of a residence in the Canary Islands, the south of the Spain and Algeirs). José Luis Fortes Gutiérrez, José Manuel Díaz Yanes y Agustín Santan entre los historiadores protestantes, están aportando estudios muy eruditos para la comprensión histórica del movimiento reformado. Otros autores como Francisco Fajardo Spínola, Francisco Lemus, Francisco Diez, José Alberto Galván o Nicolás González Lemus, son autoridades que aportan equilibrio en este rescate histórico del protestantismo canario. En mi obra “Los protestantes y la espiritualidad evangélica en el siglo XVI” (Tomo II) no dudé en incluir a Juan Bartolomé de Aventrot, calvinista afincado en Canarias en el siglo XVII, personaje que representa fielmente a los mártires de la Reforma en España, aunque su origen fuese holandés. Francisco Fajardo estudiará la Inquisición y sus víctimas, además de los protestantes que se volvieron a la religión católica. Según Juan B. Vilar en este siglo XVII, la presencia inglesa, especialmente la financiera, fue abundante en las Canarias. Esta abundancia de ingleses creyentes propiciaría trabajos de colportorado y evangelización en Tenerife y Las Palmas, especialmente por el trasiego de barcos que hacían la ruta de África y América.
Las comunidades británicas dispondrían de sus correspondientes cultos en los consulados y dispondrían también de cementerios propios, asunto este que para los españoles siempre resultó ser un grave problema. Para estas congregaciones había una cierta tolerancia, mientras no se atentase contra la religión establecida. La vinculación de los británicos establecidos en Canarias no fue absoluta debido a su religión, pero les permitió cierto nivel de seguridad y desenvolvimiento profesional, especialmente en el comercio de vinos. Para acceder a la plenitud de derechos y avecindarse era necesario ser católico. Para los ingleses con formación evangélica este paso de conversión al catolicismo era difícil, pero cuando hubo preponderancia de irlandeses católicos este equilibrio se rompió y Fajardo Spínola estudia minuciosamente estas conversiones de protestantes al catolicismo. Según este autor en el siglo XVII las reducciones de evangélicos al catolicismo serían unas 89 personas, de las cuales 65 eran británicos, 16 holandeses y el resto europeos del norte. En el siglo XVIII y hasta 1812 aporta 214 reducciones al catolicismo, siendo un 54 % marinos, un 11 % comerciantes, un 6 % sirvientes y el resto a profesiones liberales.
No dejaremos de mencionar la obra de José de Viera y Clavijo, sacerdote católico que llegó a tener autorización para leer libros prohibidos en el siglo XVIII y en su obra aparecida entre los años 1772 y 1783, bajo el nombre de Noticias de la Historia General de las Islas de Canaria, mantiene una postura menos inquisitorial contra los disidentes.
La presión inquisitorial disminuiría al comenzar el siglo XIX, especialmente por la sistemática obstrucción del obispo de Canarias, Manuel Verdugo, al sistema inquisitorial, siendo como era este obispo un ilustrado y tachado también de jansenista por la inquisición local. En este siglo juegan un papel importante los consulados para establecer cultos regulares y servicios propios. Cuando esto no era posible tener un pastor, se aprovechaba cualquier circunstancia de barcos con tripulación protestante, alemanes, holandeses, nórdicos, etc., que se añadían a los servicios religiosos. Algunos de estos barcos regaban las islas con porciones de Escrituras y Tratados religiosos, a veces con la complicidad de los cónsules como era el caso del británico James Grignon y el norteamericano establecido en Tenerife hacia 1860 Philip Bodmann. Llama la atención, sin embargo, que, pese a este ambiente propicio para la introducción de congregaciones autóctonas, las organizaciones misioneras como los metodistas, bautistas, presbiterianos o de hermanos de Plymound que arraigaron en la Península, no tuvieran éxito en Canarias. Cita Vilar (Intolerancia y libertad en la España contemporánea: los orígenes del protestantismo español actual) algunos casos en que hubo congregaciones ocasionales como en el caso del pastor de Santiago desterrado a Canarias en 1844 o el caso de José Vidal, en 1855, casado con una francesa de Estrasburgo, Marie M. Arnau, cristiana evangélica, que vivieron muchos años en Tenerife. No tiene Vilar constancia de congregaciones establecidas anteriores a 1868.
Algunos autores como Roberto Carlos Rodríguez de la Universidad de La Laguna han matizado el hecho diferenciador de un protestantismo autóctono “protestantismo canario” y un “protestantismo en las islas Canarias” referido a congregaciones internacionales independientes formadas por colonias de comerciantes o turistas establecidos, viviendo su cristianismo sin relacionarse con el protestantismo canario. Esta es una diferenciación correcta, pues algunas de las comunidades debido a su lengua e idiosincrasia se han mantenido muy independientes. Sin embargo, muchas de sus estructuras han estado al servicio de los canarios y por tanto del protestantismo canario. Pero esta discusión nos resulta estéril para nosotros, que solo buscamos los pormenores de las primeras congregaciones en Canarias.
José Luis Fortes sostiene que sobre la mitad del siglo XIX algunos de los ingleses protestantes residentes en Canarias celebraban cultos dominicales en sus casas, en ocasiones aprovechando algún pastor de visita y no siempre con el fervor, interés y compromiso deseados. Esta actividad cúltica y de testimonio esporádico se veía reforzada por sociedades misioneras y especialmente por la British and Foreign Bible Sociedty que operaba en Tenerife desde 1823 con el Rev, H. Palmer Reid y John Le Maitre, aunque el espíritu evangelizador y religioso en general era pobre. Según el relato de Thomas Debary concurrían circunstancias dispares: Dice:
“El primer domingo que estuve en la isla encontré que había que vencer demasiados prejuicios para reunir a los pocos ingleses que se había desterrado a sí mismo a este lugar, con objeto de celebrar los oficios”. Un inglés a quien el reverendo Devary invitó a participar en reunión dominical le replicó: “El domingo y el resto de los días son iguales para mí”, mostrando con ello que no tenía ningún interés en espiritual por ese tipo actos. En contraste, cuando dicho pastor se propuso celebrar un culto en Las Palmas, no parece haber tenido grandes dificultades para juntar a los protestantes residentes allí: “El último domingo nos habíamos reunido los pocos ingleses residentes aquí para celebrar un servicio protestante”.
No deja también de ser interesante el enfoque que hace Nicolás González Lemus sobre el protestantismo canario desde el desarrollo de la actividad de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera que había operado durante el siglo XIX. Dice:
“Estudiar el protestantismo en Canarias y en particular la British and Foreign Bible Society puede que nos remita a estudiar un fenómeno religioso marginal y minoritario. Sin embargo, su Historia en las islas está muy ligada a múltiples aspectos de la mentalidad de nuestro pasado que bien podría convertirse en un exponente clave para acercarnos a las luces y sombras del liberalismo canario. El universo de las ideas de todo el siglo XIX fue por excelencia el del liberalismo. Pero la reacción de la Iglesia católica y ciertos sectores de la sociedad isleña contra su significado modernizador fue manifiesta. Es precisamente la reacción contra los valores liberales de la libertad de expresión y culto donde mayor singularidad alcanzó la lucha de sus adversarios. Y fue encabezada sobre todo por los poderes conservadores de la Iglesia en aras de impedir que otras ideologías le disputara la hegemonía espiritual. En general, el tema del protestantismo en las islas, salvo algunos trabajos donde destacaría los de Francisco Fajardo Spínola, ha sido poco estudiado por la historiografía canaria. Este trabajo inicial es la primera introducción a los orígenes de la British and Foreign Bible Society de Londres en suelo canario”.
Otra de las observaciones de González Lemus se refiere al imperialismo de estas Sociedades Bíblicas, argumento que ha desarrollado también David Stoll en “¿América se vuelve protestante?” “¿Pescadores de hombres o fundadores de Imperio? El Instituto Lingüístico de Verano en América Latina” “¿Pescadores de hombres o fundadores de Imperio? (1985)”. La idea es sencilla y la trasmite este último título. ¿Se trata de pescar hombres o fundar un imperio? La respuesta desde el campo evangelizador de España creo que tiene una respuesta rápida: la evangelización de los misioneros, con toda su idiosincrasia y características típicas de cada nación, nunca tuvieron el propósito de civilizar e implantar su cultura a los pueblos y menos aún de explotar los recursos económicos e introducir el colonialismo a través de la cultura de sistemas de producción, una economía de dinero y consumo que permitiera asimilar el liberalismo económico. Es cierto que a últimos del siglo XVIII pasaron por nuestro país viajeros que eran clérigos como Joseph Townsend, que informaban a las sociedades industriales como a las bíblicas, pero fundamentalmente la exploración de estos viajeros se asentaba sobre las costumbres locales y la posibilidad de introducir la Escritura en España. La actividad de estas Sociedades Bíblicas durante todo el siglo XIX fue educativa, entablándose una lucha dialéctica entre protestantismo y catolicismo que yo he reflejado en mi libro “Evangelización y propaganda en el siglo XIX”. Cuando encontramos industriales protestantes explotando minas, construyendo caminos de hierro, en la industria del vidrio, de la cerámica y todo tipo de industria, podemos decir que su colonialismo no pasó de crearle manzanas de casas al lado de las industrias, apoyar las escuelas de niños y adultos y trasmitir una idea del trabajo como vocación y no como castigo que era la trasmitida por el catolicismo. Las sociedades antialcohólicas protestantes en España tuvieron que trabajar mucho para que los altos hornos no parasen los lunes debido a la borrachera del domingo. Así pues, entendemos que el proselitismo que se desarrolla en España y en Canarias también, se debe más al efecto de la lectura de la Biblia en el pueblo, que a la ideología colonialista.
Según el espléndido trabajo de González Lemus, “el avance del protestantismo estaba estrechamente ligado al liberalismo, además de a la masonería”. Sin embargo, creo necesario matizar que muy pocos liberales y masones militaron como protestantes. Creo que fue al revés, excepto casos concretos. Fueron los protestantes que se hacían masones, liberales y republicanos posteriormente, para poder entrar en la sociedad más desarrollada y abierta. En los primeros tiempos el avance del protestantismo se realizará por los mismos curas católicos conversos al protestantismo, algo que detectó muy bien Menéndez Pelayo quien insistió en que los disidentes lo eran por causa del celibato. A partir de 1868 sería la afluencia de misioneros extranjeros la que impulsó e hizo arraigar el protestantismo en España.
Estoy de acuerdo con González Lemus con esta perspectiva religiosa cuando dice: “Las tímidas medidas liberalizadoras de las Cortes de Cádiz habían logrado crear a principios de 1814 un frente hostil en las órdenes religiosas que bajo ningún concepto aceptaban los derechos de conciencia. Ese apoyo decisivo de la Iglesia al absolutismo y la reacción clerical contra los liberales y el protestantismo van a ocasionar el advenimiento del trienio liberal (1820-1823). La implantación del pluralismo religioso, y en particular la reacción de la Iglesia católica contra el pensamiento liberal, fue, en general, el campo de batalla de todo el siglo XIX y buena parte del XX”.
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(i) Francisco Fajardo Spínola, Las víctimas de la Inquisición en las Islas Canarias, Francisco Lemus (ed.), La Laguna, 2005, p. 47 (también id. Las víctimas del Santo Oficio. Tres siglos de actividad de la Inquisición de Canarias, Gobierno de Canarias, Las Palmas de Gran Canaria (2003); Nicolás González Lemus, Las Islas Canarias en la British and Foreign Bible Society, Ayuntamiento de La Orotava, La Orotava, 2000, pp. 23 y ss.; Religiones minoritarias en Canarias. Francisco Díez, José Alberto Galván Ediciones Idea, 2007; “Pioneros de la Obra Nacional Canaria”, del Pastor y Profesor Agustín Santan (Fieide); “Viaje de Federico Fliedner a las Islas Canarias” (Boletín de la Sociedad Económica de Amigos del País, 2010), editado por José Manuel Díaz Yanes: Historia del protestantismo en Canarias José Luis Fortes en revista “Canarias Cristiana”, dirigida por Philoippe Chevalley y Victoria Díaz.
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