Normandía y el valor de salvar una vida

“Salvar al soldado Ryan” dirigida por Steven Spielberg es una de las películas más visionadas en la historia del cine. El film comienza en el desembarco de Normandía durante la Segunda Guerra Mundial.

La historia gira alrededor de una madre que pierde a tres de sus hijos en la guerra, y el ejército envía a un grupo de soldados para buscar al cuarto hijo (Ryan) y salvarlo. El capitán Millar (interpretado por el actor Tom Hanks) jefe de la expedición, dice en un momento a sus compañeros: “Espero que ese Ryan haga algo que merezca la pena y que cuando regrese a casa cure alguna enfermedad o invente una nueva bombilla duradera”. El rescate de ese soldado estaba costando muchísimo esfuerzo, dinero, tiempo e incluso varias vidas, y el desánimo comenzaba a reinar en la expedición.

Cada persona merece la pena. Dios nos ha hecho diferentes a cada uno, y cada uno de nosotros lleva en sí la imagen del Creador. Tú tienes valor, cada uno de nosotros lo tenemos independientemente de lo que seamos, de lo que tengamos, de la familia en la que hayamos nacido, de nuestro país, nuestra lengua o nuestra raza. En cierta manera, no importa lo que hayamos hecho en el pasado o lo que podamos hacer en el futuro. Independientemente de si otros creen que lo que hacemos merece la pena o no. Nuestro valor está muy por encima de todo eso.

Sé que es algo que no está de moda, y que casi nadie se preocupa por proclamar a los cuatrovientos, pero sé también que es una de las verdades que más necesitamos oír. Necesitamos ser nosotros mismos. Encontrar el diseño original y perfecto que Dios hizo para cada uno de nosotros. No tenemos que imitar a nadie, no necesitamos luchar por llegar a ser como otra persona. Dios nos conoce como somos y nos ama como somos.

Porque sólo cuando sabemos quienes somos, podemos luchar por salvar a otras personas. Aunque algunos piensen que su vida no es importante. Aunque muchas personas en la sociedad se “midan” por lo que tienen, lo que son o lo que valen. Dios nos ha hecho y nos ama tal como somos. Dios “derrochó” su vida por cada uno de nosotros y nos enseña a vivir de una manera diferente: nos llena de cosas buenas y espera que nosotros hagamos lo mismo por los demás.

Merece la pena salvar la vida de cada uno. Ayudar a quien esté en una situación difícil o no pueda salir por sí mismo. Merece la pena reconocer nuestro valor y ayudar a los demás para que encuentren el suyo.