Los cristianos pueden ser un fermento de autocrítica de nuestras sociedades occidentales.
Es inevitable. Siempre que celebramos lo que se ha dado en llamar la fiesta nacional, surgen opiniones y sentimientos encontrados. Si se hicieran desde la reflexión histórica objetiva no habría inconvenientes. Serían diferentes puntos de vista. Cuando se hacen desde otros posicionamientos políticos usando el tema como excusa para la lucha política interna y doméstica nuestra, podría tener otra consideración. Sin embargo sí que se pueden hacer reflexiones que nos muestren que no es lo mismo el punto de vista para estas celebraciones desde las ideas de conquista, que el punto de vista de los pueblos indígenas, de los pueblos pobres y oprimidos.
Si se analizara con seriedad ambos puntos de vista, la fiesta nacional dejaría de tener sólo una visión orgullosa de ejércitos que se muestran como poderosos, aunque perdería esplendor militar. Sí perdería el brillo de las paradas militares si hiciéramos la fiesta desde el punto de vista de los pueblos oprimidos, desde las sociedades indígenas… aunque aquí también, lógicamente, nos encontraríamos con diferentes posicionamientos, diferentes opiniones y diferentes experiencias en la interpretación de la historia.
Pregunta: ¿Dónde debe estar el pueblo cristianos: al lado del esplendor de las tropas o al lado de los débiles? ¿Cómo se podría hacer una celebración del día de la hispanidad, de la raza desde la visión y experiencia de los pueblos indígenas? Desde estos puntos de vista seguro que no se celebraría con un desfile militar. No es que yo quiera ser muy crítico con estos desfiles o paradas militares, pero si invitáramos a una celebración del día de la raza a los pueblos indígenas para verla desde sus perspectivas, seguro que ellos ofrecerían otras alternativas sin necesidad de por ello incidir en leyendas negras. Todo tiene sus luces y sus sombras.
¡Qué bonito sería la celebración de esta fecha si se hiciese una inmersión seria en la historia! ¡Que se dé la voz en esta celebración a los pueblos oprimidos, empobrecidos e indígenas! Quizás quedaríamos sorprendidos de la riqueza y de la luz que iluminaría esta festividad. Una luz cuya brillantez superaría a la de una parada militar.
No me cabe duda que el pueblo cristiano debe estar más cerca de los pueblos pobres y de sus opiniones, que del deslumbre de un desfile de tropas engalanadas. Más cerca de un desfile de ideas históricas y de opiniones. Nuestro gran desfile debe ser de ideas, de opiniones desde la historia objetiva, desde el amor a las víctimas caso de que las haya. ¿Nos pesa que los valores bíblicos, los valores del Reino nos demanden un descenso para situarnos siempre del lado de los débiles de la historia? No se nos demanda estar al lado de los vencedores. No. Ni de las fuerzas militares o de los poderes económicos. Se nos demanda sencillez y mirar a los últimos, a los que no se les pone de relieve en nuestra historia. Quizás, esta llamada a mirar a los humildes y débiles sea una de las grandezas del cristianismo, de la magnitud humana del Evangelio.
Por ahí deben circular las líneas y los trazos de la vivencia de la vivencia de nuestra espiritualidad como cristianos… aunque nos cueste y tengamos la tentación de mirar hacia atrás para ver lo deslumbrante de las paradas militares, del lujo, del poder. Es una trampa de Satanás. Por ahí no debemos circular si somos seguidores del Maestro.
En casos como el de esta celebración, nuestra mirada y pensamiento debe estar más con los pueblos oprimidos, atentos a sus palabras, a sus gestos, a sus emociones. Siempre el pueblo de Dios debe estar más cerca de los vencidos que de los vencedores. No hay duda desde los puntos de vista y la enseñanza bíblica. Esto no debe poner en tela de juicio el carácter festivo y alegre de una celebración histórica. Lo que pasa es que necesitamos una historia escrita desde la visión de los pueblos que, precisamente, no han sido los conquistadores, sino objeto de la conquista. ¿Puede existir una relectura de la historia desde el punto de vista de los pueblos indígenas?
Yo creo que más que una visión de conquista o de paradas militares, deberíamos esforzarnos en ver esta festividad desde puntos de vista culturales, sociales y económicos. Quizás también desde el prisma de la solidaridad humana con los pueblos pobres. Esto no significaría en sí una contracelebración, sino un sumar desde perspectivas más humanas y de amor al prójimo al que debemos escuchar con toda la atención.
En el mundo, afortunadamente, no existe sólo la visión de la historia desde el punto de vista de las sociedades del Norte rico, muchas veces visiones imperialistas. Quizás analizando los diferentes puntos de vista podríamos conseguir ideas renovadoras, enriquecedoras y ver el descubrimiento de América por otros prismas que no sean el de la conquista.
¡Qué interesante podría ser ver cómo los excluidos de la historia podrían juzgar nuestra civilización! Sí, sin enfrentamientos ni odios, sino mirando a la promoción de una hermandad o sororidad mundial en donde la voz de los pobres sean un megáfono que apele a nuestras conciencias. ¿O es que nos da miedo el hecho de que enjuicien nuestra civilización occidental?
No me cabe duda de que los cristianos pueden ser un fermento de autocrítica de nuestras sociedades occidentales. Los creyentes nunca se deben ver deslumbrados ni por paradas militares ni por el poder político o económico. Tenemos otros valores solidarios y de manos tendidas a los que tienen menos voz, a los sencillos, a los débiles de la tierra. Los planteamientos humanistas y de promoción de los pueblos pobres, siempre deben ser el lugar común de los cristianos al que deben unir el fermento de los valores bíblicos, los valores del Reino que emergen en la historia con el nacimiento de Jesús. Quizás así cambiaría el relato de la historia.
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