Enséñame el dinero

Fue una de las frases más celebradas en los años noventa en la historia del cine. La pronunció el actor Cuba Gooding Jr. ganador del Oscar al mejor actor secundario en el año 1996 por la película “Jerry Mcguire” y más que pronunciarla, podía decirse que se pasaba media película gritándola...

Ese era casi el motivo de su vida, la base de todas sus decisiones. Y eso sigue siendo lo más importante para muchos, el dinero. No nos importa si algo es justo o no, incluso si vamos a hacer daño a otra persona o si le quitamos lo que le pertenece a otro; lo importante es que nuestra cuenta corriente aumente.

“Enséñame el dinero” (“Show me the money”)

Casi nadie quiere seguir el consejo que el Sabio dejó escrito hace más de tres mil años: “Más vale ser pobre que tramposo “(Proverbios 19:22) Hoy defenderíamos justo lo contrario, de hecho casi podríamos decir que muchas fortunas han sido hechas en base a más o menos “pequeñas” trampas.

Hablamos de la honestidad, palabra prácticamente desaparecida del diccionario académico de muchos dinerotenientes. Hablamos de las injusticias de ganancias ocasionadas por el trabajo de los oprimidos. Hablamos de las “mentiras piadosas”, fieles amigas de algunos empresarios y banqueros. Hablamos de todo tipo de engaños que tienen sentido en el debe y el haber, de quién necesita incrementar su cuenta corriente, mientras disminuye a pasos agigantados su dignidad como persona.

Algunos son tan pobres que sólo tienen dinero. Otros viven tan mal que sólo pueden disfrutar de sus posesiones. Muchos se han acostumbrado tanto a sus propias mentiras que se mienten a sí mismos. Triste destino el del hombre que sólo encuentra su dignidad en lo que tiene, lo que aparenta o lo que malgasta.

Y una de las cosas más peligrosas es nuestra capacidad para pasar por encima de todo, y creer que no va con nosotros la cosa. Quizás los que tienen vestidos tan caros no se encuentran tan mal si se comparan con otros. Quizás los que derrochan millones viven sin que su conciencia les recuerde los otros millones, los de niños que mueren sin tener que comer. Puede que llegar a tener mucho sea el pasaporte necesario para caer en la imbecilidad del que vive sin conocer a nadie a su alrededor. ¿Puede? Más bien creo que no. El buen ejemplo de muchos que saben administrar su dinero me enseña que no.

Y si esa fuese la ley: Deshonestidad, mentiras, engaños y mala conciencia... más vale buscar otros ejemplos. Y otra manera de vivir. Es mejor ser pobre que ser tramposo.