«Lo que hacemos en esta vida tiene resonancia en la eternidad». Ese es el grito que Máximo, el general romano, lanza a su tropa cuando se dirigen a pelear contra los germanos.
Puedes encontrar toda la escena en la película Gladiator, una de las más famosas de los últimos años.
«La eternidad», si te digo la verdad, a casi todos nos suena a algo que está muy distante.
Si tienes pocos años lo más posible es que casi nunca hayas pensado en ella. Cuando somos jóvenes no queremos perder el tiempo meditando en la fragilidad de nuestra vida.
Sin embargo, si ya tienes cierta edad, seguro que más de una vez te has descubierto a ti mismo intentando saber si existe algo más allá de la muerte.
Lo curioso del caso es que casi siempre nos planteamos la vida en términos de aquí o allá.
Algunos creen que después de morir no hay nada y opinan eso de que «comamos y bebamos que mañana moriremos».
Otros viven única y exclusivamente para la eternidad, se enfundan cualquier trapo que encuentran y pasan su vida esperando el momento sublime de la muerte, apartados lo máximo posible del mundanal ruido.
Parece como si no hubiera otra posibilidad de vivir.
Ese es un engaño más del maligno en el que hemos caído casi sin darnos cuenta.
La Biblia dice que todo está relacionado, que se trata de una sola vida, que todo lo que hacemos aquí tiene resonancia en la eternidad, tal como Máximo gritaba.
El anhelo que sentimos tan adentro de nosotros no es un engaño. Estamos diseñados para vivir para siempre.
Nadie puede negarlo. Y todo lo que haremos en el futuro está relacionado con lo que vivimos ahora.
No podemos escaparnos de esta vida esperando lo que será una vida mejor, porque si vivimos de esa manera puede que cuando ese momento llegue vayamos al lugar que no habíamos pensado.
Dios nos desafía a vivir de una manera diferente aquí.
Él está preparando cielos nuevos y tierra nueva donde no existirá el mal, y todo lo que imaginamos será sobrepasado con creces. «Según su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia» (2 Pedro 3:13).
A veces pienso que el diablo no necesita convencernos de que esa vida no existe, le basta con hacernos creer que será algo aburrido. ¡Incluso hay algunos que dicen que el infierno será mejor porque allí estarán los más juerguistas!
No tienen ni idea.
Lo mejor que existe en nuestro mundo es un regalo de Dios. Todos los placeres que disfrutamos los inventó él. En la eternidad tendremos millones de oportunidades diferentes, lugares para conocer, personas con las que conversar, jugar y viajar, actividades absolutamente imaginativas que ahora son imposibles de comprender para nosotros... ¡Será imposible aburrirse!
Además, un detalle que no debemos pasar por alto es que todas las personas que aparecen en la Biblia con un cuerpo transformado en la presencia de Dios son reconocidas, se sabe quiénes son. Imagínate lo que será encontrarnos con todos los que amamos y que son del Señor.
Cuanto más sirvamos al Señor ahora más le serviremos en el cielo. Cuanto más ayudemos a otros y vivamos en la voluntad de Dios para transformar el mundo, mayor será nuestro papel en su reino.
Lo que hacemos ahora tiene trascendencia eterna.
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