Empatiza con el Dios sufriente

No sé si hoy, cuando contemplamos las problemáticas de los refugiados, fundamentalmente la de los niños que deambulan por el mundo en medio de tantas problemáticas, cuando somos conscientes de que dos terceras partes de la humanidad están en pobreza en mayor o menor grado hasta llegar a los hambrientos, cuando hemos estado observando la multitud de desahucios que ha habido en nuestro país en los últimos años sin reparar en bebés, niños o ancianos, cuando vemos la explotación sexual tanto de niños como de mujeres que caen en esa nueva esclavitud o miramos a tantos hombres y mujeres considerados como sobrante humano sin acceso al trabajo, ni a la cultura, ni a la capacitación, ni a las medicinas o el agua potable, tendemos a tener un concepto de Dios que no selecciona, necesariamente, el concepto del Dios Todopoderoso, del Dios Omnipotente.

Quizás muchos creyentes, sin ser conscientes de ello y, por supuesto, sin rechazar el concepto del Dios Omnipotente, tienden a sacar la imagen del Dios sufriente, el Dios que sufre con sus criaturas como si volviera a decirnos que ese mal y ese rechazo se lo estuviéramos haciendo a Él mismo. Podían resonar de nuevo las palabras tanto en su forma negativa como positiva “por mí lo hicisteis” o “por mí no lo hicisteis”.

Quizás sea entonces, cuando muchos creyentes que sufren por empatía el dolor del mundo, seleccionan la imagen del Dios sufriente. Es como si el concepto del Dios omnipotente se velara un poco ante el sufrimiento de tantas víctimas inocentes y buscáramos con sed espiritual la imagen del Dios que sufre con las víctimas del mundo. ¿Es que acaso la imagen del Dios Todopoderoso les parece a algunos incompatible con tanta miseria y tanto dolor en el mundo?

Quizás también sea posible que nos resulte difícil entender ante los niños refugiados que mueren, que sufren y que lloran, el concepto o la imagen del Dios que es todo poder. Yo sé que es compatible la idea, imagen o concepto de un Dios omnipotente con la de un Dios que sufre con el dolor de sus criaturas, con la de un Dios bueno que espera la maduración de los tiempos para la separación del trigo y de la cizaña. No obstante, esforzarse en hacer una reflexión de este tipo puede ayudarnos a configurar la multiforme imagen de Dios, así como su multiforme rostro y sus multiformes posibilidades.

Valga afirmar que nunca Dios es un ser que en su omnipotencia o en su omnisciencia sea ajeno al dolor de las víctimas del mundo y camina junto a ellas. Dios no es nunca el dios racional de muchos filósofos, teólogos o pensadores. Porque si a este dios racional que contempla al mundo desde su trono le pudiéramos interpelar sobre el sufrimiento del mundo, quizás nos encontráramos con el Dios clavado en una cruz, con su boca seca, sufriendo y saboreando incluso la sensación de abandono.

Quizás esta imagen de Jesús se nos haría más cercana y accesible en medio del tanto sufrimiento en el mundo. Quizás esta imagen nos motivaría mucho más a la solidaridad con el hombre que sufre, nos animaría mucho más a la búsqueda de la justicia… aunque sólo fuera pensando en aliviar también un poco del dolor y sufrimiento del mismo Dios. Quizás la imagen o concepto del Dios que sufre lo anclaría más en nuestro aquí y nuestro ahora, en nuestra historia llena de injusticias, de opresiones, de desigualdades y de egoísmos que hunden a muchos en la miseria y en el hambre.

Quizás hoy se debería predicar más sobre el Dios cercano, el Dios que sufre con el hombre oprimido, con el niño refugiado agobiado y acechado por los peligros de la muerte. Quizás sea el momento de predicar más sobre la humanidad de Dios dando paso a la imagen del Dios humanado ejemplo de servicio aunque se vele un poco y a efectos solamente didácticos al Dios racional y omnipotente de la teodicea, de la teología, de los filósofos o predicadores de un Dios que sólo nos mira desde su trono glorificado.

¿Qué pasaría si predicáramos un Dios víctima entre las víctimas del mundo, víctima entre los injustamente tratados, víctima entre los que sufren? ¿Cómo miraríamos la imagen de un niño refugiado que llega muerto a nuestras playas? ¿Qué sentimientos desataría en los creyentes?

¡Qué difícil es entender que el poder de Dios se muestra en la debilidad! Quizás es que nosotros tenemos otra imagen del poder basada en parámetros humanos. Quizás la omnipotencia de Dios le sirva para hacerse presente en medio de la debilidad del mundo, en medio de las catástrofes, de lo inhumano de los movimientos de los refugiados, en medio del grito de los pobres.

No entendamos la omnipotencia de Dios a nuestra manera, bajo nuestros parámetros de poder humano, no sea que caigamos en el error en el que muchos llamados cristianos caen y que, en su ignorancia, ponen al Dios Omnipotente del lado de los que tienen el poder de las armas, de los poderosos de esta tierra. Esta es, desgraciadamente, la miopía de algunos. De ahí a entrar en el pecado de hacer violencia en el nombre de Dios hay sólo un paso.

Yo os dejo con la imagen y el concepto del Dios sufriente, el Dios que su poder lo refleja en la debilidad, el Dios que sufre con las víctimas como si el daño que ellas sufren se lo hicieran a Él mismo, el Dios de la boca seca clavado en una cruz. La buena noticia es que si sufres, el Dios sufriente está a tu lado. Si eres de los que pasan por la vida sin experimentar fuertes sufrimientos, la buena noticia para ti es que el Dios bueno está al lado de tantos que sufren en el mundo. Pero a ti que no estás fuertemente vinculado a los sufrientes del mundo, el Señor te demanda algo: Haz tú lo mismo. Ponte del lado de las víctimas.