En la profundidad del mar

Sus palabras se atropellan unas a otras al salir presurosas de los labios.

Las lágrimas pululan por brotar de unos ojos color cielo que se nublan al recibir el abrazo de él.

Enlazados los cuerpos forman un solo ser que late con el acompasado ritmo de dos corazones: uno angustiado, el otro emocionado.

¿Cómo lograré vencerlo? Pregunta ella.

Contonea sus frases entre sollozos infantiles mientras él la abraza, sosteniéndola para que no caiga, soslayando las preguntas que formuladas a tropel no esperan respuesta.

Contempla con ternura ese rostro compungido y lo acaricia con manos encallecidas que sabiamente desprenden cariño.

-¿Sabes que hay en lo más profundo del mar? Le pregunta sin dejar de acariciarla.

Ella lo mira con desconcierto y se encoje de hombros.

- Allí, en lo más profundo del mar, Dios ha mandado sepultar todos nuestros pecados. Están ahí, ocultos en los abismos marinos, cubiertos por un insondable manto de agua. Todos esos pecados de los que nos hemos arrepentido, ésos que hemos tenido a bien desarraigar de nuestras vidas, todos están sepultados allí.

¿Por qué te empeñas en atarlos fuertemente a tu pecho?

¿Por qué no dejas que Dios se haga cargo de ellos?

Las lágrimas fluyen, vertidas y fuera de control se atreven a soñar con ser bálsamo. Se atavían de promesas portando un claro descontento que nunca cede en su modesta tarea de dañar.

Él la mima, como si esa mujer que comparte su dolor fuese una niña que ha sido castigada sin tiempo de recreo. Una frágil niña a la que le sigue asustando un monstruo que no existe y que tontamente habita en su propio miedo.

La rodea con el deseo de que sus brazos abarquen el desconsuelo y que sintiéndose amenazado huya para no volver jamás.

Que ceda en su impetuosa ambición de hacer descender hacia una sima de tormento a ese ser castigado al que fustiga sin compasión.

Él la abraza mientras ella sueña con poder volar junto a él lejos de ese presente que la acoge, lejos de esa insolente angustia que hace que se sienta como una cometa izada al cielo en un día de tormenta.