Los valores del Evangelio, los valores bíblicos sobre los que se apoya la fe y que le dan vida, no son ajenos a los avatares sociopolíticos de la historia concreta del hombre.
Hablar de política hoy es algo que está de moda debido a los acontecimientos políticos tanto en España, como en Europa, como en el mundo. Hoy, más que en otros momentos históricos, hablar de política es enfrentarse a los temas de corrupción, a la lucha por el poder, a la falta de experiencia en España para pactar, para hacer alianzas, para hacer renuncias partidistas a favor del bien común. A veces, los cristianos vemos también a la política como el resultado de ciertos juegos sucios a los que criticamos.
Por eso no es de extrañar que en muchos ámbitos cristianos se evite hablar del tema o, en su caso, se evite establecer relaciones entre el cristianismo y la política. Menos aún se habla hoy del posible proyecto político de Jesús. Nos suena extraño y no queremos mezclar el nombre del Maestro con temas políticos tal y como entendemos la política si miramos solamente a las políticas de partido.
Sin embargo, no siempre debemos dar a la política sólo connotaciones negativas como si el hablar del hecho político debiera presuponer hablar de temas de corrupción, de luchas por el poder o de la defensa, en algunos casos, de intereses ilícitos que desequilibran la vida de los pueblos y del mundo en general.
Hablamos de política como si ya fuera imposible o como si ya no existiera la ética política, ni la búsqueda del bien común, ni la posibilidad de potenciar el estado de bienestar entre los hombres todos. Cuando hoy oímos hablar de política nuestra sensibilidad se predispone a escuchar cosas ajenas a la moral o a los valores del cristianismo. Si hoy a muchos cristianos les preguntásemos por la posibilidad de un proyecto político basado en los valores cristianos, seguro que muchos se reirían, pensarían que íbamos a manchar el cristianismo con la corrupción, el ansia de poder y todo tipo de corruptelas para favorecer los intereses particulares de los diferentes partidos.
Entonces, ¿no existe ninguna posibilidad de sanear la política, el hecho político usando la influencia de los cristianos con sus valores? ¿El cristiano debe apartarse de la política como algo contaminante? ¿No son aplicables a la política los valores del Reino? Quizás lo que ocurre es que deberíamos distinguir dos clases de políticas: La política de partido y LA POLÍTICA con mayúsculas que no tiene por qué identificarse con ninguno de los partidos de turno.
Entonces, ¿Se puede hacer política fuera de los partidos? Es verdad que muchas veces cuesta trabajo separar la política de partido con un concepto de política más global y que se pueda aplicar por encima de los intereses de los partidos políticos de turno. Es posible que muchos cristianos me dijeran: Juan, el Evangelio no ofrece un modelo de organización política aplicable al partido político de turno, sea de derechas o de izquierdas. Quizás no debemos aplicar los valores del reino a los grupos de poder ni dejarlos en las manos de los gobernantes de turno. Ningún partido político puede decir que hace suyo el proyecto político de Jesús.
Es como si dijéramos que los valores del Reino, la ética cristiana, se sitúa por encima de estos partidos políticos de turno y por encima de los colectivos políticos, sean de izquierdas o de derechas y por encima de cualquier lucha de poder. Pero, si se sitúan por encima como en una superestructura ética y moralmente superior, ¿Cómo los podemos hacer bajar a la arena política allí donde se debatan los intereses particulares de los diferentes partidos de arco político en los diferentes países o en el mundo en general?
Un punto de partida sería el darse cuenta y tomar conciencia de que los valores del Evangelio, los valores bíblicos sobre los que se apoya la fe y que le dan vida, no son ajenos a los avatares sociopolíticos de la historia concreta del hombre. Algún tipo de encaje, si no total sí parcial, se puede encontrar entre los valores políticos de los partidos de turno y los acontecimientos históricos y políticos que no son irrelevantes para la fe. La fe se realiza en la historia. Nunca el Dios de la Biblia ha dado la espalda a los acontecimientos sociopolíticos de la humanidad. En la Biblia encontramos a Dios en medio de una historia concreta entre formas políticas no adaptadas al proyecto de Dios, pero que el Todopoderoso intenta actuar en medio de acontecimientos políticos concretos para reorientarlos en una búsqueda de mayor justicia y paz.
La fe nunca se muestra como un elemento individualista que nos aparta de los procesos políticos manteniéndonos en una relación vertical con Dios, sino que la fe, actuando por el amor, nos puede lanzar a la participación política en busca del bien del prójimo que sufre insolidaridades o marginaciones. Desde esta fe activa es desde la que podríamos participar en los proyectos políticos de partido, como descendiendo de esas superestructuras de LA POLÍTICA con mayúsculas e intentando encarnar en medio de las vicisitudes de los partidos algunos valores que se puedan traducir en la búsqueda de un mundo mejor, en la reducción de la pobreza, en la eliminación de la marginación y el abuso de los débiles.
¿Se pueden cambiar o reconducir algunas políticas de partido a través de personas que se involucran en él con el deseo de sembrar en medio de ellos nuevos valores coincidentes con los valores del Reino? ¿Pueden dar los valores bíblicos a los partidos, a través de personas creyentes, una orientación, corrección, iluminación y sentido desde la puesta en marcha de los valores bíblicos? ¿Será, quizás, por el contrario, que es imposible la militancia en un partido de un cristiano que acabará estando sometido, como todos, a la disciplina de partido y no podrá ser sal y luz allí?
Los cristianos deberían ser agentes para una rica fecundación de cualquiera de los diferentes partidos. ¿Podría aportar un cristiano en un equipo de política de partido conceptos o valores como el de projimidad? ¿Podrían aportar horizontes de amor o de solidaridad cristiana? ¿Podrían ser los cristianos, militando en las filas de un partido político, elementos de esperanza aunque sean conscientes que el proyecto político de Jesús o LA POLÍTICA con mayúsculas está a años luz de los objetivos concretos de poder de ese partido?
Nunca podremos afirmar que exista la posibilidad de un partido político basado totalmente en los valores bíblicos, en los valores del Reino. Lo único que, quizás, se pueda aportar, sean pequeñas parcelas sin caer en fanatismos religiosos inútiles y estériles. Pero lo que sí podríamos hacer es que los cristianos no viviéramos la fe de espaldas al hecho político concreto en donde trabajan tantos diferentes personajes entre los que también se cuelan los corruptos y los insolidarios. Quizás deberíamos intentar vivir también la fe en compromiso solidario con el acontecer político de nuestro aquí y de nuestro ahora. Quizás estaríamos imitando a Dios actuando en medio de la historia.
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