Tamborrada por lo público

De vez en cuando suelo dar un paseo por los entornos un tanto mágicos del centro de Madrid: Plaza Mayor, Puerta del Sol, Preciados, Callao. Noto mucha vida en este centro urbano, mucha diversidad tanto social, como racial, como económica, como cultural. La Puerta del Sol quizás sea el foro en donde se exponen todas las ideas, todas las protestas sociales, todas las denuncias. El mundo entero se mueve en la Puerta del Sol de Madrid. Lo que me ocurrió es que llegando a ella una mañana en mi paseo, comencé a oír sonidos de tambores mil. Era sábado, pero parecía una tamborrada festiva que retumbaba en toda la plaza y sus alrededores. Tuve curiosidad y avancé hasta allí. Mi sorpresa fue cuando observé que todos estaban vestidos con camisetas que les identificaban como personas de los Servicios Sociales Públicos de nuestra ciudad.

Me identifiqué mucho con ellos aunque mi trabajo en Misión Urbana siempre se ha dado en el ámbito del trabajo social privado, evangélico, en donde apenas se usa algún fondo público. Me pregunté: ¿Qué pasa con los Servicios Sociales Públicos en nuestra ciudad de Madrid? ¿Por qué reclaman una unión de todos en defensa de un Sistema de Protección que garantice los Derechos Sociales? ¿Es que, acaso, hay un desmantelamiento del Sistema Público de Servicios Sociales? ¿Quién va a proteger a nuestros pobres urbanos si los recortes tienden a un cierto abandono del sistema? ¿Por qué se busca una reducción y una invisibilidad de los Servicios Sociales Públicos mientras crece la pobreza urbana, mientras niños pasan hambre, otros son desahuciados y se reducen las becas de comedor para muchos chavales?

En el momento en el que escribo este artículo, falta muy poco para que se celebren las elecciones generales en España. Cuando llegue a vosotros ya se habrán celebrado y, aunque quizás todavía no sepamos quién nos va a gobernar, sí podremos tener el deseo de que nuestros próximos gobernantes, el Gobierno que vaya a estar durante cuatro años en la Moncloa, se preocupe por las coberturas sociales que deben sacar del sufrimiento a los más pobres. Así mismo nuestros Ayuntamientos y Gobiernos Autonómicos. Por eso me interesó esta peculiar tamborrada.

Siguiendo con mi presencia en la Puerta del Sol, noté que, de vez en cuando, en medio del sonido de tambores con diferentes repiqueteos y todo tipo de florituras de percusión, animaban a los que escuchaban a que no callaran, a que no guardaran silencio, a que se implicaran, a que colaboraran y a que participaran en esta lucha por la dignificación y coberturas económicas de los Servicios Sociales Públicos.

Sí. Esa tamborrada era hecha en defensa de estos Servicios Sociales como cuarto pilar del Estado de Bienestar Social. Ojalá no fueran necesarios, Dios quisiera que la pobreza urbana de Madrid desapareciera como por encanto. Digo mal: No por encanto, sino por una mejor redistribución de los bienes de la ciudad, por un mejor reparto de la riqueza en nuestro país y en el mundo, por una mayor solidaridad en la que todos renunciáramos a parte de nuestros niveles de bienestar social en medio de una sociedad de consumo desmedido y, así, pasáramos a una sociedad más justa. En ese caso, no importaría los recortes económicos en los Servicios Sociales Públicos.

Los allí ruidosos trabajadores sociales que golpeaban sus tambores como si estuvieran locos, como si fueran dementes que se habían escapado de algún manicomio para perturbar el silencio urbano, no eran personas que habían perdido el juicio. Entre otras cosas pedían una participación ciudadana para una transformación social. Casi nada. ¡Cuántas consignas en la Puerta del Sol tendentes al cambio, a la búsqueda de una nueva sociedad sin pobreza! La meta no se ha conseguido, pero mientras, por favor, no eliminéis ni desmanteléis los Servicios Sociales Públicos que reducen la pobreza y el dolor de las personas en las grandes ciudades.

Es verdad que lo suyo sería la búsqueda de la justicia, la redistribución de los bienes del planeta tierra, el trabajo para todos y el bienestar social de alcance universal, pero mientras haya pobres alrededor nuestro, se podría exigir a los políticos que defendieran también un Sistema de Protección Social que palíe, aunque sea con puro asistencialismo, las situaciones de exclusión social más penosas, aunque a partir de ahí siguiéramos trabajando por la justicia social, por un mundo más justo en el que la pobreza se vea reducida al máximo.

En este momento no me interesa la afiliación política de esa Asociación de Profesionales del Trabajo Social ni la de la parte de la ciudadanía que los apoya. Si su protesta está fundamentada, merecen todo mi respeto. Si, realmente, está habiendo en este momento de crisis un desmantelamiento más o menos intenso del Sistema Público de los Servicios Sociales, debemos denunciarlo. Ellos piden que les conozcamos y les defendamos. Yo, en lo que pueda me pongo un poco a su lado. Yo no sé tocar el tambor, pero de alguna manera y con mis limitaciones, puedo escribir. Así lo hago. Pensé desde el primer momento hacer mi sencilla aportación escrita.

Los cristianos debemos estar siempre a favor de lo que nos enseña la Biblia: Búsqueda de la justicia social, denuncia de la opresión, defensa de los empobrecidos de la tierra, inclusión de todos hasta el punto de que los últimos pasen a ser los primeros, siendo este último uno de los valores del reino que más nos llama la atención. Tenemos que trabajar por la promoción humana y social de los hombres, por el bienestar social, por la igualdad de las personas ante Dios, por la equidad en un mundo injusto, porque los sueños de todos se puedan cumplir de alguna manera con dignidad. La evangelización, basándose en el concepto de projimidad que nos enseñó Jesús, debe tener también una parte de promoción social de las personas.

Si es verdad que el Sistema de Protección Social se desmantela, si es cierto que se le aplican recortes que dañan estos servicios, si no hay una responsabilidad en la gestión pública de los fondos que deben ser también para los más débiles, no me preguntéis por la afiliación política del Foro de Servicios Sociales de Madrid. Pensemos que es plural, que, realmente, defienden a los empobrecidos urbanos y quieren servirles. En ese caso, el sentir cristiano, la llamada a la misericordia, nos puede hacer desear que se mantenga en nuestra ciudad y en nuestro país un excelente Sistema de Protección Público que garantice los Derechos Sociales de todos. Recordemos la Declaración Programática de Jesús:

“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor”. Sé que estas palabras superan a todo lo que puedan decir desde el Foro de los Servicios Sociales de Madrid, supera a lo que yo también pueda decir o comentar. Guardemos silencio ante estas palabras y, por otra parte, si es necesario y guardando las distancias, escuchemos también las tamborradas solidarias con los pobres urbanos. Silencio ante lo sublime de las palabras de Jesús, pero abriendo la boca también al estilo de los profetas del Antiguo Testamento para denunciar todo abuso y toda injusticia.