La economía debe ser evangelizada

A los cristianos que conocen la Biblia y sus mensajes proféticos, los mensajes de las parábolas del reino con sus valores solidarios y trastocadores de la realidad económica y social, o, simplemente, los mensajes bíblicos en general, no les debe ser difícil darse cuenta que hoy también estamos en un mundo desigual, con grandes desequilibrios económicos, acumulación desmedida de bienes y una gran asimetría en el reparto de las riquezas.

Por esto, no creo que a los cristianos que conocemos la Escritura nos cueste mucho esfuerzo el ver que esta situación está en contra de los valores bíblicos y, así, estaremos a un paso de ver la necesidad de que la economía en el mundo sea evangelizada.

Algunos me dirán que la evangelización es para las personas, los hombres y mujeres del mundo. Sí, pero nuestro mensaje a ellos, siguiendo las líneas bíblicas, pueden hacer que también vayan tomando concienciación acerca de cómo trazar líneas evangelizadoras que vayan también dirigidas a la transformación de la economía por amor al prójimo. La práctica del amor al prójimo tocando estas líneas económicas, es también una forma de mostrar nuestro amor al mismo Dios.

No. La economía no tiene sus normas internas e independientes como si nada tuvieran que ver con la responsabilidad cristiana, con el ámbito de acción de la fe que nos demanda actuar a través del amor. Tampoco podemos aceptar las ideas, más o menos conscientes, de que la vivencia de la fe es algo ajeno a la forma en que se comportan los sistemas económicos en el mundo.

La fe nos debe llevar, en su demanda de poner en práctica las obras de la fe, a la acción amorosa y liberadora de los oprimidos por sistemas económicos egoístas y ajenos al desarrollo de los pueblos y de los hombres que están sumidos en la miseria. Para ello, es necesario marcar líneas de evangelización de la economía, de los sistemas económicos, de las estructuras económicas que oprimen y marginan, de los desiguales repartos y la acumulación desmedida de bienes en manos de unos pocos.

Para trazar estas líneas evangelizadoras, hay que tener en cuenta que de la Biblia dimana toda una ética social a la que, a veces, no prestamos demasiada atención. Una ética que va definiendo nuestra relación humana con los hombres practicando la justicia, una ética global y universal poniendo en valor la relación horizontal de nuestra fe en relación con el prójimo, sin olvidar nunca la relación vertical que hemos de tener mirando al Dios de la justicia y del amor.

La práctica de esa ética y la difusión de sus valores es lo que nos va a ir guiando en las líneas evangelizadoras que la economía necesita. Desde estos valores e como podemos ir enjuiciando toda la realidad humana, social, económica y política llevándonos incluso a la denuncia de las irregularidades de la economía, denunciar las relaciones asimétricas que hoy existen en el reparto de las riquezas de un mundo que es de todos. Nadie debe ser excluido del disfrute de los bienes de la tierra.

Es verdad que la defensa de la justicia y el trabajo por la evangelización de la economía nos podría llevar a situaciones a las que, a veces, los cristianos les tenemos cierto miedo como es el lanzarnos, más o menos conscientemente, al compromiso sociopolítico y a la lucha por la justicia. Quizás esto debería ser asumido también al trazar las líneas que ha de tener una auténtica evangelización de los sistemas económicos, de la justa economía que debe gobernar las relaciones entre los hombres todos.

Para una evangelización de la economía debemos tener en cuenta todos los valores bíblicos, los textos proféticos, las parábolas del reino y otros, asumiéndolos en una forma de estar que cuide estilos de vida, las prioridades y los actos solidarios en favor de los más débiles. La evangelización de la economía debería estar impregnada de la práctica de la solidaridad entre los hombres, especialmente los más desprotegidos, a los que debemos de amar como a nosotros mismos. Debemos evangelizar la economía como si fuera algo que va a repercutir en todos y cada uno de nosotros como una forma de redimirnos todos de los efectos perversos de los sistemas económicos injustos.

Quien quiera entrar en las líneas de evangelización de la economía debería tener mucho cuidado en el uso de los bienes que Dios le ha dado, compartir, defender la igualdad entre los hombres y mujeres del mundo tomando como base de que el hombre y la mujer están hechos a imagen y semejanza de Dios. De ahí su dignidad y el hecho de que tengamos que denunciar aquellos abusos que dejan reducidos a muchos al ámbito del no ser de la marginación y exclusión social.

Sí. La evangelización de la economía consiste en aplicar los valores bíblicos también a los sistemas económicos del mundo. Para ello contamos con que el convertido, el nacido de nuevo que se nutre diariamente de la lectura de la Biblia, posee unas posibilidades de juicio ético y de discernimiento de la situación del prójimo que no poseen muchos de aquellos que desconocen los valores bíblicos.

La evangelización de la economía la debemos ver simplemente como una de las demandas de nuestra fe, de nuestra conversión que debe tener su repercusión en toda la esfera social, económica y política. No seamos cobardes y, en la medida de nuestras posibilidades, pensemos también en la necesidad de la evangelización de los sistemas económicos que muchas veces, de una manera injusta, gobiernan el mundo.