Michael Joiner, Michael Higgenbottom y el ganador del Oscar, Louis Gossett Junior protagonizan una película impresionante "El poder del perdón" La historia de un policía que pierde a su hijo en un accidente ocasionado por un delincuente, y cómo el perdón de Dios es capaz de transformar la vida más amargada e infeliz.
Es una de esas películas que hay que ver "como sea".
A solas, en familia... ¡En la iglesia también!. Porque jamás podremos ensalzar demasiado el poder del perdón.
"Perdón" ¡Cuánto nos cuesta pronunciar esa palabra, y cómo renueva nuestro corazón cuando alguien nos la dice de una manera sincera!
Tenemos literalmente, miles de libros sobre el perdón, pero tenemos también más necesidad de perdonar y ser perdonados, que nunca antes en la historia. Somos tan orgullosos que a duras penas reconocemos que podemos equivocarnos (¡Y lo hacemos muchas, muchas veces!) por lo que muy pocas veces le pedimos perdón a alguien; y ese mismo orgullo nos lleva a juzgar a otros, antes y después de decirles "te perdono".
Las relaciones humanas parecen ser cada vez más difíciles. La mayoría de las personas ya no piensan en los demás en primer lugar, sino en sí mismos, y desde que nos levantamos por la mañana, lo que tenemos en nuestra mente y nuestro corazón son nuestros derechos, lo que necesitamos, los objetivos de nuestra vida y nuestros sueños. Todo tiene que ver en primer lugar con nosotros mismos, y así nos va.
Y no pienses que los que creemos en Dios somos muy diferentes.
Esa es una de las razones por las que me encanta leer en la Biblia una y otra vez, las historias que el Señor Jesús contaba sobre el perdón. Disfruto más que cualquier niño al leer que Dios perdona y que no nos trata tal y como merecemos, sino que derrocha su gracia y misericordia con nosotros.
Cualquier día de mi vida se ilumina (¡pase lo que pase!) cuando sé que la misericordia de Dios se hace nueva cada mañana, y que Dios aleja tanto de mi todos mis errores, que los echa en lo más profundo del mar. En un lugar en el que NADIE puede llegar, y por lo que yo o los demás podamos pensar, Él mismo se preocupa de poner un cartel que dice: "Prohibido pescar"
¿Sabes? En alguna ocasión, alguna persona me dijo que yo pretendía ser más bueno que Dios. Al hablar y escribir sobre el perdón y la gracia, parece que dije cosas "demasiado" buenas. Sinceramente, me siento bien cuando alguien me dice eso, porque ¡Es imposible ser más bueno que Dios! La gracia y el perdón, no sólo los "inventó" Él; ¡Forman parte de la esencia de su carácter!
Lo que sí es seguro, es que no sé explicarlo. Y como he dicho sobre algunas otras características de Dios, creo que es imposible que alguien pueda encontrarles una explicación exacta: en primer lugar porque Dios vive en una dimensión absolutamente diferente a la nuestra; en segundo lugar, porque Él es perfecto en sí mismo, así que cuando hablamos de Amor, gracia, perdón, justicia, misericordia, fidelidad y un infinito etcétera, estamos hablando de cualidades ¡perfectas!
Y en tercer lugar, porque nosotros siempre pensamos en términos de lo que merecemos o no. Vivimos por objetivos conseguidos, planes, controles y exámenes. Damos y recibimos lo que creemos que es justo, aunque nosotros mismos somos siempre injustos. Dios no, Él ama de una manera incondicional.
Cada día que pasa, estoy más convencido de que mi vida tiene sentido debido al amor y al perdón de Dios. Creo que todos los que estáis leyendo entendéis perfectamente a qué me refiero: el precio que Dios pagó por mi perdón es el más alto y sublime que ha existido jamás, porque fue la vida de su propio Hijo. Yo, personalmente, jamás hubiera perdonado a nadie si tuviera que pagar ese precio: ¿Tu si?
Cuando alguien dice que a veces "somos más buenos que Dios" ¿Sería capaz de enviar a su propio hijo/a a la muerte para salvar la vida de su mayor enemigo?
Si tu eres capaz de hacerlo, entonces sí, escríbeme y dime que podemos ser más buenos que Dios. Mientras tanto, aunque no estés cien por cien de acuerdo conmigo (¡No hace falta estarlo, ni es necesario!) únete a mi entusiasmo al aceptar ese perdón y al hablar de la Gracia y el Amor de Dios.
Cada día que pasa voy conociéndome a mí mismo un poco mejor... ¡Esa es una de las razones por las que necesito el perdón de Dios! ¡Él sí que es bueno conmigo!
Quiero vivir disfrutando de la relación con el Señor, porque su perdón renueva mi corazón cada minuto de mi vida. Quiero parecerme a Él ¡Me encantaría ser tan bueno y feliz como Él!
Quiero preocuparme por los que aparentemente, están lejos de Dios. Quiero estar con ellos, llamarles y animarlos. Le he pedido a Dios oportunidades para comer y conversar con los que han perdido toda esperanza. Necesito encontrar a todos los que han estado cerca del Señor y ahora por muchas diferentes razones, sus corazones están desanimados o tristes.
Me encantaría que conocieran el poder del perdón, como yo lo conozco.
Cada día, le pido a Dios ayuda para perdonar de la misma manera que Él me perdona a mí.
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