El hombre no puede estar vacío interiormente y su tendencia a lo espiritual le lleva a enredarse a veces en resurgimientos de espiritualidades falsas y vanas que nada tienen que ver con el cristianismo.
Cuando uno observa acontecimientos religiosos como los que se han dado en la pasada Semana Santa, a uno le dan ganas de no creer en el secularismo, en la ciudad secular de la que hablaba Harvey Cox. La pregunta que nos podríamos hacer es ésta: ¿Estamos, realmente, en un proceso de secularización del mundo? Miramos por todas las esquinas y rincones de la tierra y vemos muy diferentes tipos de fe, dicha sea la palabra fe en un sentido no estricto y bíblico. Quizás sea la danza de la religiosidad y del rito.
En medio de esas danzas parece que hay pocos hombres y mujeres que sean ateos totales. Podemos observar nuevas formas de religiosidad que se podrían llamar nuevas espiritualidades en las que si se hurga en el interior de las personas no hay tantas que sean ateas totales, o sea, personas que no tienen ninguna creencia. En muchas se pueden ver las secuelas que han ido dejando los viejos demonios del pasado, otras creen o practican brujerías o se sienten atraídos por el ocultismo. Es como si el vacío de la auténtica fe se tuviera que llenar, necesariamente, con otras espiritualidades aunque éstas sean totalmente falsas.
No, no. Mirando las concentraciones religiosas de la semana santa, dicho sea con todo respeto, se pueden observar cantidad de ritos que más que cristianos, son emanaciones de la religiosidad popular. No se puede decir que sea auténtico cristianismo, sino rituales que se asemejan y que nos recuerdan ritos ancestrales, danzas, reproducción de mitos antiguos, vuelta de costumbres del pasado que no han sido nunca superadas. Es la danza de la religión, del rito. Es la escenificación de que el hombre no puede estar vacío interiormente y que su tendencia a lo espiritual le lleva a enredarse a veces en resurgimientos de espiritualidades falsas y vanas que nada tienen que ver con el cristianismo, aunque a veces se tome como tal.
Una vez más volvemos a un tópico teológico que nos llama en medio de esas danzas de la religiosidad y del rito: La cultura debe ser evangelizada y, como paso previo, la evangelización debe ser inculturada. Quizás, en el fondo y siendo esa la tragedia, más que en un proceso de secularización del mundo estamos en un proceso de descristianización en el que no se entienden los auténticos valores del Reino, los valores del cristianismo en general que quedan atrofiados y cubiertos por el surgimiento de otras espiritualidades que nada tienen que ver con la auténtica vivencia de la espiritualidad cristiana.
Quizás nos estamos descristianizando mientras que el hombre intenta contactar con la piedad y con formas religiosas vanas en las que se cuelan los viejos demonios del pasado, iconos falsos que de nada valen, mediaciones de imágenes que de nada aprovechan pero que, en el fondo, satisfacen o creen que satisfacen la piedad popular de los pueblos. Muchas veces son danzas religiosas vanas.
No, no. Hay rituales que no se desvanecen a pesar de lo que muchos consideran avances de la secularización o de la increencia. Se está dando una religiosidad que no sigue los parámetros bíblicos, pero que tiene una cierta estética popular que a muchos satisface y que les hace vivir la espiritualidad del icono, de la estética religiosa, la vivencia de escenificaciones y de mediaciones como si, en realidad, en ellas se estuviera manifestando la propia divinidad.
Si hemos afirmado que habría que evangelizar la cultura, la pregunta clave sería: ¿Cómo evangelizar en la ciudad en donde se mezcla lo religioso con lo folklórico? ¿Cómo ir eliminando de las culturas populares todo lo que haya de rito ancestral y de vuelta de los viejos demonios del pasado? ¿Cómo evangelizar en medio de acontecimientos religiosos que muchas veces están organizados como fiestas populares por los propios ayuntamientos? ¿Cómo evangelizar en medio de las colas que se forman para besar los pies de alguna imagen der palo? ¿Cómo evangelizar en medio de fiestas como son las romerías o similares? ¿Cómo evangelizar en medio de esas danzas religiosas?
Danzas que muestran la necesidad del hombre de aferrarse a lo espiritual. No sé si en muchos casos habrá muerto la vivencia de la auténtica espiritualidad cristiana, pero lo que es indudable contemplando las fiestas religiosas de nuestras ciudades en Semana Santa, es que se puede afirmar que lo que realmente no ha muerto es el hecho religioso, la necesidad de las gentes de agarrarse a lo espiritual. Se hace necesaria la evangelización de la cultura para que comiencen a mostrarse públicamente los auténticos valores evangélicos, del cristianismo, los valores del Reino que irrumpe con la figura de Jesús en nuestra historia.
La evangelización de la cultura no es una simple danza religiosa. Es lo único que puede ir eliminando las supersticiones, las idolatrías, las grandes apologías que del dolor se hacen en muchas de las procesiones que se celebran en medio de nuestras ciudades. Sí. Hay que evangelizar la cultura viendo la sed de Dios que aún hay en los pueblos, sed de auténtica espiritualidad que muchas veces está mal orientada incluso por los clérigos o pastores de la iglesia.
La evangelización debería ir creando un auténtico criterio en las personas para que puedan distinguir lo verdadero de lo falso, lo bueno de lo malo, los valores bíblicos de los valores antibíblicos. Sí. Los valores bíblicos deben ser el patrón con el que todo se mide. Es entonces cuando la religiosidad popular irá encontrando el auténtico camino que lleva a la vida y se podrá ir comenzando a disfrutar del sabor de la auténtica espiritualidad cristiana.
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