El plan B

Desesperanza, no voy a dejar que te cueles en mi vida.

No voy a permitir que te alojes en mi casa y zarandees lo que con tanto esfuerzo he logrado construir

Te presentas ataviada de prisas, con la sutil idea de destruir lo que encuentres a tu paso.

No creas que me arrodillaré ante ti, y aunque tu ingrata presencia ha llenado de lágrimas la estancia en la que habito, no permitiré que la desazón nuble mi presente.

Quiero detener por unos instantes estos pensamientos que avanzan rápidamente deseosos por teñir de sinsentido todo lo que me rodea. Dios tiene un plan B, una ruta alternativa, un oasis en medio de este desierto que me hace acunar esperanza entre tanta confusión.

A los pies de Jesús me postro. Él me muestra sus horadadas manos y en ellas veo reflejadas el sacrificio de amor que hizo por mí. La fe vuelve a tomar las riendas, el temor huye y mis cargas caen ante Él.

He de depositar mi vida a su voluntad, depositar esta tremenda desmotivación, cansancio, tristeza, este cúmulo de lágrimas que alborotan mi presente y me nublan la visión.

Él tiene un propósito con todo lo que me acontece.

Él sabe hasta dónde puedo soportar.

Él me sostiene aunque me sienta perdida.

Él me dará las fuerzas parara salir airosa de la prueba.

Todo esto me ayudará a cambiar la forma en la que miro, aumentará mi fe, pulirá aristas, perfeccionará mi vida.

Sé que el recorrido es más fácil cuando deposito mi confianza en Dios y le concedo la oportunidad de llevarme de su mano.