Se ha escrito mucho sobre los 69 días que los mineros vivieron atrapados a 700 metros de profundidad, y mucho más aún en los días siguientes a su liberación, una liberación en la que muy pocos creían.
Lo que no todos conocen es que unos días después del derrumbe, el 26 de Agosto les hicieron llegar 33 Biblias. Tres de los "sepultados" eran evangélicos, y uno de ellos, José Henriquez tomó la dirección espiritual del grupo. Comenzaron a leer la Biblia, cantar y orar todos los días, algunos más se fueron uniendo al grupo, y al final, 20 de los 33 mineros participaban en las reuniones.
José les ayudó a mirar "al cielo" y a confiar en Dios, y así pudieron soportar días llenos de tristeza, incertidumbre y miedo. "El Pastor fue clave para mantenernos unidos, para juntarnos todos los días" Dijo uno de los primeros mineros rescatados. Es curioso que en cuanto a esto
se dijo muy poco en los medios de comunicación de nuestra Europa llena de "libertad" y que tantas lecciones quiere dar sobre la democracia y la tolerancia a las ideas de los demás.
Pero el mundo entero pudo verlo: Muchos de los rescatados se arrodillaron para orar al llegar a la superficie; otros llevaban una camiseta en la que se podía leer "Gracias Señor"... Uno de ellos (Mario Sepúlveda) incluso dijo que se había dirimido un combate entre el diablo y Dios... Y Dios ganó.
Ha habido muchas interpretaciones geniales sobre lo que ha sucedido. Muchos han hablado de una nueva oportunidad que Dios les ha dado en la vida, pero muchos otros han llegado más allá para "interpretar" lo que estaba ocurriendo cuando los mineros salían de lo más profundo de la tierra. La prensa se hizo eco de las palabras del presidente de Perú, Alan García cuando comparaba a los mineros con el propio Señor Jesús cuando salió de la tumba en su resurrección...
A mí, personalmente, me gustaría quedarme con algunos detalles: En primer lugar, la importancia que tiene, en cualquier situación difícil, el hecho de que haya alguien que confíe en Dios. Los que animan y fortalecen a los demás no suelen ser los que no creen, sino aquellos que no sólo tienen esperanza, sino que viven en ella. De hecho, toda la operación se llamó así: Esperanza. José, los "Marios" y varios otros son un ejemplo para todos, porque jamás se dieron por vencidos. Cuando creemos en Dios, no sabemos lo que significa rendirse ante las circunstancias. Para Dios no hay nada imposible.
Dejando aparte lo que significó el hecho en sí mismo (¡Qué lección tan importante ha dado el pueblo chileno a todo el mundo!), los que somos creyentes tenemos una primera parábola ante la que necesitamos abrir los ojos, y es la manera en la que nos comportamos cuando los demás nos necesitan. No creo que haya habido discusiones entre los tres evangélicos que había en la mina en el momento del derrumbe, ni con los otros dos que se convirtieron al Señor durante esos días.
Cuando comprendemos cuál es nuestra misión en esta vida, las discusiones desaparecen. Ellos dedicaron todo su tiempo a ayudar a los demás y a estar cerca del Señor. Comprendieron (creo que sin pensarlo siquiera) que 69 días en lo profundo de la tierra no son nada comparados con una vida entera... Y una vida entera no es nada comparada con la eternidad. Todas las situaciones que vivimos son muy diferentes cuando las vemos a la luz de la eternidad. Todo cambia cuando comprendemos que tenemos que dedicar nuestro tiempo a estar cerca del Señor y ayudar a los demás.
La segunda "parábola" tiene algo que decirnos a todos, independientemente de nuestras creencias. La vida "aquí abajo" tiene mucho de rutinaria, oscura, aburrida, desesperante a veces... Si no hubiera ninguna posibilidad de "salvación" muchos nos daríamos por vencidos, y de hecho algunos lo hacen. "Arriba" está la luz, la vida real, lo que merece la pena. Aquí abajo nada parece tener sentido. Hay otra vida: existe una Luz deslumbrante, radical, llena de esperanza. Una LUZ con mayúsculas.
Es cierto que algunos pueden negarlo.
Hay quienes dicen que "lo exterior" no existe. Se han acostumbrado a "disfrutar" de la oscuridad en lo más profundo de la tierra, y pueden llegar a afirmar que eso es lo único que podemos disfrutar, pero no es cierto. Hay otra vida, para bien y para mal.
Y digo lo de "para bien y para mal" porque a muchos nos llamó la atención saber que uno de los que estaban "atrapados" tuvo que "descubrir" que tenía una amante. Es curioso, porque allá "arriba" todo sale a la luz.
Por otra parte, no importa si tienes mucho o poco, si eres más o menos inteligente que los demás o tienes más o menos poder. No sirve de nada si se trata de salvarse. Tienes que depender completamente "de los de arriba".
Hay mucha gente "pendiente" de lo que está pasando abajo. Incluso personas que hace mucho tiempo que no vemos... y que veremos algún día. En ese momento no vamos a necesitar gafas que protejan nuestros ojos como las de nuestros amigos mineros, a pesar de que la Luz es mucho más brillante. Recordaba estos días que cuando alguien está al borde de la muerte y logra sobrevivir, posteriormente dice que vio "una tremenda luz"... Tampoco vamos a necesitar tantos minutos para salir, como ocurrió con los mineros: La Biblia dice que todo será "en un abrir y cerrar de ojos". Nuestro cuerpo será transformado, así que no vamos a correr ningún peligro. Nada de fallos mecánicos o ataques de ansiedad, o necesidad de perder peso para que nos puedan "subir".
Me impresiona lo que el mismo Señor Jesús afirmó en cierta ocasión: "Yo soy la luz, el que me sigue no andará en tinieblas". No se trata sólo de ser salvados un día, se trata de vivir con la absoluta seguridad de que ese día llegará. Y mientras tanto, hacer todo lo posible por ayudar a los que viven sin conocer todavía esa Luz.
Al fin y al cabo, y a pesar de todo el sufrimiento, 69 días no son nada comparado con toda una vida... y 69 años tampoco son nada comparados con toda la eternidad.
Eso es: Hay vida más allá de la aparente oscuridad en la que nos movemos ahora. Y la buena noticia es que de nosotros depende la decisión de dirigirnos hacia esa vida. Pero por mucho que nos esforcemos, no podemos ir solos. Nadie tiene la capacidad ni la fuerza para salir por sí mismo/a... O dejas que quien es la LUZ (con mayúsculas) te guíe, o de lo contrario....
Hace unos días estaba paseando por una calle de Santiago, y pude observar que en la puerta de un negocio estaba colgado un cartel que todos hemos visto muchas veces: "Cerrado por defunción".
Desgraciadamente es un acontecimiento absolutamente normal y cotidiano. Lo que me hizo pensar fue que, en esta ocasión, la muerte le sobrevino a algún familiar de los dueños justo en medio de la mudanza de su negocio, así que en las cristaleras de la tienda había otro cartel mucho más grande que decía: "Nos trasladamos más abajo"
Espero que el día que llegue tu traslado, sea hacia arriba. Te lo digo de corazón.
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