Envidia de siglos

1. Envidia de siglos acumulan los de murmuradora lengua.

2. La gente ha perdido el hábito de esperar. Y apremian a los otros con su creciente impaciencia. Y se apremian a sí mismos, acelerando la velocidad de su existir. Y si antaño estabas por la comparecencia de lo inmediato, hoy lo moroso prime en tu proceder.

3. Sólo tras un gran silencio se detiene la Verdad, al brotar de la Palabra y atravesarla rumbo a lo inexpresable. Por eso el silencio es el máximo lenguaje que detenta Dios.

4. También los laberintos tienen aduanas y debes declarar las cosas que lleves. No te creas libre para ir donde te plazca, sin reglas que cumplir, sin cuentas que dar.

5. Ardoroso es el silencio del que se reconcentra para Amar.

6. Con alevosía pretenden ponernos una venda estratosférica, mientras acopian el botín de sus latrocinios.

7. Haz de tu entorno un lugar de reconciliación, de futuro común.

8. Porque no todo es Luz; porque a veces prevalece el odio; porque unos amagan abrazar y otros evaden tal abrazo falaz; porque hay exactas infelicidades; porque hasta la manzana más hermosa pierde su aroma; porque hablantes tártaros entorpecen la comunicación entre nosotros; porque en ninguna medalla cabe el dedo de Dios…

9. Un rival (que no enemigo) puede garantizarte mayor lealtad que aquellos prestos a olvidar los innumerables parabienes que hasta ayer te brindaban.

10. Ser bondadoso requiere de un elevado ejercicio de voluntad. Ser malvado es más fácil, pues basta dar rienda suelta a las distintas formas que hay dentro del hombre.

11. Te he tomado sin oír a los astrólogos. Recibe lo que te doy, suficiente savia para el altar del amor. Y hagámonos uno, para que acontezca el provecho de los que se esposan para la dicha.

12. Cristo ahora espera que depongas tu antropofagia.

13. La escalera se volverá tu enemiga si pretendes subirla todo haciendo caer a quienes pisan los peldaños superiores.

14. Bebe de la tradición. Es antigua la idea de querer ser moderno.

15. Cierta ingenuidad no sólo es buena: es necesaria, pues sostiene heroicamente de los latigazos cotidianos.

16. El bochorno de la tarde intenta persuadirte al abandono de la faena: pero sigues, en sudoroso silencio, encausando el magma de tus pensamientos.

17. No desames en medio de la calle, indiferente a la temperatura fiel de quien contigo dormía.

18. La mujer no sólo es muslo y boca: es ritmo y refugio, barco salvavidas y profundidad del sentir creyente. La mujer saldrá de su antigua pesadilla y, al sol de cualquier mañana, encabezará la marcha.

19. Hay quien lanza dardos envenenados impregnados con la viscosa pus que le supura.

20. Quítate los atavíos presuntuosos: sólo son evidencias de una contraverdad, además de confundir la nitidez de tu desamparo.