Cómodamente sentado

¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos en verdad corren, pero solo uno obtiene el premio? Corred de tal modo que ganéis (1 Corintios 9:24).

La Biblia es el libro por excelencia. Podemos dar docenas de razones que certifican que es la Palabra de Dios y que ha cambiado millones de vidas por el poder del Espíritu Santo, y sigue asombrándonos siempre. Para los que nos gusta el deporte, encontramos casi un centenar de versículos que toman ese mundo como ejemplo para nuestra vida. La frase con la que comenzamos la historia de hoy está escrita hace casi dos mil años, y es la primera de cuatro imágenes deportivas que aparecen en los versículos siguientes.

Déjame que te cuente algo de la historia de un futbolista italiano llamado Gatusso. Campeón de Italia con el Milan, de la Copa de Europa de 2007, del mundo con su selección en 2006… ¡campeón de todo! Y no es un jugador de gran calidad. Sus compañeros dicen que es el que corre por todos y trabaja para todos. Ningún equipo suyo perdió jamás por goleada (cinco goles o más) porque él siempre se encargó de luchar y de que nadie que estuviera a su lado se rindiera. Recientemente declaraba: “Me miro a los pies y les digo “Malditos, nunca me dais una alegría”… Mi único don son las ganas de no rendirme. No merezco ganar el dinero que gano. En un mes gano más que mi padre en toda su vida”. Podía haber sido un jugador del montón, pero decidió trabajar para ayudar a todos.

La Biblia utiliza imágenes deportivas porque Dios quiere que nos demos cuenta de una vez por todas de que la vida hay que vivirla. No se puede ser cristiano y ser simplemente un espectador. Muchos intentan vivir así: van al campo para ver lo que otros hacen o siguen los partidos por televisión. Millones de personas viendo cómo juegan solo veintidós. Puede parecer muy cómodo y el espectáculo puede ser absolutamente genial, pero la vida no es así. Ser espectador no sirve de nada.

Muchos viven la vida cristiana de esa manera. Han tomado ese ejemplo de las grandes iglesias en el primer mundo. Por televisión nos llegan las imágenes de miles de personas viendo un espectáculo religioso y escuchando una predicación, para más tarde irse a su casa y creer que ya han cumplido con su responsabilidad delante de Dios. Así, hasta que llega el domingo siguiente y vuelven a asistir a otro evento. Los “más fieles” van a alguna reunión más durante la semana, pero toda su vida con Dios gira alrededor de la iglesia. Viendo lo que otros hacen. Las grandes iglesias suelen ocultar entre sus miembros a muchísimos cristianos pasivos. No les culpes solo a ellos. La comodidad manda.

En el estadio, todos corren. En la vida cristiana todos estamos en la aventura de la competición para luchar y ganar. Si no es así, estamos desobedeciendo a Dios. En el cristianismo no existen espectadores, todos participan. Si alguien vive de esa manera, debería examinar su vida para ver si realmente comprendió el mensaje del evangelio.

No se puede amar a Dios desde la distancia y la comodidad. O estamos en la lucha, o morimos. O corremos, o alguien nos llevará por delante.

O vivimos en la voluntad de Dios, o jamás seremos quienes debemos ser. Los cómodos jamás cambiarán nada en este mundo. Es el momento de la acción.