Párate. Contempla un rostro sufriente

Abre tus ojos. Contempla la figura del Siervo Sufriente. Su rostro. Mira luego a tu alrededor y seguro que tendrás una nueva visión para captar el escándalo de un mundo también de rostro sufriente. Sí. La mejor forma de captar el mundo sufriente, el mundo de los pobres, de los oprimidos, de los torturados y apaleados del mundo, es el pararse para fijarse y contemplar la figura del Siervo Sufriente. Dios sufre con el hombre. El sufrimiento del hombre repercute en la sensibilidad de Dios. Esto es la clave de su frase: “Por mí lo hicisteis”.

Párate. Detente. La contemplación del Jesús sufriente es lo que nos puede habilitar, para la búsqueda de la justicia y el ayudar y servir a los excluidos de nuestra historia. Inténtalo. No debes pasar de largo.

Haz una larga pausa. Verás que al contemplar la figura del Siervo Sufriente es muy posible que, sin hacer grandes esfuerzos, te sientas habilitado para contemplar la figura del mundo sufriente, el escándalo del mundo de los excluidos, de los injustamente tratados. Quizás sea también a la inversa: Al contemplar el escándalo de este mundo excluido y oprimido, nos estaremos habilitando para comprender mejor la figura del Siervo Sufriente.

Del Siervo Sufriente ante el que nos deberíamos detener, la versión Reina Valera que yo más he leído nos habla de un siervo “experimentado en quebranto”, expresión que nos suena un tanto extraña y nos parece un lenguaje algo alejado de lo cotidiano. Quizás hoy nos pararíamos antes si tradujéramos esa expresión por la de “experimentado en sufrimiento”. La palabra sufrimiento nos es cercana, hemos pasado ya por ello y, si no les damos la espalda, lo podremos comprobar en el grito de muchos de los marginados, excluidos y pobres de nuestra historia presente. Quizás te llamaría más la atención y te detendrías antes ante la traducción de la frase como “experto en sufrimiento”.

Párate. Pregúntate: ¿Cómo no va a entender nuestro Maestro, Jesús, a los sufrientes del mundo? Él, el experto en sufrimiento, el que ha estado sujeto a los mismos padecimientos que nosotros, el que recibe en su sensibilidad el sufrimiento de los apaleados de la historia, de los tirados al lado del camino. Él os entiende a todos vosotros, sufrientes del mundo, empobrecidos de la historia, oprimidos y despojados.

Detente. Acércate. No nos sintamos lejos de la figura del Siervo Sufriente, de nuestro Dios experto en sufrimiento. Del Dios al que, de alguna manera, podemos aliviar su sufrimiento cuando trabajamos por eliminar el sufrimiento y la opresión de los pobres y sufrientes de la tierra.

Párate. Reflexiona. Te propongo que apliques los textos que aparecen en la Biblia en torno al Siervo Sufriente, al concepto de mundo sufriente, a la idea de hombre sufriente, al escándalo del sufrimiento de los pobres y oprimidos de la tierra. ¡Qué gran reflexión! Que no te importe que incluso te lleve al llanto por el mundo.

Relájate. Haz de nuevo una pausa. Pensemos un poco en la expresión “varón de dolores”. Este concepto se nos ofrece algo más cercano que la de “experimentado en quebranto”. Aunque la palabra varón parece introducirnos en esa atmósfera patriarcal del Antiguo Testamento, la palabra dolor, o en su plural, dolores, es de plena actualidad y usual en el lenguaje cotidiano. Nos invita a pararnos. Nos acerca al Dios sufriente, al Dios cercano a los que están en el no ser que es el sufrimiento de la marginación, la exclusión y la pobreza en el mundo.

Haz un parón ante la expresión “Varón de dolores” que, unido a la perspectiva de Mateo 25, en el Juicio de las Naciones, se nos presenta como un Jesús identificado con el sufrimiento de los más débiles. Un “varón de dolores”, experto en sufrimiento, que se nos presenta sufriendo con los colectivos empobrecidos del mundo. Identificado con los que tienen hambre, con los que tienen sed, con los injustamente encarcelados, con los solitarios de los que nadie parece acordarse. Es como para pararse, para sentarse a reflexionar en medio del camino de la vida.

Sigue sentado. Reflexiona. Te hago una pregunta: ¿Puede pasar tu mente del “Varón de dolores” al conjunto escandaloso de los que están en la infravida de la pobreza en el mundo? Cuando te paras para mirar a los pobres de la tierra, ¿de alguna manera se reactualiza en tu mente la figura del Siervo Sufriente, del Varón de dolores, del experto en sufrimiento? ¿Te sientes interpelado con el sufrimiento del mundo al servir a un Dios experto en sufrimiento? ¿Qué significado tiene hoy para nosotros el “por mí lo hicisteis?

Déjate de prisas. Detente. Siéntate. Piensa en esta reflexión que os dejo. Es así como nos sentiremos más cerca tanto de Dios como del prójimo o, si lo queréis, tanto del prójimo como de Dios. Nos humanizaremos más y, por otra parte, estaremos más cerca de esa divinidad que sufre con los que sufren.