La genuina humildad

1. Desarmante es la genuina humildad; no aquella que pregona u ostenta su barniz.

2. Conocer el pasado para hacer añicos la monotonía de nuestro propio discurso, empobrecido por tantas simplificaciones. Por ello, cada quien debe tener su ración de clásicos, empezando por leer los hechos y decires del insobornable Jesucristo.

3. Oh Dios, doma el plomo de las balas.

4. Descreo de quienes presentan la sexualidad como martirio. También de los otros, rayanos en el exceso y en los lindes del desplacer. Lo sexual para el hombre no debe ser una candente excentricidad, sino una inseparable y cotidiana muestra de estar vivo.

5. Muchos políticos se portan de una forma primitiva, propia de épocas de barbarie. Tal es su delirio que, en su actuación, declinan de cualquier razón histórica y van a contracorriente de lo que aconsejan los propios manual de hacer política. Hay una distorsión brutal en sus arengas…

6. Al sufrimiento sólo se puede intentar combatirlo si se le mira de frente, si le prestamos algo de futuro, de esperanza.

7. Sé impermeable a la usura, pues con ella no se construye una sólida casa. Parecerá una bella mansión, pero pronto será cubierta por telarañas.

8. Aun la envidia incipiente es como la carcoma.

9. Pertenencia e integración en la Familia de la Fe. Una cosa es el pregón de la misma; otra, muy diferente, es ejercitarla siquiera con los abrazos. Lo de Jesús (respecto a su familia de la sangre) fue de una radicalidad que muy pocos cristianos, a lo largo de los siglos, han llevado a la práctica.

10. La obra de un poeta auténtico es la voz de la humanidad.

11. Por una bendición natural (y porque Dios existe y sabe protegerlos: no por algo muchas veces han sido sus portavoces, empezando por Cristo y los demás profetas), los poetas no se preocupan del número de ventas ni se ocupan en abultar sus cifras de lectores. Borges, cuando en 1932 publicó Historia de la eternidad, vendió tan sólo 37 ejemplares en todo el año. Tiempo después, recordando tal hecho, dijo: “Al principio quería encontrar a cada uno de los compradores para disculparme por el libro y también para agradecerles lo que habían hecho. Hay una explicación para eso. Si usted piensa en 37 personas… esas personas son reales, quiero decir que cada una de ellas tiene un rostro propio, una familia, vive en una calle particular. Bueno, si uno vende, digamos, 2.000 ejemplares es un número demasiado grande… quiero decir, demasiado grande para poder imaginarlo. Pero 37 personas –y tal vez 37 son demasiadas, tal vez diecisiete son demasiadas, tal vez diecisiete hubiera sido mejor o hasta siete-, 37 todavía están al alcance de la propia imaginación”. Por eso es que el genial argentino nunca se jactó de los libros que había escrito sino de aquellos que había leído.

12. Propaga Su misericordia; no la hiedra de tus patrañas.

13. ¿Consuelo para cuando recibas escupitajos miserables? Sí, útil es la palabra que sutura.

14. Un nuevo aparatejo electrónico y abundan las loas al desarrollo tecnológico y científico. No lo desdeño, pero cada vez el común está más vacío de ideas, más plano de pensamientos. Este camino también será de esclavitud y de sometimiento: el control tecnológico es una realidad, como también que este sistema triunfante propugna más control y barreras contra los excluidos del sistema, porque de cierto son y serán su mayor amenaza.

15. Proeza de la intuición para sortear plantas carnívoras o territorio de jíbaros. Hablo de la urbe.

16. Toda ingratitud abate porque irradia una luz de espinas.

17. Los lectores se van infantilizando a marchas forzadas. En los últimos años, a más medios audiovisuales, mayor desaprendizaje en la lectura. Y eso se percibe hasta en las iglesias.

18. Empobrecedor ejercicio el dedicarse a lijar espuelas para luego zaherir al prójimo.

19. Precipicio de la justicia: allí, aquí…

20. Una fe fraguada tras vertiginosas travesías: ¡he ahí un sol brillante!