Generación perversa

La palabra generación tiene varios significados; por ejemplo, sirve para agrupar a los que viven en un determinado lapso de tiempo y que son contemporáneos, como la generación actual o la generación pasada, pero también se usa para definir a los integrantes de un determinado movimiento y que comparten ciertas características peculiares, como la generación del 98 o la generación beat. Es decir, la noción de generación nos remite a un hecho biológico o a uno de tipo intelectual o estético, entre otros significados.

Sin embargo, el interés en la Biblia con la palabra generación no reside tanto en el hecho biológico y nada en absoluto con el intelectual o estético, sino con el moral, resultando de gran provecho examinar algunas de las veces que la misma aparece en este sentido mencionada.

Una generación llamativa fue la que salió de Egipto para ir a la tierra de Canaán. Tras el paso del tiempo y con la perspectiva que el mismo ofrece, la evaluación que Moisés hizo de aquella generación no pudo ser más categórica. Los términos en los que la define son los peores epítetos que puedan emplearse para describir a alguien. 'Mala generación'ⁱ es uno de ellos y otro es 'generación torcida y perversa'ⁱⁱ, algo que siglos después quedará refrendado indeleblemente como retrato moral de aquel conjunto de malvados, al que se denomina 'generación contumaz y rebelde'ⁱⁱⁱ. Definitivamente, aquella fue una generación reprobada con un contundente suspenso moral.

Otra generación que sale mal parada es la coetánea de Jeremías, la que experimentaría uno de los momentos más humillantes de ese pueblo, cuando perdió su tierra, su independencia y todos los símbolos de su identidad nacional, incluido el templo. 'Generación objeto de su ira'^iv, es decir, de la ira de Dios, es la expresión usada para describirla. ¡Qué título más oneroso! Los pecados acumulados, por causa de su cerrazón y desobediencia reiterada, la hicieron merecedora de llevar ese terrible estigma.

Con el paso de los siglos, Jesús hizo acto de presencia en esta tierra y las palabras que empleó para referirse a la gente de su tiempo no pueden ser más expresivas: 'Generación incrédula y perversa^v, lo que indica que su diagnóstico no es distinto del que hicieron anteriormente Moisés o Jeremías. No son descalificaciones gratuitas, producto de misántropos o de mentes retorcidas, que se deleitan en denigrar a los demás y que solamente ven lo negativo. Son la conclusión certera a la que llegaron, al constatar un mal moral arraigado y extendido en todo el tejido social.

No mucho tiempo después de que Jesús pronunciara esas palabras sobre su generación, el apóstol Pedro exhortó a sus oyentes el día de Pentecostés en estos términos: 'Sed salvos de esta perversa generación.'^vi Lo que muestra la coincidencia entre Maestro y discípulo sobre la condición moral y espiritual de sus contemporáneos. Hay que destacar en las palabras de Pedro que la salvación es de la pertenencia a aquella generación. Estamos acostumbrados a pensar, correctamente, que la salvación es del pecado. Y ciertamente es así, ya que el pecado personal acarrea condenación personal. Pero si se forma parte de un colectivo condenado, por identificación con sus planteamientos y comportamientos malignos, se comparte su condenación; de ahí la necesidad de ser salvos de esa generación.

Años después de las palabras de Pedro, el apóstol Pablo, escribiendo a los cristianos de Filipos, les recuerda lo que son: 'Irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa.'^vii Hay que recordar que Filipos no era cualquier ciudad en el imperio romano. Aunque estaba ubicada en la región de Macedonia, a distancia de Roma, sin embargo era una pequeña Roma, porque sus habitantes, a diferencia de tantas ciudades del imperio, tenían la ciudadanía romana. Ellos no formaban parte de una sociedad sumida en la barbarie y la ignorancia, sino de una civilización que se podía enorgullecer de sus logros jurídicos, políticos, culturales y militares. Con todo, Pablo, que también tenía esa ciudadanía romana, describe a esa generación en los mismos términos que Moisés, Jeremías, Jesús o Pedro describieron a las suyas. Esa sofisticada comunidad romana de Filipos recibe los mismos apelativos condenatorios que recibieron las otras que antes de ella salieron reprobadas.

Hoy vivimos en una generación que supera en avances y logros a todas las anteriores. Por lo menos en avances científicos y tecnológicos. Pero en el plano moral no se diferencia de ellas ni un ápice. Es más, al haber renegado de la influencia recibida del cristianismo durante siglos, está descendiendo más peldaños que las otras, hasta llegar a unos niveles de depravación desconocidos anteriormente. De ahí que los cristianos tengamos el mismo rol que desempeñaron los cristianos en Filipos, en el sentido de ser luz en medio de una generación perversa, para lo cual primero es preciso ser salvos de ella.

i^ Deuteronomio 1:35

ii^ Deuteronomio 32:5

iii^ Salmo 78:8

iv^ Jeremías 7:29

v^ Mateo 17:17

vi^ Hechos 2:40

vii^ Filipenses 2:15