El dios Mamón no ha muerto. Hoy el hombre sigue construyendo ídolos a este dios de las riquezas, al dios del dinero.
Traed incienso a los templos del dios Mamón. Traed incienso a las sedes de los grandes bancos o allí donde se han abierto grandes centros comerciales que demandan continuamente incienso para que su olor atraiga a todo ser viviente.
Traed incienso a estos templos mamonistas que cautiven al mayor número de incautos posibles, incautos que se allegan a estos lugares de ritual secular para ofrendar su incienso materialista, el alimento que el dios Mamón, como dios de las riquezas, necesita con voracidad satánica.
El dios Mamón no ha muerto. Hoy el hombre sigue construyendo ídolos a este dios de las riquezas, al dios del dinero. A él llevan sus ofrendas continuamente los mortales sin tener memoria ni por un instante, de tantos rechazados, despreciados y robados en su dignidad por los discípulos de este dios de las riquezas.
Sí, traed vuestro dinero, vuestro incienso, vuestro óbolo para que los templos de este dios avaro se vistan de lujo, se hagan luminosos con luces fatuas y acudan a su llamada la mayor afluencia posible de adoradores de todo el mundo, adoradores que están de espaldas, en su gran mayoría, al grito de los condenados de este falso dios que margina y empobrece a más de media humanidad.
Enormes masas de población les lleva su dinero, su incienso, sin tener memoria ninguna del prójimo en necesidad. Mamón odia al prójimo empobrecido y no quiere saber nada de él. Son los condenados de su infierno, son los quemados en las llamas de sus infernales calderas de oro y piedras preciosas, pues para Mamón todo es lujo y fastuosidad.
Por esos infiernos y por sus falsos cielos creados en la tierra para el atractivo de los adoradores de este falso dios, circulan multitud de funcionarios a las órdenes del falso dios que, a veces, actúan como monaguillos satánicos que bailan y cantan en torno al ritual del dinero. Ante él se humillan dando la espalda al Dios de la vida.
Por allí se mueven sus falsos sacerdotes y obispos impostores que intentan falsamente bendecir a los encadenados de Mamón dándoles una satisfacción y alegría falsa. La finalidad es que dejen allí su incienso, su dinero justa o injustamente ganado. Esto no importa, como no importan los lanzados al lado del camino por estos sacerdotes a las órdenes del dios de las riquezas.
Mamón baila con los suyos en sus brillantes templos, sean éstos las sedes lujosas de los grandes bancos, las lujosas salas de vehículos de lujo, las sedes de grandes multinacionales o las casas de lujo de los acumuladores de la tierra. Os invitan a bailar. No vayáis en busca de esa falsa alegría, compartid, ayudad, liberad al prójimo en necesidad aunque seáis ultrajados por los funcionarios de ese falso dios.
Muchos dicen que Mamón ha triunfado, que ha llenado la tierra con sus rituales, sus capillas y capellanes que se ríen de los pobres de la tierra y quieren bajarlos a sus infiernos como un sobrante humano que no pintan nada en medio de este mundo que ha caído en manos del mamonismo. Mamón parece que triunfa como la cizaña entre el trigo, pero el Señor de los campos vendrá en su día y lo arrancará guardando el trigo en su alfolí.
El capital es el incienso apropiado para este dios. Deidad avara de ese olor, de ese para él suave perfume aunque deje en la miseria a más de media humanidad. Dios cruel y maldito que algún día será vencido y lanzado junto a Satanás al lago de fuego que nunca se consume. Mientras, Mamón seguirá disfrutando del incienso maldito que en muchas ocasiones va a ser injustamente ganado.
Un incienso que, a veces, puede oler a pólvora y a muerte, a lanzar a tantos humanos al no ser de la marginación, pero un olor grato tanto para el falso dios como para sus adoradores.
Cuando os ofrezcan tesoros y os digan: ¡Postraos, postraos ante esta deidad! No hagáis caso, no os humilléis ante él ni le rindáis adoración. Cuando los falsos funcionarios, sacerdotes o monaguillos os pidan que os inclinéis ante él, que os tumbéis en la tierra ofreciendo todo lo que tenéis, gritad con todas vuestras fuerzas un no rotundo que resuene en todos los atrios mamonistas. Rechazad esos olores a falsos inciensos, tapad vuestras narices y vuestras bocas y salid huyendo sin volver nunca la cabeza y sin mirar atrás para que no os deshumanicen.
El mundo está lleno de trampas, de fosos con leones, de lagos de fuego, de ríos de lava lanzados por el falso dios para ir captando víctimas y víctimas que se arranquen los ojos y se mutilen los oídos para no ver a los condenados de Mamón ni escuchar sus gritos por justicia. Mamón os dejará sordos y ciegos. Quizás también vaya cortando lenguas para que no pueda haber voces de denuncia.
En estos casos, el ídolo de la globalización, los deja morir de hambre... o si queréis los mata o los asesina. No importa que sean niños, desempleados o el considerado por muchos sobrantes humanos a los que no se atreven a eliminar ni siquiera los sacerdotes de Mammón. Los dejan en la infravida hasta que, poco a poco, van muriendo... y dicen que de muerte natural, que nadie los ha asesinado, que nadie los mata, que nadie es responsable de la muerte de estos niños, de estos mil millones de hambrientos en el mundo... son ellos los que se mueren, dicen los sacerdotes con una bella oratoria en sus templos brillantes por el lujo... pero suena a falso retumbando en los oídos como una molestia fatal.
Cuidado, sí, cuidado. Mamón puede mentir y decir que está generando riquezas para que algún día puedan llegar también a los condenados ya lanzados a los fosos de los leones. Comenzará a decir que ya falta poco para que también los condenados de este dios puedan participar de sus riquezas acumuladas.
¡Que rebosen, que rebosen mis almacenes, mis graneros!, dirá el falso dios. Prometerá que algo de lo que rebose podrá llegar hasta los infiernos de los condenados y podrán comer convirtiendo al mundo en un recinto más humano. No lo creáis. No deis crédito a sus promesas. Sus funcionarios, los ladrones del mundo, irán agrandando cada vez más sus graneros insolidarios para que los condenados de Mamón sigan sufriendo.
Pareciera que no hay solución, pero Dios, el Dios de la vida, también tiene sus agentes de liberación en el mundo, agentes que no deben dormirse ni dejarse llevar por los cantos de sirena del falso dios. El cristiano siempre debe ver una solución, una luz de esperanza, la mano de Dios para el futuro, una mano que quiere actuar a través de las nuestras, manos solidarias que puedan ofertar un mensaje de esperanza para el mundo. Déjate usar. Deja que tus manos sean usadas por las del Dios verdadero.
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