Queríamos hacer teología por cuenta propia, sometiendo nuestro quehacer teológico a la Palabra, pero como evangélicos latinoamericanos.
Acabo de regresar de un largo viaje. He cruzado el Atlántico volviendo de São Paulo, Brasil, donde unas 300 personas nos reunimos para celebrar los cuarenta y cinco años de existencia de la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL).
Fue una celebración que vivimos con alegría y gratitud a Dios. Entre los asistentes había pastores, misioneras, profesores de educación teológica, traductores de la Biblia, activistas en diversos ministerios de servicio a los pobres, estudiantes de teología, para todos los cuales el quehacer teológico es la reflexión sistemática y ordenada acerca de su propia participación en la misión cristiana, a la luz de la Palabra de Dios.
Si hay algo que de manera especial me alegró en este evento es que no se trataba de eruditos encerrados en su torre de marfil teológica sino de gente entregada a una gran variedad de ministerios en iglesias evangélicas de todo el mundo de habla hispana y portuguesa.
Estábamos presentes tres de las veinticinco personas que firmamos el documento fundacional, la “Declaración de Cochabamba”: Pedro Arana del Perú, René Padilla, ecuatoriano residente en Argentina y este servidor, peruano radicado en España.
El historiador y periodista mexicano Carlos Martínez mostró al auditorio un ejemplar del libro atesorado El debate contemporáneo sobre la Biblia, que José Grau había publicado en Barcelona en 1972. Este volumen contiene las ponencias principales de la reunión de Diciembre de 1970 en la que se fundó la FTL. Estas ponencias cubren la revelación, la inspiración, la autoridad de la Biblia, y la formulación de una hermenéutica que corresponda a las convicciones básicas sobre la Palabra de Dios que confesábamos. Queríamos hacer teología por cuenta propia, sometiendo nuestro quehacer teológico a la Palabra, pero como evangélicos latinoamericanos. En nuestros ministerios de evangelización y pastoral habíamos llegado a la convicción de que había que leer la Palabra con nuestros propios ojos, e ir más allá de la lectura anglosajona prestada por los misioneros que nos habían llevado el Evangelio. Describimos nuestra tarea como una de distinción entre el contenido bíblico y el ropaje anglosajón de la teología recibida.
El evento de São Paulo nos confirmó que aquel propósito inicial se estaba cumpliendo en Brasil y en toda América Latina, incluyendo el mundo hispano hablante de Estados Unidos, y que a sus 45 años la FTL daba muestras de productividad y fidelidad al Señor.
En la excelente exhibición de libros en portugués y castellano que era parte del evento, junto a los clásicos evangélicos traducidos como Christopher Wright o John Stott estaban los libros de teólogos latinoamericanos como René Padilla, Valdir Steurnagel, Robinson Cavalcanti, Jorge Enrique Barro, Nancy Bedford, e historiadores como Tomás Gutiérrez Carlos Martínez y Marlon Fluck. Son libros dirigidos al evangélico común y corriente, respondiendo a las preguntas que le plantea la realidad cotidiana en su servicio al Señor del día a día.
Para las reuniones de nuestro evento fuimos huéspedes de la Igreja Batista de Agua Branca, una iglesia contemporánea de 3,000 miembros que tiene tres servicios los domingos, un cuerpo pastoral de cinco pastores-teólogos y un activísimo departamento de misiones. Su ministerio se realiza en un local funcional que era antes una planta industrial y ha sido adaptado para el culto y la tarea educativa. Me comentaba el pastor Robinson Jacintho que la iglesia no quiere comprar un local sino que alquila el que usa porque quiere usar sus recursos económicos en las múltiples tareas de servicio que lleva a cabo.
Me sorprendió gratamente la existencia de varias redes de servicio a los pobres que se han venido formando recientemente. En un país tan extenso y variado como Brasil, la cooperación para la misión, en vez del aislamiento y el espíritu competitivo, resulta indispensable. CADI, por ejemplo, es una coalición de 10 organizaciones presentes en siete estados del Brasil “que trabajan por la transformación de comunidades en contextos de vulnerabilidad social, y que capacita anualmente a centenares de líderes y emprendedores sociales cristianos para que tengan un impacto en su propia realidad.”
Por otra parte la Alianza Evangélica Brasilera reúne gran cantidad de socios voluntarios que trabajan por la identidad, la unidad y la misión dentro del pueblo evangélico. Sus asociados actúan en misión urbana, capellanías, obra entre jóvenes, misiones transculturales, pastoreo de pastores y ministerios pro-familia.
Un libro que me obsequiaron me sirve como botón de muestra del proceso teológico de la FTL. Se trata de Igreja: agente de transformação, traducido en parte del castellano y con aportes originales brasileños. Esta versión en portugués ha sido editada por René Padilla y Péricles Couto, y se publica en colaboración entre Ediciones Kairós de Argentina y la Misión Alianza, entidad de servicio noruega que trabaja en varios países latinoamericanos.
El libro tiene un capítulo inicial por el obispo episcopal Robinson Cavalcanti, acerca de la teología de la misión de la iglesia en Brasil. Como se sabe Brasil es un país que envía miles de misioneros a diferentes partes del mundo, y en España tenemos varios de ellos ministrando en el seno del pueblo evangélico. Ahora también se está desarrollando toda una teología de la misión. Vienen luego cinco capítulos de autores latinoamericanos que exploran diferentes aspectos de la teología de la iglesia: la naturaleza comunitaria de la iglesia, el discernimiento comunitario, el sacerdocio de todos los creyentes y el perfil de los líderes-siervos. La segunda parte del libro trae cuatro estudios de caso de iglesias que son agentes de transformación en Argentina, Brasil y Perú. Se cierra con una exposición bíblica que ofrece una lectura histórica, poética y profética del salmo 133 por el antropólogo y pastor brasileño Key Yuasa.
Dos libros escritos por misioneras brasileñas me llamaron poderosamente la atención. Antonia Leonora Van der Meer, brasileña más conocida como “Tonica”, quien ministró diez años en Angola y luego fue profesora en la Escuela de Misiones del Centro Evangélico de Viçosa, escribió Missionários feridos (Ed. Ultimato, 2009), un libro sobre “como cuidar de los que sirven”, cómo las iglesias han de acoger, cuidar y pastorear a sus misioneros: una lectura refrescante de la Biblia a partir de la experiencia misionera de la autora. Por otra parte, la Dra. Analzira Nascimento, quien fue misionera en Angola durante 17 años, acaba de publicar Evangelização ou colonização (Ed. Ultimato 2015). Analzira es la responsable de proyectos misioneros de la Igreja Batista de Agua Branca y su obra es un trabajo de autocrítica valiente del riesgo de hacer misión como un trabajo “técnico”, sin que el prójimo nos importe de verdad. Estas obras me impresionan como verdadera teología de dimensiones autocríticas y pastorales, que brotan de la práctica , y que es al fin y al cabo aquello que soñábamos en 1970 cuando fundamos la FTL.
En un próximo artículo me ocuparé de otras áreas de la reflexión teológica en las que se puede advertir el avance de estas cuatro décadas y media de vida de la Fraternidad Teológica Latinoamericana.
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