La apologética es amar de forma activa a otros y persuadirles de la veracidad de evangelio, no un castillo que protege nuestra fe.
Normalmente, a la apologética se le considera defensiva, como un castillo que protege nuestra fe cristiana de diferentes tipos de ataques. Pero no. La apologética es amar de forma activa a otros y persuadirles de la veracidad de evangelio.
Alvin Plantinga, uno de los principales filósofos cristianos en el mundo, escribe que la apologética es "el intento de defender el cristianismo (o en términos más generales, el teísmo) contra los diversos tipos de ataques contra él".1 Asimismo, el teólogo evangélico Norman Geisler sostiene, "la apologética es la disciplina que se ocupa de una defensa racional de la fe cristiana".2 Estas definiciones son ejemplos de la comprensión popular actual de apologética como la defensa del cristianismo contra diversas acusaciones de los no creyentes.
En cierto modo, este enfoque es verdadero y necesario. Pablo estaba ansioso por defender el evangelio e incluso llamó a algunos falsos maestros "malhechores", "mutiladores de la carne" y "lobos" (Filipenses 3:2; Hechos 20:29).
Y sin embargo, si pensamos que la apologética es principalmente defensiva, perdemos la poderosa visión expansiva del evangelio como la "palabra de verdad" y "la gracia de Dios en la verdad" que los primeros cristianos llegaron a entender y explicar con entusiasmo a todo el mundo (2 Timoteo 2:15, Col. 1:6). Dado que la Biblia retrata el evangelismo como expansivo, confiado y gozoso, es más acertado entender la apologética como la ciencia y el arte de la persuasión cristiana. Cada uno de los elementos de esta breve definición de apologética merece un comentario más elaborado.
1) La apologética es la ciencia y el arte de la persuasión cristiana
Antes de que podemos hablar de la apologética como una ciencia o un arte de la persuasión, tenemos que explicar por qué es cristiana. El gran escritor cristiano Agustín de Hipona fue profesor de retórica y maestro de la palabra hablada. Argumentó que la retórica, la disciplina de la comunicación verbal persuasiva, podría utilizarse con los motivos equivocados y con fines equivocados. Escribió que "las reglas de la elocuencia pueden utilizarse en relación con principios verdaderos y con principios falsos. No son culpables en sí mismas, sino que la culpa recae en la perversidad de usarlas mal".3 San Agustín argumentó que los cristianos necesitan regirse por las normas éticas de la Biblia para asegurarse de que la persuasión tiene los motivos y objetivos correctos.
Es de vital importancia comprender y enfatizar el contexto ético y espiritual de la apologética bíblica. La persuasión sin orientación ética puede convertirse fácilmente en manipulación o en una santurronería orgullosa. En la actualidad, el versículo que los evangélicos citan más a menudo para describir la apologética es 1 Pedro 3:15: "estad siempre listos para responder a todo el que os pida razón de la esperanza que hay en vosotros".
Pero, ¿cuál es el contexto de este pasaje? 1 Pedro 3:8-17 es una visión ética de cómo el pueblo de Dios ha de vivir:
“Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición. Porque:
El que quiere amar la vida
Y ver días buenos,
Refrene su lengua de mal,
Y sus labios no hablen engaño;
Apártese del mal, y haga el bien;
Busque la paz, y sígala.
Porque los ojos del Señor están sobre los justos,
Y sus oídos atentos a sus oraciones;
Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.
¿Y quién es aquel que os podrá hacer daño, si vosotros seguís el bien? Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo. Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal.”
Sin el modo de vida que este pasaje enseña (una vida de armonía, apoyo, amor, compasión y humildad) no podemos defender el evangelio como nos pide Pedro. Como discípulos de Jesús somos llamados a un modo de vida relacional y ético para poder comunicar persuasivamente el evangelio partiendo de ese modo de vida. La apologética cristiana no es posible sin este modo de vida ético.
Cuando estaba en el seminario, tuve a un excepcional apologista como profesor. Nos mostró un video de un debate que tuvo con un ateo influyente, en el que destrozó con facilidad los argumentos de este ateo usando la razón. Pero a mí me preocupaba su actitud. Este talentoso apologista cristiano parecía orgulloso y carecía de lo que se habla en este pasaje. Le faltaba una actitud semejante a Cristo. Levanté mi mano y básicamente dije que no veía que reflejara un carácter semejante a Cristo. Él respondió que su profesor de teología le había enseñado años atrás que no se debate para ganar un pecador sino para quemar a un hereje. Respondí que Francis Schaeffer dijo que si él no podía mostrar el carácter de Cristo en un debate, no tenía derecho a presentar el mensaje de Cristo.
La apologética es explícita y fundamentalmente cristiana. Es una forma de amor cristiano. Estamos llamados a amar a los no creyentes, y parte de cómo hemos de amarles es compartiendo con ellos el mensaje del evangelio que cambia vidas, y explicar por qué este mensaje es verdad.
Parte de este amor es preocuparse por aquellos que no han escuchado o entendido el evangelio, o que no están de acuerdo con él. Tenemos que amarles lo suficiente para escucharles, hacerles preguntas, responder a sus preguntas, desafiarles a ser auténticos buscadores de la verdad, instarles a examinar las afirmaciones de Cristo y a veces retarles a dejar de racionalizar su comportamiento. La apologética es una forma de amor cristiano y de liderazgo cristiano que incluye una manera bíblica de vivir.
2) La apologética es la ciencia y el arte de la persuasión cristiana
La palabra "ciencia" en su sentido clásico significa aprendizaje, pericia o cúmulo de conocimientos. Para ser un apologista cristiano, uno necesita tener ansia por aprender para poder ser más efectivo a la hora de comunicar el Evangelio.
Vemos una mina de aprendizaje y comprensión en el mayor de los evangelistas de Jesús, el apóstol Pablo. Dios escogió al brillante y ferviente Saulo, educado por Gamaliel, para ser un "instrumento escogido (..), para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel ". (Hechos 9:15). Pablo explicaba el evangelio a los judíos haciendo referencia a las profecías del antiguo testamento para demostrar que Jesús era el Cristo; sin embargo, Pablo explicaba el evangelio a los griegos usando sus categorías culturales y su literatura.
Vemos un ejemplo asombroso de comunicación persuasiva del evangelio por parte de Pablo cuando presenta el evangelio a los líderes romanos en Cesarea. El procurador romano Festo interrumpe el discurso de Pablo para decir: "las muchas letras te han vuelto loco". Hasta el carcelero de Pablo reconoció que Pablo era brillante y tenía una profundidad y amplitud de conocimientos notable. Pablo respondió a Festo que lo que él decía eran "palabras de verdad y cordura" y explicó que él estaba presentando su mensaje con valentía porque rey Agripa estaba entre la audiencia "y ninguna de estas cosas han escapado de su aviso, porque esto no se ha hecho en un rincón". Agripa reconoció que Pablo estaba tratando de convencerlo de que el evangelio era verdad y le dijo a Pablo: “Por poco me persuades a ser cristiano”. Pablo respondió, "Quisiera Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas". Pablo estaba intentando comunicar persuasivamente el evangelio y utilizó sus amplios conocimientos para hacerlo (Hechos 26:24-29).
En nuestro último artículo hablamos de la vida y el impacto de William Wilberforce. Durante el tiempo que pasó en Cambridge antes de su conversión, Wilberforce no era precisamente un estudiante disciplinado. Sin embargo, después del "gran cambio" de su conversión, Wilberforce pasó una parte de cada año estudiando para ser más fiel y efectivo como político de Dios. Leyó historia, literatura, economía y filosofía con este fin.4 Cuando surgían grandes controversias relacionadas con el comercio de esclavos, Wilberforce se rodeaba de materiales de lectura necesarios durante semanas y meses. Era famoso por hablar en el Parlamento durante más de tres horas inspirándose en su estudio intensivo.
Es este compromiso para aprender lo que a menudo ayuda a un creyente a responder preguntas de un no creyente. Cuando pienso en mis primeros pasos como creyente en el campus de una universidad laica, veo que a menudo se basaban en una dinámica espiritual de:
Esta dinámica ha resultado ser positiva tanto para mí como para aquellos a los que he podido ayudar. Pero hay muchos que se sienten amenazados por este proceso. Hay un gran peligro de que haya evangélicos que avergüencen a otros creyentes por tener "fe" sin alentarles a crecer en su fe respondiendo a sus preguntas para poder ayudarles.
Si no sabemos lo que creemos y por qué lo creemos, nuestra fe se vuelve frágil y quebradiza. En un ambiente tan cerrado y temeroso intelectualmente, muchos cristianos tienen miedo incluso de preguntar. Tenemos que escuchar la sabiduría en el principio rector de la comunidad L'Abri: "las preguntas honestas merecen respuestas honestas".5 Tenemos que estar dispuestos a ayudar a la gente a lidiar con sus preguntas. Las preguntas honestas pueden ser positivas siempre que haya mentores sabios para guiar a las personas en el camino de la verdad. Dudar significa tener dos posibles opiniones, a sentir el peso tanto de un argumento a favor como de uno en contra con respecto a una propuesta concreta. Tenemos que ayudar a los creyentes a desenredar sus preguntas y enfrentarse a ellas. La duda puede ser cancerosa, pero no tiene que serlo. La duda puede ser tratada y curada, y fe puede ser fortalecida.
En un momento crucial después de su conversión, Wilberforce buscó el consejo de John Newton en cuanto a si debía retirarse del mundo político debido a su fe. Newton actuó como un mentor apologético escuchando el dilema de Wilberforce, respondiendo a sus preguntas acerca del impacto de su fe en su vida y animándolo a seguir una vocación en la política como un fiel creyente.
Lamentablemente, mucha gente no ha tenido sabios mentores apologéticos para ayudarles. Se han tropezado con dirigentes que los han condenado simplemente por expresar preguntas honestas verbalmente. George MacDonald escribió sabiamente: "a menudo es la incapacidad de defender la fe que aman lo que hace que los hombres se conviertan en perseguidores".6 He conocido a muchos que han sido arrastrados intelectualmente cuando no han tenido un amigo o mentor para ayudarles a hacer frente al desafío que se les presentaba. Estas personas se volvieron amargadas y enfadadas. Satanás gana al cegar sus ojos a la verdad. Para ayudar a los demás que tenemos que entender la palabra y en el mundo. Compartir una visión o ayudar a alguien a comprender la presuposición de su pregunta es una parte importante de cómo les amamos. Necesitamos saber donde está cada persona, con qué preguntas intelectuales están luchando y cómo ayudarles. Para poder hacer todo esto hace falta mucho conocimiento, perspicacia, sabiduría y amor.
No deberíamos creer que todos los apologistas están cortados por el mismo patrón, o que solamente hay un ministerio de apologética. Hay muchos tipos diferentes de los apologistas, y cada uno necesita un tipo diferente de conocimiento.
En diferentes niveles, todos los apologistas se beneficiarán de una comprensión más profunda de la historia de la teología, de la teología bíblica y sistemática y de la filosofía, que son algunas de las disciplinas académicas principales de la apologética. Para hacer una apologética eficaz también hace falta cierto conocimiento de la cultura a la que uno se está enfrentando y de muchas otras áreas, tanto de ciencias como de humanidades. Todo este contenido de aprendizaje se aplica a la hora de mostrar y explicar por qué el cristianismo es verdadero y razonable.
Sin embargo, tengan en cuenta que no estoy sugiriendo que simplemente repitan viejos argumentos apologéticos. Parece que algunos apologistas sostienen que la apologética es meramente un resumen de varios argumentos históricos y filosóficos. No es cierto.
Prácticamente cualquier aspecto de la vida humana puede transformarse en un argumento de por qué el cristianismo es verdadero y razonable. Podemos utilizar un evento, una situación o una realidad y tomarlos como punto de partida para mostrar el poder explicativo de la cosmovisión cristiana. Por poner sólo un ejemplo de nuestra historia reciente: los atentados del 11 de septiembre en EEUU.
¿Por qué atacaron los terroristas? ¿Por qué los bomberos subieron decenas de pisos corriendo por las escaleras para encontrarse con la muerte, en sus esfuerzos por salvar a otros? ¿Por qué lloramos la pérdida de vidas inocentes? ¿Por qué hay tanta maldad? ¿Por qué se odian tanto los seres humanos? ¿Por qué sentimos tanto dolor? ¿Por qué necesitamos sentir esperanza? ¿Por qué nos atraen los líderes fuertes en esos momentos?
Cada una de estas preguntas puede ser respondida por un apologista cristiano como otra prueba del valor y la maravilla de los seres humanos, la pecaminosidad retorcida de los seres humanos, el poder del sacrificio, el quebrantamiento del mundo caído en el que vivimos y el hecho de que todos buscamos esperanza y un significado. Se puede llegar a hablar con facilidad de la relevancia y la veracidad del evangelio partiendo de cualquier tema importante. En otras palabras, podemos entender mejor la realidad del mundo que vivimos desde el prisma de la cosmovisión cristiana. La cosmovisión cristiana tiene un enorme poder explicativo. El cristianismo encaja con el mundo y es verdadero y razonable. Pero hace falta disciplina, estudio y esfuerzo para articular el evangelio de una manera que responda a las preguntas de la audiencia.
Piensa en los habitantes de Berea a los que Pablo explicó el evangelio: "Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así" (Hechos 17:11). Lucharon con lo que Pablo tenía que decir y estudiaron la Biblia para ver si Pablo tenía razón. Tuvieron que aprender (antes de que llegaran a la fe) y Pablo tenía que saber lo suficiente como para poder enseñarles.
3) La apologética es la ciencia y el arte de la persuasión cristiana
La apologética no es meramente un conjunto de contenido intelectual y conocimiento. La apologética es cristiana porque requiere primero y ante todo que los apologistas sean como Cristo en su carácter. El objetivo de la apologética no es quemar a un hereje sino ganar a un pecador. Pero para ser efectiva, un apologista debe ser sabio y culto, con una comprensión de las preguntas, cosmovisión y áreas de estudio de las personas que están haciendo las preguntas. Tener un buen corazón no siempre es suficiente. Un apologista debe comprender el mundo y la palabra.
Pero la apologética es más que eso. El apologista Bill Craig ha comparado la habilidad de un apologista cristiano que debaten con los ateos con la habilidad necesaria para convertirse en una patinadora artística olímpica. ¿Acaso hay alguien que gane la medalla de oro la primera vez que se pone los patines? No. Hacen falta años de entrenamiento para adquirir las habilidades necesarias con paciencia, ver a los mejores expertos, escuchar a los entrenadores y practicar los talentos naturales para convertirse en un patinador olímpico altamente calificado… o un debatidor cristiano altamente calificado.
¿Cuáles son las habilidades necesarias para comunicarse de forma efectiva con un no creyente?
Cuando era adolescente, se celebraban bailes en mi instituto a los que iban todos los estudiantes después de los partidos de baloncesto. Habría sido más exacto llamarles "apoyos", porque todos los chicos se apoyaban contra la pared. No queríamos hacer el ridículo intentándolo, así que no bailábamos. Pasaron años hasta que finalmente aprendí a bailar. Tuve que esforzarme. Tuve que practicar. Créanme, hizo falta mucho entrenamiento.
Tuve que superar cuatro etapas para aprender la habilidad y el arte de la danza. Estas cuatro etapas sirven para aprender cualquier habilidad, incluidas las habilidades apologéticas.
1. Inconscientemente incompetente: antes siquiera de haber pensado o haber intentado aprender a bailar, era inconscientemente incompetente. No sabía cuántas cosas no sabía.
2. Conscientemente incompetente: cuando intenté bailar por primera vez, fui consciente de lo incompetente que era.
3. Conscientemente competente: cuando empecé a practicar y a trabajar en las habilidades de baile, finalmente fui conscientemente competente.
4. Inconscientemente competente: solamente después de mucha práctica y entrenamiento acabé siendo inconscientemente competente.
En definitiva, si un apologista talentoso se prepara fielmente y recibe una formación adecuada, pueden ejercitar una habilidad similar a la de una patinadora artística olímpica. Si se hace bien, parece fácil, pero se necesita capacidad natural y años de disciplina, esfuerzo, habilidad adquirida y una instrucción sabia para que un apologista alcance su potencial.
He de ser claro: no todos los apologista deberían ser debatidores. Pero, ¿no deberíamos algunos de nosotros aprender las habilidades de debate o de hablar en público?
Sin embargo, tenemos que pensar a lo grande. Tenemos que reconocer que Wilberforce, a pesar de no haber hecho nunca una argumentación histórica, fue un increíble apologista de la fe. Reflejó el carácter y las preocupaciones del Señor en el ámbito político de su cultura. Desarrolló y perfeccionó sus habilidades en apologética política. Necesitamos tener apologistas cristianos en política, medios de comunicación, cine, periodismo, derecho, medicina y todas las disciplinas académicas. Necesitamos pastores apologéticos que enseñen agradable y persuasivamente a creyentes y no creyentes por igual. Cada uno de estos llamados tiene habilidades apologéticas únicas que los creyentes necesitan adquirir pacientemente. La iglesia necesita hombres y mujeres que acepten el llamado que el Señor les hace y que sean testigos persuasivos de Él y de Su verdad. Hemos limitado demasiado la apologética.
Piensen en nuestros adversarios. Algunas de las mejores películas contemporáneas son argumentos persuasivos a favor de posiciones morales y políticas que encontramos objetables como cristianos. La película “Philadelphia”, por la que Tom Hanks ganó un Oscar, apoya la homosexualidad. La película “Las normas de la casa de sidra”, por la que Michael Caine ganó un Oscar, es un argumento cuidadosamente elaborado a favor de una posición política pro aborto. Como creyentes, no hemos abordado las películas con la misma visión y creatividad que nuestros compañeros seculares. Con una película no solo proporcionas entretenimiento. También moldeas la cultura y las convicciones básicas del público que está sentado en un cuarto oscuro durante dos horas frente a una pantalla de cine. Te dedicas a la persuasión.
Las películas son el lenguaje cultural de la globalización. La iglesia necesita desesperadamente que personas con pasión para presentar y explicar la verdad de Dios adquieran las habilidades y la formación para hacer películas así. La retórica y la persuasión nos rodean. Tenemos que reconocerlo y estar dispuestos y deseosos de presentar la verdad del Evangelio en diferentes marcos y formas.
También necesitamos a apologistas tanto académicos como laicos. Pocos apologistas laicos leerán la trilogía de Alvin Plantinga sobre la epistemología cristiana. Tampoco tienen por qué. No debe haber un único molde del que salgan todos los apologistas. Algunos se sienten atraídos por la filosofía académica o la teología, y debemos alabar a Dios por ello. Tenemos que recuperar para Cristo a las universidades y a los niveles más altos del pensamiento intelectual. Pero también tenemos que encontrar los recursos y las herramientas para ayudar a los apologistas con diferentes dones y habilidades a aprender a comunicar bien dentro de sus contextos específicos. Y una gran parte de ese proceso de crecimiento como apologista debe involucrar el perfeccionamiento de las habilidades apologéticas. Tenemos que ser conscientes de ello y aprender a ayudar a otros a crecer en estas áreas.
4) La apologética es la ciencia y el arte de la persuasión cristiana
La apologética y la persuasión tienen mala reputación en muchos círculos evangélicos. Hay muchas razones para esto. Cuando me pidieron en una escuela de de postgrado evangélica estadounidense que impartiera su curso de apologética, un profesor que me entrevistó confesó que no tenía ni idea de cómo enseñar apologética. Estaba asustado por el espectro de la postmodernidad.
Pero mucho antes de que el postmodernismo se hiciera popular, muchos evangélicos han enseñado que cualquier intento de persuadir a un no creyente es infructuoso y anti bíblico. Ellos creen que un evangélico que hace eso ya ha comprometido el evangelio al intentar hacer el trabajo de Dios. Curiosamente, estos apologistas que están en contra de la apologética suelen ser muy persuasivos con el evangélico medio. Tienen razón cuando afirman que no se puede conseguir que alguien entre en el cielo a base de argumentos. Pero con su comprensión eliminan la mitad del trabajo que llevó a cabo la iglesia primitiva a la hora de comunicar la palabra de verdad. Los primeros cristianos proclamaron el evangelio y persuadieron a sus contemporáneos de que era verdadero y razonable.
Desde un punto de vista bíblico (y en las mejores épocas de la historia cristiana), los cristianos han buscado activamente persuadir a los no creyentes que el cristianismo es verdad, que Jesús es realmente quien decía ser, y que Dios ha entrado en la historia para revelarse a sí mismo. Sí, es una parte esencial de la apologética ayudar a los cristianos a defender el cristianismo contra, como Plantinga argumenta, "los diversos tipos de ataques que sufre". Una de las funciones de la apologética bíblica es responder a las preguntas de los fieles y servir como protección intelectual contra los ataques del mundo. Pero el centro de atención principal de la apologética debe ser externo, para ganar al mundo a Jesús.
Como líderes cristianos estamos llamados a persuadir a los demás como lo hizo Pablo. Hechos 17:2-4 dice: “Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo[a] discutió con ellos, declarando y exponiendo por medio de las Escrituras, que era necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos; y que Jesús, a quien yo os anuncio, decía él, es el Cristo. Y algunos de ellos creyeron, y se juntaron con Pablo y con Silas; y de los griegos piadosos gran número, y mujeres nobles no pocas”.
Más adelante en Hechos 17, Pablo se dirigió a los filósofos epicúreos y estoicos y explicó el evangelio persuasivamente utilizando su idioma, su literatura y sus símbolos culturales. La apologética es el proceso de un cristiano que busca explicar, mostrar y argumentar persuasivamente por qué el cristianismo es verdadero.
Esta es la base de la apologética: cristianos que aman a los demás y persuasivamente comparten el Evangelio con ellos usando sus conocimientos y habilidades, dependiendo de Dios.
¿Cómo lo hacemos? Vuelvan la próxima semana para conocer algunos de los típicos obstáculos de fe para los no-cristianos y aprender cómo podemos ayudarles a desmantelarlos.
Notas
1 Kelly James Clark, Los filósofos que creen: el viaje espiritual de 11 líderes del pensamiento (Downers Grove, Il.: Intervarsity Press, 1993), 69.
2 Norman Geisler, ed., Baker Enciclopedia de la apologética cristiana (Grand Rapids: Baker Books, 1999), 37.
3 San Agustín, Acerca de la doctrina cristiana (traducido por D. W. Robertson. (New York: The Free Press, 1958), 73.
4 John Pollock, Wilberforce (England: Lion Publishing, 1986), 43.
5 Comunidad L’Abri. http://www.labri.org/history.html
6 George MacDonald, Antología (New York: Macmillan, 1941), 138.
7 “Huida de la torre derrumbada – 11/9” (11 de septiembre de 2001). / Brian Boyd (Flickr)
8 “La reina del patinaje artístico YUNA KIM.” (20 de febrero de 2014). / Queen YUNA (Flickr)
9 “Michael Caine sosteniendo el Oscar.” (15 de julio de 2009). / cooperscooperday (Flickr)
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