En Atenea se da el bien y el mal; la nobleza y la venganza; la protección y la destrucción; la misericordia y el crimen.
Al esquematizar los principales rasgos existenciales de la diosa Atenea he de insistir en lo apuntado en otros capítulos: en el mito cabe todo. El mundo de los mitos no obedece a reglas fijas. Las cosas, los animales, cualquier ser puede estar animado, pueden realizarse todas las metamorfosis. Un solo ser puede revestir múltiples formas.
¿Cómo, cuándo, dónde surge Atenea al mundo de los vivos? Las opiniones se multiplican y se contradicen. Una tradición la considera hija del gigante alado Palas o Palante, a quien más tarde mataría por intentar violarla. Otra tradición considera Atenea hija de Poseidón y la ninfa Tritonis. Se cuenta que fue educada por el dios –rio Tritón.
En la serie de fábulas en torno a Atenea la más divulgada y la más aceptada es la que cuenta que se presentó en la madre tierra con cuerpo de mujer. Eva salió de una costilla de Adán; Afrodita de la espuma del mar; Pandora fue modelada con arcilla por Hefesto y Hermes le dio el don de la palabra; fue precisamente Atenea, en el mundo de los vivos antes que ella, quien la adornó con ricas vestimentas y le enseñó a coser y a tejer. Por su parte, Atenea salió entera de cuerpo, alma y espíritu de la cabeza del dios Zeus.
Según el mito, Zeus tuvo relaciones carnales con la oceánide Mites y esta quedó embarazada. Temiendo que diera luz a un varón que un día le arrebatara el poder, la devoró, se la tragó con el feto que Mites llevaba en su vientre. Más tarde Hefesto abre la cabeza de Zeus con un hacha de doble hoja y de la cabeza del terrible dios sale Atenea ya convertida en mujer. Unos dicen que apareció desnuda. Otros, como Homero en el HIMNO A ATENEA, sostiene que surgió de la cabeza de Zeus cubierta por una armadura. “Ante tal imagen los dioses cayeron presos del temor, el Olimpo se tambaleó, la tierra gritó y el mar se agitó y empezó a escupir espuma; el dios del Sol Helios detuvo sus caballos hasta que ella se hubo quitado la armadura celestial de sus hombros y Zeus estuvo desde entonces complacido con ella”.
Atenea es una de las principales divinidades del panteón griego y una de los doce dioses olímpicos. La épica homérica se refiere a menudo a ella como Palas Atenea. Una de las muchas historias afirma que la diosa logró matar a un gigante llamado Palas durante la guerra entre los dioses y los gigantes.
Como es sabido, la capital de Grecia tiene por nombre Atenas; se dice que en honor de Atenea, primera diosa de la ciudad, título ganado en disputa con Poseidón, dios de los mares. La leyenda cuenta que reunido en asamblea, el pueblo hubo de decidir entre Poseidón y Atenea. Poseidón reclama preeminencia haciendo nacer el primer caballo; Atenea provoca que surja el primer olivo al golpear la tierra con su lanza. Llegado el momento decisivo, los hombres votaron por el dios y las mujeres por la diosa. Ellas ganaron a los hombres por un solo voto y así Atenea pasó a ser diosa de Atenas y más tarde de toda Grecia.
En Atenea se da el bien y el mal; la nobleza y la venganza; la protección y la destrucción; la misericordia y el crimen.
En su diálogo CRÁTILO, Platón dice de ella que es la responsable del pensamiento y de la inteligencia. Atenea aspira a más. Se autonombra como “la inteligencia divina”. Nadie ha disentido sus talentos ni sus muchas habilidades. Una serie completa de fábulas la presenta como protectora de la agricultura, inventora del arado y del rastrillo. Creó el olivo, enseñó a la gente a uncir los bueyes para arar y los ilustró en la cría de caballos. Además de las invenciones relativas a la agricultura, se le atribuyen otras relacionadas con la ciencia, la industria y el arte. Como diosa del Arte figura en numerosas obras. Además, era especialista en tareas femeninas de la hilandería y la tejeduría. Homero habla de la dedicación de Atenea a estos trabajos y dice que había creado vestimentas ricamente bordadas para ella y para Hera, diosa del matrimonio.
Su otro perfil la considera diosa de la guerra, y supo hacer honor al título. Se cuenta que era imbatible en las batallas. Ni el mismo Ares, dios de la guerra, pudo vencerla. Dice la leyenda que cuando Ulises regresa a su palacio en Ítaca después de veinte años de ausencia y decide matar a todos los pretendientes que importunaban a su esposa Penélope, Atenea se unió a él en la matanza, mostrándose menos compasiva que el propio Ulises. A menudo se decía que Atenea había arrojado un rayo contra el barco donde viajaba Ayax, héroe de la guerra de Troya. El barco se rompió en pedazos, pero Ayax logró salvarse, si bien más tarde sería ahogado en el mar debido a la furia de Poseidón.
Atenea confirmó una vez más que el mal no tiene conciencia. La diosa Gea concibió en extrañas circunstancias y entregó el niño nacido al cuidado de Atenea. Esta lo encerró en un cofre con órdenes estrictas de no ser abierto. Las tres hijas del dios Cécrope no resistieron la tentación. Abrieron el cofre y en su interior vieron a dos grandes serpientes que Atenea había dejado como guardianas del bebé. La leyenda amplia el relato afirmando que las tres hermanas, afectadas por el miedo o la locura, murieron al caer despeñadas por un precipicio.
El arma favorita de Atenea no era la espada, era el rayo, que pidió prestado a Zeus. Un día que estaba bañándose al calor del mediodía en la fuente del caballo, en el monte Helicón, Tiresias llegó al mismo lugar para calmar su sed y vio a Atenea desnuda. Fue tal la furia de la diosa que mediante un rayo lo dejó ciego. Cuando el ciego, sumido en un mar de angustia le pidió que le devolviera la vista, Atenea se negó. Le regaló un bastón de madera de cornejo que le permitiría caminar como aquellos que podían ver.
Los tratados de mitología griega definen a Atenea como “la diosa virgen”. Dicen que jamás se casó, ni tuvo amantes, hecho singular entre las diosas mitológicas. Hefesto, dios del fuego, intentó mantener relaciones sexuales con ella, pero Atenea lo rechazó. El altercado provocó que su semen se derramara en tierra, fertilizándola. De este embarazo sin contacto físico nació un niño al que puso por nombre Erictonio, que llegaría a ser un gran héroe ateniense. Otra leyenda asegura que el bebé encerrado en el cofre con dos serpientes guardianas era Erictonio, concebido por Atenea de aquella extraña manera y no hijo de Gea. Tanto Homero como Herodoto consideraban a Erictonio como nacido de la tierra. Atenea se convirtió en una auténtica madre para él, en la medida de lo posible para una diosa virgen.
En SEXUAL LIFE IN ANCIENT GREECE (LA VIDA SEXUAL EN LA GRECIA ANTIGUA), el escritor inglés Hans Licht escribe que entre los griegos –al igual que en otras civilizaciones, incluso hasta el día de hoy-la virginidad femenina iba muy unida a las manifestaciones de amor. Lo mismo sostiene el ensayista español Pedro Caba en un libro de 1947 titulado LOS SEXOS, EL AMOR Y LA HISTORIA. En el judaísmo primitivo, al igual que en el Islam de antes y de ahora, al día siguiente de la boda los padres de la novia transmitían a los del novio un paño ensangrentado que constituía la prueba de la virginidad.
Las jóvenes parejas de este siglo XXI pasan de tales supersticiones. Primero, porque no son muchas las chicas que van vírgenes al matrimonio. Segundo, porque ellos, afortunadamente, no entienden la virginidad como prueba de amor. El amor no se reduce, no se puede reducir al rompimiento de esa fina membrana en la vagina de la mujer llamada himen. Tal como lo concibió Dante, amor es la unión espiritual de un alma con otra alma, no de un cuerpo con otro cuerpo.
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