Podemos y el lirismo político

La poesía nunca debería estar al servicio del poder, de cualquier poder. Tampoco el poeta debería rendir culto al dictador o autócrata de turno, sea advenedizo o perpetuo; sea Neruda con Stalin, sea Pemán con Franco, sea Ovidio con el César. El poeta genuino siempre ha estado contra la corriente y contra la opresión, cualquier opresión: la poesía cívica o social es una de las más difíciles porque puede caer en el panfleto; pero cuando logra la excelencia es cuando más necesaria se torna para el ser humano, cuando éste abre más su corazón y su entendimiento; también sus sensibilidades, sus preocupaciones por el prójimo.

La poesía genuina es necesaria porque no tiene precio; tiene verdad y vida, tiene esperanza. Es valiosa porque nadie la compra, máxime cuando arrastra todo el pozo de realidad que otros, más cuerdos en apariencia, se dedican a maquillar con la hipócrita anuencia de sus adláteres que desdeñan la poesía, dicen, pero prostituyen el lenguaje o se amparan en las metáforas para destrozar buena parte del sistema sanitario o educativo de un país como el nuestro.

Por ello me ha encantado comprobar cómo los líderes de Podemos, en su reciente cónclave en la Puerta del Sol, han citado a grandes poetas como Lorca, Machado, León Felipe o mi paisano César Vallejo. Por ello, sin ironía alguna, va mi aplauso más efusivo, porque la masa al menos ahora tolerará algo más a los poetas, entendiendo al fin que la Poesía también comporta una Ética y que no se trata de versitos o rimitas bobaliconas. El propio León Felipe decía al respecto: “…Deshaced ese verso./ Quitadle los caireles de la rima,/ el metro, la cadencia/ y hasta la idea misma…/ Aventad las palabras…/ Y si después queda algo todavía/ eso/ será la poesía”.

Aplaudo y prefiero que los líderes de Podemos citen a estos grandes poetas de nuestra lengua: la Poesía (con mayúsculas) contiene más historia y filosofía y psicología que buena parte de esos libros parcializados que son impuestos como dogmas.

Pero cuidado que luego cambien de poetas preferidos y nos quieran citar versos de Hugo Chávez y quieran rendirle homenajes líricos como grande poeta. Esto que digo no es ninguna broma, porque los chavistas enquistados en el aparato cultural venezolano así lo hicieron, sin rubor alguno, homenajeando a su comandante en un Encuentro Internacional de Poetas celebrado en Caracas hace un par de años. Cuidado con preferir la mediocridad de los poetas adeptos, a la calidad inmensa de los poetas que no comulgan con ciertos desvaríos que el poder (con minúscula) inocula hasta en los más impolutos líderes de cuando no pertenecían a la casta.

Y esto lo digo conociendo profundamente la realidad poética venezolana. Los poetas que ahora gobiernan las instituciones culturales se me quejaban de los adecos y copeyanos, aunque ellos les permitían viajar y difundir su obra en medio mundo. Cuando llegaron al poder no han dado opción alguna a los poetas que discrepan con ellos: envían a los encuentros internacionales a versificadores de poca monta, pero fieles a sus consignas.

Y lanzan diatribas o marginan en grado sumo a los poetas más reconocidos, como es el caso de mi amigo Rafael Cadenas, próximo a cumplir 84 años. Él sufrió cárcel por estar contra el dictador Pérez Jiménez y tuvo proximidad con los ideales comunistas. Pero ahora, desde una postura ética y estética expresa lo mucho que le duele Venezuela, como otrora España a Unamuno.

En una reciente entrevista concedida a Albinson Linares, del periódico ‘Últimas noticias’, dice sobre el lenguaje político de quienes gobiernan su patria: “Es parte del uso que de él hace el actual régimen. Escojo un solo ejemplo de entre muchos: llamar ‘fascista’ a la oposición revela demasiada irresponsabilidad, cuando todo el mundo sabe que los atropellos proceden del poder cuyos representantes no tienen idea de lo que es democracia. No la ven como un logro de la humanidad, sino como un sucio invento burgués. Me indignan, sí, los abusos de este régimen, cuyo plan de dominación total del país sigue en marcha con asesoría cubana. Los que se llaman a sí mismos revolucionarios deberían deponer su arrogancia, ser un poco humildes, porque no detentan la verdad. Están empeñados en imponer una doctrina que es como cualquier otra, y un fracaso en lo esencial al llevarse a la práctica. Siguen la pauta denunciada por Milovan Dilas en su libro ‘La nueva clase’; así llama él al grupo de dirigentes de la revolución que al tomar el poder se convierten en privilegiados, precisamente en lo que combatían, como ocurre aquí. Tanto que lucharon muchos de ellos contra las injusticias y ahora las cometen o aceptan sin rubor”.

Desde aquí mi homenaje a Rafael Cadenas y a los poetas que siempre están a contracorriente, que no dejan embaucar por unos y por otros. También mi abrazo al amigo que manifiesta una regla de oro para cualquier poeta, en todo tiempo: “Creo que los escritores deben mantenerse independientes, ejerciendo la función crítica, porque si pertenecen a un partido, están limitados”.

El Poeta es un atento vigía ante las injusticias que se cometen contra los más desvalidos y marginados. Jesús era y es Poeta, y no se dejó influenciar por unos u otros. 

A.P.Alencart en su ciudad natal, donde hay un mural con un verso suyo.