Hay discípulos suyos esparcidos por toda América Latina como pastores o educadores teológicos o misioneros transculturales en varios continentes.
Al cabo de una vida fecunda y un ministerio fructífero al servicio de Cristo falleció el miércoles 14 en la ciudad de Guatemala el Dr. Emilio Antonio Núñez.
Conocido como teólogo y educador, Profesor y por varios años Rector del Seminario Teológico Centroamericano (SETECA), el Dr. Núñez había nacido en San Miguel, El Salvador, el 31 de mayo de 1923.
Hay discípulos suyos esparcidos por toda América Latina como pastores o educadores teológicos y también como misioneros transculturales en varios continentes. Después de su preparación teológica en el Instituto Bíblico que luego llegó a ser el SETECA, entre 1956 y 1964 Núñez fue a estudiar en los Estados Unidos, y obtuvo su título universitario en la Southern Methodist University y luego su doctorado en el Dallas Theological Seminary.
Gozaba de aprecio y respeto en diversos sectores del protestantismo latinoamericano por sus convicciones evangélicas, su trabajo serio y metódico con el texto bíblico y la claridad de sus exposiciones y escritos.
Además de la Fraternidad Teológica Latinoamericana, instituciones evangélicas como Visión Mundial Internacional, las Sociedades Bíblicas Unidas y la Alianza Evangélica Mundial lo invitaron a formar parte de sus directivas y se beneficiaron de su consejo, siempre prudente y acertado.
Tuve el privilegio de conocer a Emilio Antonio en el año 1969, en Bogotá, Colombia, durante el Primer Congreso Latinoamericano de Evangelización (CLADE I).
Su ponencia interpretando los cambios en el Catolicismo Romano luego del Concilio Vaticano II fue un trabajo muy bien informado y crítico al mismo tiempo.
Al año siguiente debatimos con entusiasmo y pasión en las inolvidables jornadas de la fundación de la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL) en Cochabamba, Bolivia.
Desde entonces trabajamos juntos para emprender y fomentar una reflexión teológica que fuese al mismo tiempo fundamentada en la Palabra de Dios y pertinente al contexto latinoamericano, dentro y fuera de las iglesias evangélicas.
El fruto de esa reflexión inicial puede verse en los primeros libros publicados por la FTL como El debate contemporáneo sobre la Biblia (1972)[i] y El Reino de Dios y América Latina (1975)[ii]. En este último, se encuentra un aporte valioso del Dr. Núñez que refleja sus particulares convicciones de ese momento en cuanto al Reino de Dios en perspectiva dispensacionalista, contrastadas con la perspectiva reformada clásica articulada por René Padilla.
Tanto Padilla como Núñez aceptaban esta diversidad de perspectivas teológicas dentro de un marco común de aceptación de la autoridad de la Biblia y el sentido de obligación misionera que caracteriza a la FTL. Era un esfuerzo comunitario por articular una comprensión de la verdad bíblica, en relación con la aguda problemática social y política que las iglesias confrontaban en esos días en tierras latinoamericanos. Diálogo y debate, agudos a veces, no eran ajenos a esta forma de quehacer teológico.
En la década de 1970 y siguientes surgieron las teologías de la liberación que se convirtieron en un desafío para quienes estaban embarcados en la reflexión teológica, en particular para los evangélicos. Uno de los libros más conocidos de Núñez es Teología de la liberación. Una perspectiva evangélica (1986)[iii] que fue publicado también en inglés y coreano. Se trata de un estudio crítico en el cual, sin embargo, Núñez examinó de manera honesta y exhaustiva las fuentes principales de esa corriente teológica y las expuso críticamente desde lo que llamaba una postura evangélica conservadora. Pero su libro no se limita a criticar sino que es al mismo tiempo una articulación clara y didáctica de una teología evangélica para la actualidad.
Como otros evangélicos latinoamericanos Núñez dio la bienvenida al renacer de los estudios bíblicos en el seno del Catolicismo. En su ponencia del CLADE I en Bogotá había dicho: “De todos los cambios en el catolicismo posconciliar no hay otro más prometedor de mejores cosas en la vida de miles de católicos que el relacionado con la nueva actitud de la Iglesia Romana hacia las Sagradas Escrituras. Debemos confiar en el poder redentor de la revelación escrita. ’La fe por el oír y el oír por la Palabra de Dios´(Romanos 10: 17).”[iv] En 1973 viajó a España para estudiar en una institución católica, la Facultad de Filosofía y Teología en San Cugat del Vallés, Barcelona.
A manera de ejemplo de su razonamiento y su estilo hago aquí referencia a un tema que he estudiado con detenimiento.[v] En el capítulo VIII de su libro Núñez expone la Cristología de las teologías de la liberación y dice: “Los teólogos de la liberación citados en este trabajo se hallan en profunda discrepancia con los evangélicos conservadores en doctrinas que son fundamentales para la fe cristiana…La teología de la liberación aquí estudiada cuestiona no solamente la manera en que la iglesia posapostólica formuló su credo cristológico. Pone en duda la autenticidad de varias porciones del Nuevo Testamento y prefiere interpretar la cristología bíblica en términos de una evolución teológica. Esto significa que la cristología neotestamentaria es en gran parte el producto de la reflexión de los primeros cristianos después de la resurrección de su Maestro. Es una cristología de creación humana más que de revelación divina. No se le da la debida importancia a la inspiración y autoridad divina de las Escrituras.”
Sin embargo la vocación docente y profética de Núñez lo lleva también a plantear una reflexión autocrítica como evangélico latinoamericano: "En cierto modo este nuevo énfasis en la humanidad de Cristo es una reacción a la falta de equilibrio en una cristología que magnifica la deidad del Verbo encarnado, a expensas de su humanidad".
Núñez describe la forma en que los evangélicos latinoamericanos recibieron una cristología anglosajona que era el resultado de los debates entre Fundamentalismo y Modernismo en Norteamérica: “Necesariamente lo que se acentuó en la cristología evangélica conservadora fue la deidad del Verbo, sin negar su humanidad. Se nos presentó un Cristo divino-humano en las fórmulas teológicas; pero en la práctica Él se hallaba lejos de la escena de este mundo, sin interferir en nuestros problemas sociales…El Cristo que se nos anunció a muchos de nosotros cristianos evangélicos, daba la impresión de estar confinado en las alturas celestiales, desde donde trataba con cada uno de nosotros como individuos, preparándonos para nuestro traslado a la gloria y prometiéndonos que Él regresaría al mundo a solucionar todos los problemas de la humanidad.”[vi]
Núñez insiste en que no podemos eludir el desafío de las teologías de la liberación y que no podemos “darnos el lujo de menospreciarlo”. Hay una nueva agenda teológica a la cual él da la bienvenida:”Ya tenemos signos de este despertar cristológico en la comunidad evangélica latinoamericana. Todo parece indicar que después de la teología de la liberación nuestra cristología no podrá ser idéntica, en su énfasis, a la que era hasta cierto punto un producto de la reacción evangélica al liberalismo protestante del siglo décimonono. Sin aislarnos de nuestro contexto vital, nos toca seguir estudiando diligentemente las Sagradas Escrituras porque son ellas las que dan el testimonio fundamental y auténtico de la persona y obra del Hijo de Dios.”[vii]
Las cualidades del estilo y la reflexión de Núñez se pueden apreciar en sus libros más recientes. A pedido de COMIBAM Internacional escribió un trabajo sistemático sobre teología de la misión cristiana: Hacia una misionología evangélica latinoamericana (1997)[viii], volumen de 316 páginas que expone las bases bíblicas de la misión en el Antiguo Testamento. Lamentablemente no llegó a escribir otro tomo semejante sobre el Nuevo Testamento, para lo cual sin duda estaba muy bien capacitado.
Por otra parte, durante un acto público realizado el 8 de octubre del año 2000 en Guatemala doce pastores pentecostales fueron “reconocidos” como apóstoles. Ante el impacto de ese hecho y su reproducción en otros países y ambientes, Núñez vio la urgencia de proveer orientación sobre el tema. Los trabajos reunidos en su libro El movimiento apostólico contemporáneo (2004)[ix] reflejan su permanente vocación docente y pastoral y su preocupación por el “pueblo evangélico” que había crecido notablemente en algunos países centroamericanos. El libro examina el movimiento pentecostal, describe el movimiento “apostólico” que está surgiendo y ofrece una exposición del concepto bíblico de “apóstol”.
La gratitud de varias generaciones de evangélicos hacia Núñez puede comprobarse en dos libros que se le dedicaron como homenaje.
Un número especial de la revista Kairós, publicada por el SETECA en Diciembre de 1994[x], y diez años después el libro Teología evangélica para el contexto latinoamericano (2004)[xi], editado por Oscar Campos, con aportes de catorce teólogos evangélicos.
Viajando por las Américas y España me he encontrado en los lugares más diversos con personas que expresan su sentido de gratitud profunda por el impacto que tuvo Emilio Antonio Núñez en sus vidas. Soli Deo Gloria.
[i] Peter Savage, Ed. El debate contemporáneo sobre la Biblia, Ediciones Evangélicas Europeas, Barcelona, 1972.
[ii] René Padilla, Ed. El reino de Dios y América Latina, Casa Bautista de Publicaciones, El Paso, 1975.
[iii] Emilio A. Núñez, Teología de la liberación. Una perspectiva evangélica,Ed. Caribe, Miami, 1986.
[iv] “Posición de la iglesia frente al aggiornamento”, Acción en Cristo para un continente en crisis, Ed. Caribe, San José, 1970; p. 40.
[v] Ver mi libro En busca de Cristo en América Latina, Kairós, Buenos Aires, 2012.
[vi] Ibid., p. 223.
[vii] Ibid.
[viii] Emilio A. Núñez, Hacia una misionología evangélica latinoamericana, COMIBAM-Unilit, Miami, 1997.
[ix] Emilio Antonio Núñez, El movimiento apostólico contemporáneo, Mar-Lor, Guatemala 2001, 2004.
[x] Kairós, Num 14-15, Enero-Diciembre 1994.
[xi] Oscar Campos, Ed. Teología evangélica para el contexto latinoamericano, Kairós, Buenos Aires,2004.
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