El amor puede acabar cuando las grietas del tiempo van abriendo también grietas en el alma. Cuando carece de inspiración divina y se reduce a las mismas condiciones que la materia perecedera
El amor de la novia del Cantar de los Cantares es un amor inacabable, un amor que tiene prolongación de eternidad. Lo dice utilizando imágenes inequívocas que podríamos transcribir con licencia literaria:
«Las muchas aguas no pueden apagar mi amor.»
«Los ríos no pueden ahogar mi amor.»
«Aunque el más rico de entre los hombres me diese todos los bienes que posee para obtener mi amor, yo los despreciaría, porque mi amor tiene dueño, mi corazón está vendido a otro corazón; yo soy esclava del amor, soy libre para el amor, vivo y muero por amor.»
¿Significa esto que todos los amores humanos han de tener las mismas características? ¡Ojalá!
Los grandes amores, sí; los amores que han hecho historia y que a diario se repiten en las vidas de seres anónimos, de los que nada sabemos, sí. Son amores que siguen las huellas del amor retratado en el Cantar de los Cantares. Pero estos amores se van perdiendo. Son amores raros. Abundan los otros, los amores que terminan.
CUANDO EL AMOR ACABA
Los compositores musicales españoles Ana Magdalena y Manuel Alejandro popularizaron una canción sobre tema triste: la muerte del amor. El poema es bello, tiene ideas y dice verdades, pero sus versos cantan al amor que perece.
Este poema musicalizado lo he citado en otros escritos míos sobre el mismo tema. Lo repito aquí porque lo estimo importante y, además, bello.
«Porque el alma se vacía
Como el cántaro y la nube,
El amor acaba.
Porque suave se desliza
Como sombra la caricia,
El amor acaba.
Porque el sentimiento es humo
Y ceniza la palabra,
El amor acaba.
Porque el corazón de darse
Llega un día que se parte,
El amor acaba.
Porque se vuelven cadenas
Lo que fueron cintas blancas,
El amor acaba.
Porque llega a ser rutina
La caricia más divina,
El amor acaba.
Porque somos como ríos:
Cada instante nueva el agua,
El amor acaba.
Porque mueren los deseos
Por la carne y por el beso,
El amor acaba.
Porque el tiempo tiene grietas,
Porque grietas tiene el alma,
Porque nada es para siempre
Y hasta la belleza cansa,
El amor acaba.»
¿POR QUÉ ACABA EL AMOR?
A juicio de los autores mencionados, el amor puede acabar, acaba. Pero ¿por qué, cómo, cuándo acaba el amor? Ellos nos lo dicen.
En fin, el amor puede acabar cuando las grietas del tiempo van abriendo también grietas en el alma. Cuando el amor carece de inspiración divina y se le reduce a las mismas condiciones que la materia perecedera. Cuando sólo se amó la belleza del cuerpo y se olvida que el ser humano, hecho a imagen y semejanza de Dios, es poseedor de una belleza espiritual que ni se marchita, ni se muere.
EL AMOR PUEDE DEJAR DE SER
En otro lugar de este libro nos ocupamos del excelente y divinamente inspirado poema de amor escrito hace 2.000 años por el apóstol san Pablo. En una estrofa de este poema, que se encuentra en el capítulo 13 de la Primera Epístola a los Corintios, Pablo afirma que «el amor nunca deja de ser».
Los comentaristas del Nuevo Testamento se hallan divididos en torno al significado de este versículo. Aquellos más tradicionalistas sostienen que Pablo se pronuncia aquí a favor de la perdurabilidad e inmortalidad del amor humano. Son quienes con más vehemencia se oponen al divorcio. El amor en la pareja –explican–, si un día existió, ha de ser para siempre, hasta la muerte.
Otros comentaristas, más al tanto de la realidad social, exami¬-nadores y expositores de la débil condición humana, afirman que absolutamente nada en la tierra es eterno, y que los amores humanos pueden durar desde el primer beso hasta el último estertor agónico, o pueden morir a los pocos años de vida.
En esta sociedad que vive a las puertas del siglo XXI hay más amores que mueren que amores que se inmortalizan.
Están desapareciendo las parejas ideales. El amor eterno se está convirtiendo en una utopía. Tras años de convivencia –en ocasiones sólo meses– ambos se descuidan y matan el sentimiento.
El amor eterno que un día se juraron desapareció por falta de ilusiones. Se llega a la insatisfacción, luego a la rutina, de ahí a la infidelidad, y al final, adiós para siempre.
EL AMOR PUEDE NO DEJAR DE SER
El amor humano puede dejar de ser, puede acabar, pero también puede perdurar hasta la muerte, puede no dejar de ser.
El amor versificado por Ana Magdalena y Manuel Alejandro es real. Las parejas se deshacen, los matrimonios se divorcian, los amores mueren. Es el pan nuestro de cada día.
Pero, aunque recibe menos publicidad, también es real el otro, el de la muchacha del Cantar de los Cantares.
El amor en la pareja puede morir, pero puede no morir. Depende de la fuerza del amor, de la intensidad con que se viva el sentimiento.
El amor de la niña del Cantar no es un amor único. Si figura entre las páginas de la Biblia es porque se trata de un amor posible. Dios jamás pide imposibles. Si ella pudo amar de semejante forma, nosotros también podemos. El primer amor puede ser el último. De hecho, el mundo está lleno de hombres y mujeres de carne y hueso que aman con la misma intensidad que la protagonista del Cantar. De algunos conocemos su existencia, pero la mayoría permanece en el anonimato
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