En última instancia, el problema no tiene que ver con la raza o la piel. Es un problema causado por el pecado.
Mientras estaba jugando o me preparaba para jugar el partido de la noche del lunes, se conoció la noticia de la decisión del caso de Ferguson. Tras meditar sobre lo que sentía, me decidí a escribirlo. Aquí os comparto mis ideas:
Estoy enfadado porque las historias de injusticia que nos han contado de generación en generación parecen continuar ante nuestros propios ojos.
Me siento frustrado, porque la cultura pop, la música y las películas glorifican este tipo de altercados entre ciudadanos y policías y promueven la actitud de creerse “invencible” que continúa llevando a jóvenes a la muerte en la vida real, lejos de los seguros escenarios de las películas y los estudios de música.
Estoy asustado porque en el fondo sé que, a pesar de que soy un ciudadano que respeta la ley, puedo ser visto como una “amenaza” para los que no me conocen. Así que voy a tener que seguir haciendo un esfuerzo adicional para obtener el beneficio de la duda.
Me siento avergonzado porque los saqueos, las violentas protestas, y la rupura de la ley confirma, y en la mente de muchos valida los estereotipos y por lo tanto ese tratamiento inferior hacia nosotros.
Estoy triste, porque otra familia ha perdido a un joven, la división racial se ha ampliado, una comunidad está en ruinas; las acusaciones, la insensibilidad dañina y el odio está creciendo, y nunca se podrá saber la verdad sobre lo que pasó aquel día.
Siento empatía, porque no estaba allí y no sé exactamente lo que pasó. Quizás Darren Wilson actuó dentro de sus derechos, y cumpliendo su deber como oficial de la ley mató a Michael Brown en defensa propia, como cualquiera de nosotros haría en esa circunstancia. Ahora tiene que temer la reacción en contra suya y de sus seres queridos cuando él sólo estaba haciendo su trabajo. ¡Qué terrible situación para sobrellevar! O, tal vez, él provocó a Michael y dio inicio a la serie de acontecimientos que llevaron a que asesinara al joven para demostrar su razonamiento.
Estoy ofendido a causa de los comentarios insultantes que he visto, que no sólo son insensibles sino que ni siquiera tienen en cuenta las dolorosas experiencias que otros han sufrido.
Estoy confundido porque no sé por qué es tan difícil obedecer a un policía. ¡Uno no va a ganarle! Y no sé por qué algunos policías abusan de su poder. El poder es una responsabilidad, no un arma para blandir sobre la gente.
Estoy pensativo, porque a veces quiero ponerme de “nuestro” lado sin mirar a los hechos. A veces siento que somos “nosotros” contra “ellos”. A veces estoy tan errado como la gente a la que señalo con el dedo. Y eso no está bien. ¿Cómo puedo mirar a los de piel blanca y hacer suposiciones, y pretender que ellos no hagan suposiciones sobre mí? Eso no está bien.
Estoy desesperanzado, porque he vivido lo suficiente como para saber que cosas como esta seguirán ocurriendo. No me sorprende, y en algún momento mis hijos pequeños van a heredar el peso de ser una minoría y todo lo que ello implica.
Tengo esperanza, porque sé que, si bien todavía tenemos problemas raciales en Estados Unidos, disfrutamos de una situación muy distinta a las de nuestros padres y abuelos. Lo veo en mis relaciones personales con los compañeros de equipo, amigos y mentores. Y eso es algo bello.
Me siento animado, porque en última instancia no es un problema de raza o piel, es un problema del pecado. El pecado es la razón por la que nos rebelamos contra la autoridad. El pecado es la razón por la que abusamos de la autoridad. El pecado es la razón por la que somos racistas, tenemos prejuicios y mentimos para cubrir a los nuestros. El pecado es la razón por la que nos amotinamos, saqueamos y quemamos.
Pero me alienta saber que Dios ha proporcionado una solución para el pecado a través de su hijo Jesús y, con él, un corazón y una mente transformados. Alguien que es capaz de mirar más allá de lo externo y ver lo que es realmente importante en cada ser humano. La cura para las tragedias de Michael Brown, Trayvon Martin, Tamir Rice y Eric Garner no es la educación o las ideas. Es el Evangelio. Así que, finalmente, me siento alentado porque el Evangelio da esperanza a la humanidad.
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