La obra evangélica en Algeciras y Ronda

Dice Arturo Gutiérrez Martínⁱ que la obra evangélica en Algeciras comenzó por el año de 1865 con un pastor anglicano, que abrió un local en la calle Real, según aparece en el libro de Alexander Stewart “In Darkest Spain” 1927, aunque siempre con un carácter interdenominacional.

Cuando llegaron los misioneros escoceses como Guillermo Watson, Roberto P. Simpson o Juan Harris, la organización de la iglesia algecireña iría cambiando hacia principios bautistas. Sería el primero en propagar el Evangelio en Ronda, Manuel Carrasco por 1885. Manuel Carrasco trabajaría en los años difíciles, viajando a varios lugares como Fuengirola, Marbella, Ronda, Jimera de Líbar y también Algeciras para evangelizar y distribuir literatura. En 1907 se establece en Roda, Juan Harris,(Alexander Stewart dice que en 1900) permaneciendo hasta 1921 siempre en un ambiente hostil y violento. Después de muchas experiencias y numerosas oposiciones Harris había conseguido encontrar un edificio para casa-misión, con la ayuda de un policía. Esta casa era alquilada, y en ella se hicieron numerosos cambios para adaptarla al fin que fue destinada. Cabe destacar que tan pronto como fue abierta esta casa, una bomba colocada en el porche de la casa causó daños de importancia.

• “Con el transcurso del tiempo, el misionero John Harris, conocido en Ronda como "don Juan", ganó el favor y la estima de la gente. Instauró la Escuela Dominical que alcanzó tal éxito en la población rondeña, que la iglesia católica realizó una réplica de la misma. La obra evangélica en Ronda avanzaba pese a numerosas incidencias; los integrantes de la iglesia fueron boicoteados a raíz de haberse hecho protestantes. Cabe destacar lo ocurrido con don Francisco Orellana, un hombre de mediana edad que atravesaba una terrible depresión, y una tarde se acercó a la estación de tren con la intención de arrojarse al primer tren que pasara, mientras esperaba, John Harris que "casualmente" se encontraba por allí se acercó hasta el hombre y le dio un folleto, el hombre cambió su actitud y aceptó la fe evangélica, y jamás volvió a tener intenciones suicidas. Luego, la iglesia se ubicó en la Calle Jerez, junto al antiguo cuartel de la Guardia Civil, allí en la calle Jerez iban los niños de un colegio privado a tirar piedras al local de reunión, y uno de estos niños que tiraban piedras hace 60 años asiste hoy a la iglesia evangélica, iglesia que iba prosperando hasta que la llegada de la Guerra Civil obligó al pastor de la iglesia a marchar a Gibraltar”ⁱⁱ.

En esta obra de Algeciras también destacar la estancia del misionero escocés Jaime Rennie que llegó a la ciudad en 1900 y tardó en establecer una casa misión definitiva, pues hasta 1910 no tuvo un lugar definitivo que sería en la calle Monet.

 En 1912 llegó a esta ciudad de Algeciras el misionero Alexander Stewart, hombre de vasta inteligencia y cultura y de influyente personalidad que viajó mucho por el Sur de la península ibérica. Stewart colaboraba con Rennie, ocupando alguna vez el pastorado de la iglesia, cuando este pasaba estancias en Escocia, sufriendo esta congregación un pronunciado avance, dice Gutiérrez Martín. En el libro de Stewart ““In Darkest Spain” expone que se hizo cargo de la misión aunque su limitado conocimiento del español le frenaba la pesada y ardua tarea. Cada domingo, tenía que preparar para predicar en dos cultos, dando una clase bíblica y supervisando la Escuela Dominical.

• “Las martes, jueves y sábados había culto por la noche; en la mayoría de estos servicios yo predicaba un sermón, una exposición de las Escrituras o daba un mensaje de exhortación al pueblo. Mr. Stephen Brown, un empresario de las oficinas del ferrocarril, quien tocaba el armonio, fue una gran ayuda para mi durante aquellos días. Cuando estaba ausente, al ser él quien solamente podía tocar el armonio, era yo quien tenía que dirigir el canto a viva voz. Como la congregación carecía de iniciativa en el canto, me encontraba con que si yo cesaba de cantar, ellos también cesaban. Consecuentemente me veía precisado a empezar cada verso y cantar rectamente hasta el fin”.

Como bien dice Gutiérrez Martín esta era una dificultad de menor importancia, porque, además de la oposición de los católicos, enfrente de la Misión pusieron un Centro Obrero extremista. Algunos de sus miembros apedreaban esta Casa Misión y consideraban toda religión el “opio del pueblo” y que todos eran “lobos de la misma camada”, al fin y al cabo, para los anarco-republicanos, los evangélicos no eran otra cosa que “curas sin sotana”.

El relato de Stewart, sigue narrando el desarrollo de la Obra evangélica en Algeciras, con la historia de un hombre singular, Ramón Bonhome, a quien le había entregado un folleto, diciéndole Stewart: “Esta es la verdad de Jesucristo”

• “El convertido, Ramón Bonhome, tenía unos cuarenta años de edad y su altura venía a ser sobre unos cinco pies y seis pulgadas (1,20m). La piel de su cara tenía un color cetrino oscuro. Sus ojos eran grandes y penetrantes; su cabello y su espeso bigote, negros. Había trabajado en Sudamérica, Italia, Marruecos y España. Durante su variada carrera había servido también en el Cuerpo de Carabineros. Anteriormente a su conversión, tuvo una vida muy pecaminosa e indiferente hacia Dios. Una vez estando en Marruecos, planeó con un cómplice, un atraco en el cual dos asesinatos deberían efectuarse. Su cómplice no apareció en el momento previsto y así tales homicidios no se efectuaron. La vida matrimonial de Bonhome había terminado en tragedia. Algunos años antes su esposa le abandonó yéndose a vivir con otro hombre, llevándose consigo la única hija que tenían. Para vengar esta acción, Ramón se había procurado un revólver con el cual planeaba acabar con la vida de aquel hombre”

Stewart relata la historia del perdón al amante, la conversión y como Bonhome tiró al río el revólver para no sentirse tentado y las constantes y nuevas dificultades de este hombre ahora por ser fiel al Evangelio. También nombra algunos de los miembros como Antonio Díaz García, joven entonces de 16 años, que sería diácono de la iglesia. Filomena Romero, cuya madre viuda, era celadora de la Misión, que había sido despedida de su empleo de modista por no querer trabajar los domingos. Isabel Cepero, también modista, que por lo mismo tuvo que dejar su trabajo.

Antonio Díaz y Ramón Bohome se convirtieron en puntales básicos de la congregación. Antonio Díaz se casaría con Isabel Cepero. Su decisión por el Señor fue impulsada por una predicación sobre Efesios 5:14 del misionero de la Línea, Hugo Muir (Mr. Hugh Muir). “Es obligado recoger la existencia de la Capilla protestante instalada en el edificio de la calle San Luis, esquina con la del Teatro. En ella funcionaba una escuela primaria a la que concurrían más de un centenar de niños y contaba en las noches con una aceptable asistencia de con- vencidos adeptos, que tuvieron como pastor durante muchos años, a don Hugo Muir, primer linense que alcanzó la consideración de pastor evangélico”ⁱⁱⁱ. Alexander Stewart también visitó La Línea en 1913, describiendo en su citado libro In Darkest Spaín las impresiones que le produjo la ciudad, que en algunos aspectos era una ciudad con encanto, pero su suciedad y las costumbres de tirar el contenido de las escudillas por la ventana como en el siglo XVI.

Sobre la Obra en la Línea dice Stewart:

• “La Casa de la Misión Evangélica es un edificio de tres pisos, situado muy próximo ala centro de la ciudad. A través de varios años, el edificio, que había sido antiguamente un almacén, fue transformándose según los reuqrimientos de la Misión.


• “La congregación de la Línea estaba compuesta mayormente de clase obrera, muchos de los cuales, empleados en el Arsenal del Gobierno Británico, se hallaban al resguardo de los boicots que los protestantes españoles solían sufrir en su país. Durante algunas reuniones que acostumbraban a celebrarse en alguno de los patios de vecinos, Pedro Vera de Benadalid, quien en aquel tiempo residía en La Línea, justamente escapó de ser malherido. Mientras cantaba un himno en compañía de sus amigos, una pesada piedra fue arrojada desde una casa colindante y vino a caer tan cerca de su cabeza que dio en el libro que tenía en las manos y, sin producirle un rasguño, se lo tiró al suelo”

Gutiérrez Martin dice que había convertidos del romanismo en aquella congregación, pero también del ateísmo, agnosticismo, anarquismo y otros “ismos”, que expresaban con gozo alabanzas a Dios y manifestaban la satisfacción de haber creído. En La Línea junto al misionero Hugo Muir estaba colaborando el misionero Mr. William Gardner del que Stewart dice:

• “Durante el tiempo de mi estancia en La Línea, Mr. Gardner y yo hicimos un extensivo y detallado estudio del Apocalipsis de San Juan. Muchas horas de cada día (excepto sábados y domingos) estudiamos codo a codo dos largas tablas convenientemente sincronizadas, teniendo delante, además diecisiete libros, Biblias, comentarios y expositores. Las diversas opiniones expresadas por escritores, comentaristas y exégetas, combinadas con nuestro propio estudio del Apocalipsis, a los dos nos condujeron a la convicción de que no hay un sistema absoluto para la interpretación del libro. El 10 de septiembre de 1913, yo regresé a Algeciras y aproximadamente un más más tarde mi colega Sr. Rennie y su familia volvieron de Escocia”

Hasta el año 1936 La Línea contaba con una Iglesia Misión atendida por el misionero británico Rvd. Hugo W. Muir. Con la guerra Civil cesó en sus actividades. Los miembros que aparecen citados son: Benjamín Fernández Cervantes y su esposa Francisca Posadera, procedentes de Águilas. Estos marcharían a residir a Tánger ese año y no volverían a La Línea hasta 1941, siendo ellos los que levantarían de nuevo la Obra.

En Puente Mayorga la obra en 1934 se limitaba a cultos espaciados en casa de doña Laura Rodríguez, y con más regularidad, posteriormente en casa de doña Angustias. En este tiempo se contó con la colaboración de los creyentes de La Línea, pero especialmente del misionero alemán Alejandro Brachman y más tarde de don Enrique Robinson, también colaborador de Hugo Muir de La Línea.

La Serranía de Ronda, el escritor de referencia a estas notas de la Obra en La Línea, Alexander Stewart, está descrita con sus cortijos, bosques de corcho, huertos cargados de peras, áloes, cactos, argomones y pequeñas chozas. En Benadalid había querido Stewart perfeccionar el español en casa de un creyente, recién convertido, Antonio Vázquez y su primo Pedro Vera que vivía en los montes próximos a este pueblo.

Ronda además de ser la ciudad donde se celebraron las primeras corridas de toros, por los años de 1900 tenía una congregación evangélica. Había sido empezada por Mr. John Harris. Las Escuelas dominicales también tuvieron un impacto entre los niños y jóvenes de Ronda, de manera que otra escuela catequética de la Iglesia Católica, réplica de la protestante, se instaura en la localidad. Destaca también en la obra de Ronda la figura del colportor de la Sociedad Bíblica, miembro de esta congregación, Francisco Vecina. Paco como se le llamaba, había sido zapatero y tenía varios hombres empleados en su taller. Se negocio se vino abajo al hacerse protestante y se dedicó a vender literatura. Hombre de notable conducta, poderoso predicador, de carácter amable y cortés, era tenido como un verdadero creyente.

Francisco Orellana, tiene tras de si una historia trágica, pero fue otro de los componentes de la iglesia. Actualmente existe una iglesia perteneciente a las Asambleas de Dios.

i El campo de Gibraltar en la obra evangélica española. Cien años y un día de historia. Arturo Gutiérrez Martín. Ediciones Evangélicas Europeas. Barcelona. 1969

ii Historia de la Iglesia Evangélica de Ronda Asambleas de Dios. Manuel Bernal

iii Movimientos Sociales y Educación en La Línea de la Concepción: Ateneo Obrero Cultural-Ateneo de Divulgación Social (1930-1936) José Domínguez Palma UNED, C.A. Algeciras. 2006