Una reina muy bella siente envidia de su hijastra Blancanieves cuando su espejo mágico le dice que al crecer Blancanieves ha pasado a ser la más bella del reino, y ordena a un soldado que la mate. El soldado se apiada y la deja libre en el bosque, donde encuentra cobijo en una pequeña casita habitada por siete enanitos. Ella se queda a vivir con ellos, a cambio de ayudarles limpiando y cocinando. Pero la madrastra se entera por el espejo de que sigue viva, y prepara una manzana envenenada, que le da a probar haciéndose pasar por una anciana vendedora. Entonces Blancanieves cae muerta, y los enanitos la encierran en un ataúd de cristal. Un príncipe que pasaba por ahí, se enamora al verla tan bella, y les pide que se la den. En una sacudida del ataúd, Blancanieves expulsa el trozo de manzana de su garganta y revive, enamorándose del príncipe con quien se casa.
Sin embargo, en esta orilla de la realidad, existen otras historias, la mayoría anónimas, nada parecidas a la que escribieron los hermanos Grimm.
Son Blancanieves reales que viven entre nosotros y no son inocentonas. Están bendecidas con el don de percibir a leguas las malas intenciones y huyen, como de la peste, de las lenguas de doble filo de los espejos chivatos.
Son niñas que, al crecer, se convierten por su gran sabiduría, en las más bellas del reino. Evitan caer en la trampa del timo de la manzana (diga a la hermana que está a su derecha: ¡No al timo de la manzana!). Ni tienen lástima de la anciana de turno, ni se sienten culpables al rechazarlas, porque se dan cuenta a tiempo del veneno que la fruta trae dentro.
Además saben que, quien se acerca, no es vieja, no está perdida en el bosque, tampoco quiere hacerles un regalo, sino que es alguien cargada de envidia, con las malas ideas puestas por montera, que viene disfrazada dispuesta a acabar con ellas.
Estas Blancanieves listas saben que pueden contar con sus amigos; aunque les desagrada que, por evitar formar parte en tramas llenas de desafortunados chantajes, las dejen a su suerte, solas en el bosque lleno de situaciones adversas, pues en las casitas que encuentran como refugio, habitadas por enanos supuestamente adultos, reina el machismo, los enamoramientos insultos y una banda sonora sin acierto ni concierto.
Además, los techos suelen ser muy bajos y se sienten obligadas a encorvarse. Es más, aunque los dueños presuman de que cuidan de ellas, es mentira. Las abandonan durante el día con la excusa de ir a buscar diamantes y por la noche duermen a pierna suelta.
Asimismo, estos enanos, ya sean siete, ocho o una docena, nunca ven más allá de lo que sus grandes narices les permiten (repita conmigo: ¡Estos enanos no ven más allá de sus narices!).
Incluso son capaces de darles sermones cansinos por mandar a la anciana con la música a otra parte y no tragarse el veneno. ¿Por qué? (pregunte ¿por qué? a la persona que está detrás de usted), pues porque de esta manera el final que tienen previsto se les chafa. Por ejemplo: ¿Qué pasa con el ataúd de cristal donde quieren exponerla al público una vez muerta y bien muerta?¿Qué pasa entonces con el príncipe que, según los canones, ha de llegar a poner la guinda en el pastel?
Las mujeres de esta versión del cuento que aquí expongo, no suelen caer bien. Nada bien. Por ser tan listas, en vez de ensalzarlas, las llaman “malas”. No quieren entender que la varita mágica de estas Blancanieves es su inteligencia, su cerebro puesto en marcha (digamos todos juntos: ¡tienen su cerebro puesto en marcha!). Sus milagros son su actividad constante, su lucha por la dignidad, la justicia y la verdad.
El alias que les ponen a estas criaturas es debido a que quieren engañarlas y no consiguen su propósito, y ya sea por puro miedo o por otras razones ocultas, se enfadan. Entienden que las Blancanieves han de estar ciegas a las evidencias, entrar y salir por el aro de sus conveniencias. Deben ser sumisas. Tienen prohibido rebelarse. No pueden protestar. Y sobre todo, están obligadas a caminar llevando una venda apretada en los ojos y otra en la boca. ¿Para qué? (pregunte a quien tenga cerca: ¿Para qué?), muy sencillo, porque así necesitan ayuda, no son tan independientes y molestan menos.
Resumiendo: Hay habitantes en el planeta convencidos de que las Blancanieves no pueden ser listas como las de este artículo y tienen que comerse la manzana porque está mandado.
¡Y ellas no quieren! (todos a una gritar con mucho, muchísimo enfado: ¡¡Y ellas no quieren!!!).
Si quieres comentar o