Sin embargo, Miguel ya se había despedido de nosotros
repentinamente el domingo por la mañana, mientras predicaba en su iglesia, Comunidad Cristiana El Cónsul.
Miguel partió con el Señor.
Miguel ya llegó.
Le abordó de pronto esa hora oscura que todos conocemos y aceptamos incómodos aunque, para disimular, digamos otra cosa.
Cuando entró al templo, la muerte le esperaba sentada. Invisible, como siempre. Paciente, como nunca. Pensativa. Observadora y fría. Sabía cuando debía actuar, cuando debía alargar la mano y darle el zarpazo certero y mortal en mitad del pecho.
Miguel fue una presa fácil porque sabía, siempre lo supo que, tarde o temprano, iba a encontrarse cara a cara con su Salvador y no opuso resistencia.
De Miguel Rueda podemos contar muchas cosas porque han sido muchos años de camino.
Primero, que fue una de las primeras caras con las que nos topamos cuando, hace ya 33 años nos recibió como amigos. Entonces no era Miguel sino Miguelito, debido a su juventud.
Segundo, que era un hombre, no un superhombre, por eso se veía aún más su esfuerzo y su trabajo.
Tercero, que Miguel trabajaba a pie de calle, su labor era visible. Visiblemente no dominante. Sin lujos. Sin galones. Si llegabas a un acto y le veías allí con su esposa, algo te decía que aquello iba en serio, y ya te acomodabas.
Cuarto. Una de las cosas que tenía Miguel era que respondía. Esto es algo que parece insignificante, pero no se puede tomar a la ligera. Miguel respondía. Miguel animaba.
Quinta. Miguel tenía la sana costumbre de no evitar un saludo. Te llamaba si era preciso desde la otra acera si ibas a lo tuyo y no te dabas cuenta. Te saludaba si llevaba tiempo y si no, también. Esto se agradece más cuando los saludados son considerados apestados en otros ambientes.
Y así podríamos seguir hablando de Miguel. En la última conversación que tuvimos, recordando tiempos pasados nos decía, lleno de entusiasmo que, empezando por su conversión al Señor Jesucristo, tenía muchas historias interesantes para contar. Le animamos a que las escribiera o, al menos, ante su falta de tiempo, las grabara para que quedara constancia y más adelante alguien las pasara a papel.
A modo de broma, yo le insistía en que lo hiciera según la moda actual de engordar las más enclenques para que resultaran “impactantes”, expresión que hoy en día lo valida todo y en su defecto, el hecho se desvaloriza. Miguel, formando parte de la broma respondía que no, que no pensaba engordar nada sus experiencias, que si la contaba sería tal y como las vivió. Y es que a Miguel, aunque le gustaban las bromas, no le iban las tonterías.
Se fue y se llevó con él todas esas historias ya que la conversación tuvo lugar hace sólo unos días.
Sigamos orando y amando a su familia.
Un dato más para terminar. El cementerio de Málaga cuenta con dos templos. Uno grande y otro pequeño. Los evangélicos no entendemos que siempre nos concedan el pequeño cuando el grande está desocupado. Sin embargo, en esta ocasión, el acto pudo hacerse en el más amplio, aunque como siempre, rodeados con imágenes de cristos, vírgenes y ángeles, siendo un tanatorio multiconfesional.
*Miguel Rueda López formaba parte de diversos proyectos, entre ellos era el presidente de la Fraternidad de Pastores Evangélicos de Málaga. Delegado del Consejo Evangélico Andaluz (CEAA). Coordinador del Centro de Encuentro Andaluz (CEA) cuyos terrenos fueron cedidos por el Ayuntamiento de Málaga.
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