Historias invisibles

¿Quién eras?

Durante años tu nombre apareció entre los episodios familiares poniendo ese toque trágico en cada una de las escenas donde aparecías.

Eras ese ser que tanto dolor había causado, tantas lágrimas había propiciado y tan anárquicamente había querido vivir.

Años de dolor, de aguante, de un continuo sufrimiento causado por un carácter indomable y en ocasiones doblegado al mal. 

Esta pasada semana en la que voluntariamente he ido a verte al hospital, he reconocido en ti a un hombre viciado por los malvividos años, desgastado por el tiempo y vencido por un corazón que cansado ya no deseaba latir más.

Me hablan de ti, de cómo eras, de quién eras y descubro tras los trazos lastimeros a un hombre que pese a ser un total anónimo portaba su propia historia.

Tras tu partida, mientras recogemos tus pertenencias, vamos desenvolviendo un pasado, una vida que leo entre las cosas que has dejado. 

Fotografías, cartas, obsoletas cintas de casete, pañuelos de tela primorosamente doblados, una navaja, agujas e hilos, un desgastado reloj de pulsera, una corbata sin estrenar… demasiadas pequeñas cosas que desvelan una historia. Entre tu pequeña valija de pertenencias no aparece ningún número de teléfono, ninguna dirección, viviste ajeno a todos, conociendo sin reconocer, atisbando cierta nostalgia que nunca   supimos hacia quien o hacia qué.

Cuando por alguna razón tenías un encuentro con cualquier familiar se desataban los vientos y de forma violenta te transformabas en ese ser al que hoy recuerdan sin lágrimas, con el temor y la vergüenza que muchas veces causabas.

Tu marcha me ha hecho reflexionar sobre la invisibilidad de muchas vidas, vidas anónimas que pasean entre nosotros y a los que no prestamos atención. Están y no están. Caminan regando la tierra que pisan con una presencia imperceptible.

Seres que se mezclan entre el gentío con sus cabezas llenas de voces irreales.

Los vemos deambular por las calles, paseando solos. Pasan inadvertidos, pero, son parte de nuestra sociedad. Hoy los contemplo desde este mi rincón, con el respeto de quien siempre los ha considerado como parte de esta gran pensión que a veces, a regañadientes, les da cobijo.

Como tú fuiste existen muchos otros, cada cual con sus peculiaridades, todos aparentemente distintos, pero con algo en común, viven inmersos en un mundo que nosotros desconocemos, un entorno lleno de voces que no oímos, de rostros que no vemos, de ilusiones y desilusiones que los hacen ser personajes únicos en un mundo que les viene grande.