Clint Eastwood: lo que otros hablan

Clint Eastwood, premiado por la Academia en varias ocasiones como actor y como director, se presentó en la Ceremonia de los Oscar del año 2005 nominado como mejor actor por la película “Million Dollar Baby”. Cuando en la entrada le preguntaron si se sentiría fracasado por no recibir el premio contestó: “Si no gano, pensaré que ha sido un agradable paseo con mi madre y con mi adorable mujer”.

Creo que es una respuesta sabia, porque revela una de las mejores maneras de reaccionar ante cualquier cosa que pudiera suceder. ¿Sabes? No podemos resolver una situación, ni siquiera podemos reaccionar de una manera limpia, si sólo estamos culpando a otras personas o a las circunstancias, y no somos capaces de pensar en lo que hemos hecho mal nosotros mismos. Una persona no es un fracasado hasta que no empieza a culpar a otros por las cosas que le están sucediendo. Si sabemos reaccionar con un poco de humor y mucha sabiduría ante cualquier circunstancia adversa, estamos muy por encima de las circunstancias de la vida.

Recuerda que no es bueno dejar que los sentimientos de los demás nos influencien. Si están en lo correcto, debemos rectificar aquello que estamos haciendo mal; pero si no, no son ellos los que deben tomar nuestras decisiones, les guste o no les guste lo que hacemos. No debemos cargar sobre nosotros los problemas de los demás, y hacerlos tan personales que se conviertan en problemas nuestros. El mayor tirano en el mundo es el “qué dirán”. Muchísimas personas dejan de vivir por culpa de ese tirano. Siguen adelante con su vida, pero bueno, resulta ser de todos menos suya. Muchos toman decisiones equivocadas (en cuanto a su vida espiritual, su trabajo, lo que compra, su casa, su familia, etc.) sólo por el qué dirán... Muchos entran en vicios esclavizantes por no ser menos que los que tienen al lado. Muchos cambian su comportamiento por la misma razón...

“La lengua apacible es árbol de vida, mas la perversidad en ella quebranta el espíritu”. (Proverbios 15:4) Eso es en lo que podemos caer si le damos tanta importancia a lo que la gente dice. Nos preocupamos por lo que otros hablan, a veces hasta tal punto, que dejamos que ellos tomen nuestras propias decisiones. Olvidamos que si permitimos que otros pongan “veneno” dentro de nosotros, estamos deprimiendo nuestro espíritu.