El truzco del almendruzco

Hay un antes y un después en la vida de una cuando un descubrimiento así llega a descubrirse, perdonad la redundancia. Ya nada vuelve a ser lo mismo.

Cuando di con la clave me dije: “Tate, ¡por mis muelas!, ¡si es tan fácil como coser y cantar! ¡Esto lo publico!

Y aquí me tenéis. Dicho y hecho.

Estas son las primeras nociones desde mi propia experiencia:

-Primer paso: tranquilicé el ánimo indagando en las Escrituras para asegurarme que el truzco no tiene ninguna base bíblica, aunque se empeñen.

-Segundo paso: decidí firmemente correr el riesgo. Probar en carne propia un desnucazo (capricho de Déu le llaman algunos, ¡en qué cosas se nos entretiene el Eterno!).

-Tercer paso: salí al patio de mi casa que es particular. 14 horas. Sol radiante.

-Cuarto paso: antes de comenzar coloqué a mi espalda dos colchonetas que me quedaban de los tiempos que trabajé alquilando sombrillas y tumbonas en la playa de La Malagueta.

-Quinto paso: cerré los ojos. Esto es indispensable si quieres que lo que tiene que ocurrir, ocurra pronto.

-Sexto paso: uní los pies cuanto pude para tener la menor estabilidad posible. Se trataba de perder el equilibrio, ¿no?

-Séptimo paso: empecé el bamboleo. Pa`lante-pa´tras, pa`lante-patrás, el meneito, ahí, ahí, ahí, suavecito, un paseito, una mecida como quien no quiere la cosa.

-Octavo paso: No pensé en nada, ni en Dios siquiera, ¡qué cabeza!

-Noveno paso: un leve mareillo se me fue subiendo a la mollera, igualito que el vino de mi tierra cuando lo tomo con el estómago vacío, o poco lleno.

-Décimo paso: pocos segundos después, caí de espaldas.

Eso es todo.

¡Lo logré! No me desnuqué por mor de las colchonetas pero ¡tengo la clave!, ¡tengo el don! Gracia que si Dios dice: “te la doy”, pues te la da. Y no hay más que hablar, ¿no dicen eso para convencernos?

Queda demostrado que para caerse no hace falta que en la iglesia te empujen. Una solita puede lograrlo. Sin orar. Sin emociones. Sin el espíritu que algunos nos venden. Caerse nos caemos en cuanto cerramos los ojos y nos bamboleamos, no hay más. Perdemos el equilibrio. Es ley de vida.

Entiendo que ese tipo de cosas no tenga base en las Escrituras, ¡cómo van a tenerla, si cualquier agresión física es denunciable!

Ahora que ya sé, me piden que haga demostraciones in situ a los interesados. Le estoy tomando el gustillo a la cosa, como se lo toman quienes por costumbre practican esto al final de los cultos, donde se une la emoción del momento, la melodía del canto, la necesidad intrínseca de la persona, las palabras del que ora, etc., etc.

Demasiado poco pasa. Es más, me extraña que, aunque hay víctimas, no se produzcan muertos.

Para terminar os cuento un chisme. He invitado a mis secciones a los del truzco del almendruzco y ninguno de ellos se me ha querido ofrecer como conejillo de Indias.