Miedo, tengo miedo

Me pregunto qué cara habría puesto Putin si hubiese sido ella la que se presenta a la audiencia con un perro.
-Hola, Vladimir, ¿Llego a punto?, verás no tenía donde dejar a Tigre y me he tomado la libertad de traerlo para que esté presente en nuestras conversaciones.

Sin embargo, Vladimir tendría motivos de peso para hacer esto. En la foto da la impresión de haber más carne de animal que de persona. Lo que debe comer un chucho así, solo su cuidador lo sabe, y el daño que puede hacer, quien tenga la desgracia de ser atacado. ¡Dios nos libre!

Me fijo en la expresión recelosa de sus caras. El hombre algo rígido en su postura, se muestra indefenso, confiado en su mascota. Mira a la mujer de reojo, como esperando un movimiento en falso, como al acecho de que salte la liebre motivo de contienda. El animal, aparentemente dócil y, quizás por ese motivo, sin bozal, disfruta los metros de alfombra; y de la misma manera parece confiar en su dueño. No le aparta la mirada. Da la impresión de estar esperando un gesto, un chasquido, o una palabra, para ejecutar alguna orden. La que sea.

Ella a su vez mira a Vladimir desconfiada, temiendo los kilos que, de un momento a otro, se le puede venir encima. Debe tener el estómago hecho un engurruño.

Si llegara a ocurrir algo, la excusa del hombre la sabríamos: “Yo no. Fue el perro”.

A veces, y perdonen la comparación, cuando una mujer va a hacer acto de presencia en la iglesia, ante la imposibilidad de traerse al perro, algunos miembros traen versículos de distintas razas. Los colocan sobre la alfombra que sostendrá el evento, e irán echando mano de ellos por turnos. Versículos muy particulares e inocentes que nunca son usados para atacar (Dios lo sabe), sino para ilustrar, para enseñar, corregir y para poner a cada una en su sitio.

La excusa la sabemos: No lo digo yo. Está escrito en la Biblia.

El tema es tan viejo como las estratagemas políticas.

¿Por qué se hace?, ¿miedo? ¡Sólo ellos lo saben!

Y, ¿por qué elegí esta foto para ilustrar el artículo? Porque la mordedura de un perro, sea de la raza que sea, siempre hace daño, y las consecuencias nunca son buenas.

Confíen, por favor, confíen.