El acto me preció tan infantil como ridículo. Que un sacerdote se preste a ese juego, más todavía. Los niños que faltaron al colegio para asistir al acto lo pasaron bomba haciendo la peseta ante las cámaras. ¿O se dice el euro? Tratándose de un acto tan espiritual que te convierte a la mascota en santa, ponerse a hacer monerías ante el objetivo para llamar la atención me parece impropio. Pero la vida animal es así. Antes se respetaban esas cosas, y más en los lugares santos.
Más tarde leí en la prensa lo siguiente: “Tras la bendición, y como manda la tradición, los fieles compran los panecillos de San Antón, que se deben comer en este día pero sin olvidar guardar uno de ellos con una moneda -que al año siguiente permanecerá en perfecto estado para ser comido, ya que se elaboran con una receta especial secreta-.”
¿Todavía hay gente que se cree eso? ¡Pues claro que sí!, por eso los venden. Lo peor va a ser la desilusión de ver el pan después de un año. Aunque siempre se le puede echar la culpa de su dureza a la moneda, nunca a la receta especial y secreta que guarda quien la guarda para que nadie se entere de lo que no se tiene por qué enterar. Por cierto, después de un año ¿quién debe comerse el panecillo, el dueño o la mascota? Porque algún sentido tendrá guardarlo durante todo un año, digo yo.
Los comentarios de las personas que llevaban a sus animales no tienen desperdicio. Una de ellas, por ejemplo, había llevado a su niño y a las dos tortugas. Pues bien, cuenta que como las tortugas metían la cabeza cada vez que el cura les echaba el agua, ha terminado bendecido el niño más que el animal. ¡Lástima!, porque no se trataba de que su niño fuese bendecido.
Otro dice que solo tiene que preocuparse de que su conejo coma y que es muy bueno porque no se come los enchufes. Ahora entiendo. Mantener la amistad con un amigo-persona supone un esfuerzo mayor. Sobre todo si el amigo persona entra en casa y se come los enchufes después de servirle un refresco. Y es que donde esté un conejo...
Otra comenta que para sus gatos, recibir el agua bendita ha sido su bautismo, y que son tan buenos que se lo merecen todo. Pues ¡ala!, bautizaditos ya no se le condenan, como mucho irán al “pulgatorio”.
Siguiente, una mujer dice que antes iba con su marido, pero que ahora va sola con su perrita. (Pobre... perrita que ahora va sola con su dueña). Y que si tienes un animal hay que cuidarlo bien. No va muy descaminada. Quizás a los amigos-personas haya que tratarlos bien, tan bien como a ... ¿los perritos?
El rector de la iglesia, Juan Martínez, y ha añadido que "la fe mueve montañas". Pero que conste que esa montaña no se mueve si usted no da las vueltas que hay que dar alrededor de la iglesia con su mascota.
El mundo está loco. Hoy día lo ridículo parece ser presentarse en la iglesia con un amigo de verdad, de esos que no se abandonan después de Navidad o antes de las vacaciones de verano. Vamos, presentarse con una persona ante el sacerdote y decirle: “Oiga usted, ¿me la puede bendecir para que me dure?
Lo primero sería saber si el amigo se dejaría llevar, y lo segundo, qué cara de sorpresa pondría el cura ante tal situación. A saber cuántas preguntas le haría antes de rociarla con agua bendita. Además de pasar por el despacho, que eso no hay quien se lo quite de encima. Para eso si es un chaval que se presenta con su chica en la sacristía y le pide bendición para ella. Si digo esto es porque una de las anécdotas del día fue que un joven disfrazado de camello trató de recibir la bendición sin conseguirlo. ¡Vamos, que las personas, ni vestidas de animal!
El día 17 de enero, no es precisamente la fecha apropiada para bendecir personas disfrazadas de animales, solo de bendecir animales disfrazados de personas. ¡Y no se enteran! En la viña del Señor debe haber orden. Y lo hay. Que usted quiere que le bendiga, va usted el día que le corresponda, pero sin prisas. Debe saber que aún estando muerto, el cura le dará la bendición. Eterna.
¡Vaya religiosidad más enferma!
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