La ley de la jungla

Es papá-mamá televisión quien le manda a la cama a una hora prudente, cuando considera que ya está bien por hoy; que para mañana hay mucho más; que no hay prisa. Papá-mamá televisión sabe y comprende que el proceso destructor es largo y laborioso. Por eso se toma su tiempo cuando le aconseja sobre lo que está bien y lo que está mejor; porque nada es malo.

Algunos ejemplos: Dibujos animados sin fondo educativo, publicidad agresiva, machista y engañosa... Y como ejemplo a seguir, programas de humor con familias desestructuradas... Para que se entretengan y diviertan; para que el niño o la niña aprenda del modelo expuesto.

Al ingresar en la guardería (algo que tendríamos que pensar antes de hacer, por si no fuera estrictamente necesario a una edad tan temprana), continúan viendo la misma programación que en casa. Todo vale, todo está permitido. Ese es el mensaje que ofrece la pantalla. A veces de un modo sutilmente simpático, otras con una agresividad fuera de lugar, de tono y de contexto.

¿Se dan cuenta que papá-mamá televisión hablan a gritos? Esa es la primera ley para sobrevivir en la jungla que enseñan al niño o la niña. Y para que negarlo, nos hace mucha gracia cuando nuestro vástago comienza a imitar lo que ven. Tanto, que le pedimos que repita una y otra vez la gracia en público y en privado. Hasta que crecen.

Colegios e institutos. Ahí, precisamente ahí es donde aflora el problema en todo su esplendor. Según dicen, ni padres, ni profesores, ni autoridades se explican todavía el motivo. La ignorancia admitida y cobarde está servida. Nos encontramos ante un gravísimo problema, cuya raíz estamos tratando de ocultar para no tener que aceptar que estamos implicados hasta el cuello.

Algunos resultados: Asesinatos, abortos, acoso escolar, droga, robos, sexo, alcohol. No sé cuántas patrullas de policía se dedican, en los últimos días, a vigilar las puertas de los centros escolares para evitar esto. “Siempre que se haga de forma discreta no hay problema” Advierten las asociaciones de padres y madres de alumnos (no sé si será para que el problema no se note demasiado, o porque los padres nos inclinamos por vicio a tapar las malas acciones de nuestros hijos e hijas).

Aquella disciplina a la que añadíamos la coletilla de “con amor” cuando la cosa empezó a ponerse fea, está desapareciendo. El respeto al otro no existe, ni la comprensión, ni el compañerismo, ni el cariño.

Estamos educando en el individualismo, no en la convivencia. Y todavía buscamos la raíz del problema. Por eso pregunto ¿Cómo está estructurado nuestro nido familiar? ¿Sobre qué rama?

Cuidemos de nuestros hijos para que no sean “...nubes sin agua, llevadas por el viento... árboles que no dan fruto a su tiempo... furiosas olas del mar, que arrojan como espuma sus acciones vergonzosas... estrellas que, perdido el rumbo, están condenadas a pasar a la eternidad en la más negra oscuridad” Judas 1:12-13

El Señor nos ayude a servirles de ejemplo.