¿Qué es el Islam? ¿Qué sabemos del Islam? ¿Qué hemos hecho a favor del Islam? ¿Cómo hemos demostrado nuestro amor cristiano hacia los musulmanes? Si Cristo vino para buscar y salvar a los que se habían perdido, ¿hasta qué punto estamos dispuestos a buscar a los musulmanes para llevarles al conocimiento de Cristo?
El Islam se presenta ante el Cristianismo como una paradoja. Está muy cerca y al mismo tiempo muy lejos de nosotros.
Los datos más fiables que poseemos sostienen que
Mahoma nació en la Meca, Arabia, en torno al año 570 de la era cristiana. El padre murió antes que él naciera. Cuando tenía seis años murió la madre. El niño quedó a la custodia del abuelo, quien también murió cuatro años después. Un tío paterno llamado Abd Al-Muttalir fue el encargado de su educación. De adolescente conoció la vida nómada. En plena juventud llegó a la Meca para participar en las actividades de las caravanas comerciales. Allí entró al servicio de una viuda rica llamada Khadija. Bastante mayor que él, aunque todavía joven, la pareja contrajo matrimonio, del que nacieron cuatro hijas.
Las fuentes islámicas insisten sobre la honestidad y la sabiduría de Mahoma. Añaden que era un místico, pasaba largas horas meditando. Con frecuencia se refugiaba en cuevas del Monte Hira, cercanas a la ciudad.
Algunos biógrafos muy parciales de Mahoma silencian un hecho de capital importancia.
El fundador del Islam conocía muy bien el Judaísmo y el Cristianismo. Esto se nota con sólo leer el Korán. Para dar más fuerza al origen divino y revelado del Korán se ha llegado a decir que Mahoma no pudo haberlo escrito, pues no sabía leer ni escribir. Este argumento, defendido por islamistas radicales, no encuentra apoyo histórico.
En sus meditaciones,
Mahoma llegó a la conclusión de que era preciso renovar la fe monoteísta. Entre el año 610 y 612, cuando andaba por los 40 años, tuvo una serie de visiones que él consideraba revelaciones del Espíritu Santo. Según testimonio propio, una noche oyó una voz que le gritaba: "¡Oh, Muhammed! Tú eres el profeta de Dios".
Mahoma se puso de rodillas y comenzó a gritar. De nuevo se repitió la voz, y se asustó de tal modo que estuvo a punto de despeñarse por las rocas del monte Hira. Para calmarlo -siempre según la versión original- apareció un ángel que le dijo: -"¡Oh, Muhammed! Yo soy Gabriel y tú el profeta de Dios. Predica". Mahoma contestó que no podía hacerlo y el ángel le infundió lo que Dios quería que aprendiera y enseñara. Y a continuación le reveló lo que constituyen las primeras sentencias del capítulo 96 del Korán: "¡Predica en el nombre de tu Señor, el que te ha creado! Ha creado al hombre de un coágulo. ¿Predica!".
Y Mahoma predicó. La primera persona convertida a la nueva fe fue su esposa Khadija. En poco tiempo reunió a un reducido número de seguidores, que fueron aumentando con el paso del tiempo.
La aristocracia comerciante de la Meca, que practicaba un politeísmo idolátrico, declaró la guerra a la nueva religión.
Ante el aumento de la persecución, Mahoma decide huir con sus fieles a Medina, en el centro de un rico oasis. Esta emigración se conoce con el nombre de Hégira. Tuvo lugar exactamente el 20 de septiembre del año 622 y se toma como punto de partida de la cronología musulmana. La primera esposa de Mahoma, Kladija, había muerto poco antes en la Meca.
La nueva comunidad musulmana se implantó sin dificultades en Medina y Mahoma se impuso como jefe político y religioso, afirmando que su misión era confirmar la fe de Abraham, amigo del Dios único.
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