Finalmente llegamos a Baracoa. Unos 1.200 kilómetros recorridos y 22 capítulos escritos desde que iniciamos el viaje en Pinar del Río. Estos capítulos aumentarán en dos o tres más, según las circunstancias.
Entre los títulos que Baracoa ostenta destaca el de Ciudad Primada. El prestigioso historiador de La Habana, Eusebio Leal, en el curso de una conferencia pronunciada ante la Asamblea Municipal del Poder Popular el 15 de agosto de 2011 para conmemorar el medio milenio de la fundación de Baracoa, dijo que en su primer viaje Cristóbal Colón “se halla frente a la bahía hermosa de Baracoa el 27 de noviembre de 1492; y poco antes, del 27 al 28 de octubre, en un punto de la costa de Holguín llamado Bariay. En aquel lugar -añade Leal- se produjo el encuentro con nuestro mundo, con nuestro archipiélago, con nuestra gran isla, a la que llamó Juana”.
En su Diario de Navegación, Colón se refirió a Baracoa con estos elogios:…“la más hermosa cosa del mundo. Andando por ella fue cosa maravillosa ver las arboledas y frescuras, y el agua clarísima, y las aves y amenidad, que dice que le parecía que no quisiera salir de allí”.
Baracoa, la ciudad primada de Cuba, fue fundada por Diego de Velázquez en 1512 con el nombre de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa y durante tres años fue capital de la isla, condición que ostentó Santiago en 1915.
Al incansable viajero Andrew Coe, a quien le fue concedido el Premio Nacional de Periodismo José Martí por sus artículos, libros y fotografías sobre Cuba, se le ocurrió comparar Baracoa con Macondo, donde Gabriel García Márquez situó su ya famosa novela CIEN AÑOS DE SOLEDAD.
Durante siglos la hermosa ciudad fue condenada al ostracismo, casi ignorada, primero por los colonizadores españoles y después de la independencia por los mismos gobernantes cubanos. Únicamente se podía acceder a ella por mar, y los viajes se hacían difíciles. En la década de los años 40 se intentó construir una carretera que uniera Santiago de Cuba con Baracoa, pero el proyecto no prosperó.
Años más tarde, entrados los 60, después de la Revolución, fue construida “la más impresionante carretera de Cuba, el viaducto de La Farola, 30 kilómetros de carretera volante, sólo unida a la montaña por un lado, mientras que por el otro descansa en sólidas columnas firmemente afincadas en el terreno”.
¿La recorremos? Pues pon el coche en marcha y adelante. De Guantánamo a Baracoa tenemos 152 kilómetros por esa vía que acabo de describirte llamada La Farola. Un consejo: no preguntes a ningún taxista en el inicio del camino. Te desanimará. Dirá que estás loco, que no conoces la zona, que la carretera es peligrosa, que se producen accidentes, y otros terrores más. Ignóralo. A mí me contaron todo eso la primera vez que hice el trayecto y a medida que avanzaba observaba uno de los más hermosos paisajes que he contemplado en mis viajes por ochenta y tres países de cuatro continentes.
Quita el aire acondicionado del coche. Hoy no hace tanto calor. Abre la ventanilla y contempla el paisaje a su través. Vamos bordeando la costa. ¡Qué panorama! ¡La naturaleza aquí es un arte! ¡Qué luminosidad! El coche serpentea entre mar y colinas. De tanto en tanto -¿observas?- pueblos pintorescos y pequeñas pero hermosas playas, como Yateritas, Tortuguilla, Imias, junto a la playa de Cajobabo donde, como ya te dije, desembarcaron José Martí y Máximo Gómez al principio de la guerra de la independencia. Atención, dejamos el mar y vamos montaña arriba. Para aquí, entre Cajobabo y Sabanilla. Contempla.
Parece increíble tanta belleza. Las tierras pertenecen a sus dueños, pero el paisaje, en estos momentos, es tuyo y mío. Demos la razón a quien dijo que el paisaje es un estado del alma. Porque las nuestras parecen querer volar hacia esa naturaleza de riqueza inagotable.
Aminora la velocidad.
Entramos en Baracoa. Colón pisó esta tierra hace más de cinco siglos. Nosotros vamos tras las huellas de sus pisadas. Quedaremos aquí un par de días. Te recomiendo el Hotel Castillo, desde donde se divisa un bello panorama de la ciudad. Y es barato, porque forma parte de la cadena estatal Gaviota.
¿Andamos? De edificios religiosos en Cuba te he hablado poco, lo estrictamente imprescindible. Pero aquí no puedes eludir la llamada Parroquia Mayor de Baracoa, con su fachada vuelta hacia una pintoresca plaza triangular. El templo ha sido destruido y reconstruido varias veces. El edificio original se atribuye al fraile Bartolomé de las Casas, siglo XVI, quien acompañó a Colón en su segundo viaje. El actual se empezó a reconstruir en 1807. Junto al altar mayor del templo se conserva una Cruz de Parra, dicen que plantada por Colón en 1492. Según María de los A. Bermúdez, “La Cruz de Parra es uno de los pocos testimonios materiales de los primeros tiempos del descubrimiento de América que aún se conserva”.
En torno a la catedral se extiende el centro cultural y social de la villa. Llamo tu atención, para que dispares tu cámara fotográfica, a la estatua de Hatuey. Fue éste un cacique indígena de lo que hoy es República Dominicana. Expulsado de su tierra por los conquistadores españoles se refugió en Cuba. Cuando dirigía la resistencia nativa contra el capitán Diego de Velázquez a principios de 1511, fue hecho prisionero y quemado vivo.
¿Museos en Baracoa? Los hay. En la calle José Martí está el Museo Municipal de la historia, con una importante colección de objetos sobre los vestigios de las antiguas civilizaciones indias. En dirección al Hotel Castillo, calle Moncada, encuentras el Museo Arqueológico Paraíso, también relacionado con la historia de los indios Tainos. En la Casa Museo René Frómeta, número 3 de la calle Ciro Frías, encuentras una pequeña colección de pintura naive, reunida por su fundador René Frómeta.
Continuando con la Historia o en la Historia vete a ver el edificio amarillo emplazado en el Malecón que alberga el hotel La Rusa. Magdalena Rovenskaia fue una aristócrata y cantante lírica nacida en Rusia. Huyendo de la revolución bolchevique se instaló en París y más tarde emigró a Cuba; llegó a Baracoa y en 1948 abrió un hotel con el nombre de Miramar. Ahora se llama La Rusa. Alejo Carpentier, escritor cubano de fama internacional, se inspiró en la aristócrata llegada de los fríos soviéticos a los calores caribeños en su novela LA CONSAGRACIÓN DE LA PRIMAVERA (1978).
Malecón. No esperes gran cosa del Malecón en Baracoa. Ten en cuenta que es una ciudad pequeña. Pero en un paseo a lo largo del mismo descubres la innumerable risa de las olas del mar. Empapa tu alma de la alegría azul y blanca de las aguas marinas. En puntos concretos del Malecón se reúnen al atardecer grupos de jóvenes que unen sus labios en besos de deseo y divagan sobre sus vivencias diarias.
Si lo deseas, Baracoa tiene hermosas playas que puedes alcanzar fácilmente con el coche que tienes rentado. Algunas presentan pendientes fuertes, otras son de arenas blancas y finas. Las más concurridas son Playa Duaba, a 6 kilómetros de la capital, Plaza Maguana, distante 17 kilómetros y 3 kilómetros después tienes Playa Manguito, tranquila, acogedora, donde pueden ofrecerte exquisita langosta a la plancha.
Diviértete esta noche escuchando música. Aconsejo dos buenos lugares: Casa de la Cultura, en el 124 de la calle Maceo, entre Frank País y Maravi, y Casa de la Trova, en el 149 de la calle Félix Ruena. La Trova cubana nació en el Oriente de la isla y es en estas ciudades donde mejor puedes gozarla.
¿Has dormido bien? Yo duermo poco. Dormir es morir. Lo que duermes no lo vives. Enciende el motor de la máquina. Vamos a 6 kilómetros dirección Oeste. Aquí está el Parque Nacional El Yunque, tal vez la principal atracción turística de Baracoa. El Yunque es una montaña aplanada en su cima. Por su forma semeja verdaderamente un yunque. Se eleva a 850 metros sobre el nivel del mar. Cuenta la Historia que cuando Colón divisó esta montaña en Noviembre de 1492, escribió en su Diario: “Y al cabo de ella de la parte Sureste un cabo en el cual hay una montaña alta y cuadrada que parecía isla”. Muy famosa en toda Cuba, se divisa muchas millas mar adentro. Los navegantes se valen de su faro para orientarse al puerto de la ciudad. El 25 de Diciembre de 1979 la Comisión Nacional de Monumentos de Cuba adoptó la decisión de declarar El Yunque monumento Nacional, por los valores históricos que posee.
Espera. No regreses al Hotel. Queda por visitar otro parque. El Parque Nacional Alejandro de Humboldt. Tendremos que alejarnos 31 kilómetros de Baracoa, pero el coche resiste. Es un fenómeno. Quiero decir, una máquina fenomenal.
Este Parque está insertado dentro de la Biosfera de Cuchillas del Toa, antes de llegar a Güin y a Navas. Todo el entorno fue declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO el año 2001. Su reserva natural incluye mil especies de plantas y flores. Aquí puedes pasear entre tanta belleza, sentir en tu espíritu el saludo amable de la tierra. El genial Tagore escribió esta sentencia: “Las raíces son ramas en la tierra; las ramas, raíces en el aire”.
No creas que vas a escapar de Baracoa sin antes oír la historia que voy a contarte. En Guantánamo te hablé de Arnaldo Tamayo, guantanamero que alcanzó fama como uno de los tripulantes en la nave espacial soviética Soyuz 38. Ahora voy a referirme a otro hijo de Baracoa que alcanzó fama como boxeador. Se llama (aún vive) José Legrá.
Nació aquí, en Baracoa, en abril de 1943. Inició su carrera boxística en Cuba. En 1963 se trasladó a España. Tres años más tarde obtuvo la nacionalidad española y con la bandera de España logró sus mayores triunfos: campeón de Europa en 1967 y campeón del mundo al año siguiente. El boxeo es mi deporte favorito. Vi actuar a Legrá en numerosas ocasiones. Bailaba en el ring y coaccionaba a sus contrincantes hablando continuamente. Peleó 150 combates. Venció en 135. Perdió 11 y 4 nulos.
Aquí, en España, se le llamaba el Puma de Baracoa. Ahora vive en Valencia convertido en empresario.
Espera. No des marcha atrás. Ya que iniciamos el viaje en Cabo San Antonio, extremo occidental de Cuba, vayamos hasta Punta de Maisi, la orilla más oriental de la isla. Y que Yemayá o Yemacá nos acompañen.
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